Capítulo VI
Ahora sí que me he enfadado
Se había quedado completamente dormido sobre el sofá. Podía deberse a haber pasado la noche en blanco, por haber estado corriendo y asesinando a los caníbales por la zona árida, por el vino de Rose o por la mezcla de todas las opciones, pero no le importaba en absoluto: necesitaba descansar un rato, antes de volver a ponerse en marcha.
Lo único que pudo hacer de forma consciente antes de dormirse, fue desear que ni Claire ni el resto de su gente tuviese ningún problema mientras él estuviese fuera de juego.
Para su desgracia, así como para desgracia para el resto de la humanidad, los buenos deseos no garantizaban que se cumpliesen.
...
Cuando despertó, el sol aún estaba dominando en el cielo. Aquello era una buena señal, a menos que hubiese dormido hasta el día siguiente, ya que significaba que aún tenía tiempo por delante para saber qué había sido de Claire, del resto de médicos y de los chicos de Krum. No fue consciente de ello, ya que aún tenía un pie en el país de los sueños, pero se había despertado con la certeza absoluta de que las cosas se habían torcido de forma grave; ahora que se levantaba a medias, para quedar sentado, no tenía ya esa certeza, pero sí le duraban sus efectos: estaba convencido de que algo no marchaba bien.
Podía escuchar, de fondo, algunos trazos de conversaciones amortiguadas por paredes, y carcajadas divertidas; sin ningún tipo de duda, «las chicas de Rose» estaban haciendo un merecido descanso del día a día, y compartían momentos del mismo.
Sin embargo, aquellas carcajadas no le gustaron. No le gustaron lo más mínimo. Le sonaban burlonas e hirientes, más parecidas a la carcajada que le lanzaba la vida a todo aquél que esperaba que ésta le tratase con un poco de clemencia.
–Buenos días, dormilón –dijo una melodiosa voz a su lado. Una voz cálida y aterciopelada que, durante un instante, logró que se le erizaran todos los vellos del cuerpo al envolverlo con una suave fragancia. Cuando Raven miró a su izquierda, en busca del origen, no se sorprendió al ver que aquella melodiosa voz pertenecía a Noir, una de las chicas del hotel. Con su piel de ébano y sus ojos verdes, era una de las mujeres más solicitadas por los clientes. Al ver que Raven aún estaba un tanto aturdido, le dedicó una suave risa–. Estás fatal, Raven –le dijo con tono amable–. Das pena.
Rebuscando con la mano derecha, sin prestarle ningún tipo de atención, en busca del sombrero de ala ancha, que se había caído al suelo mientras él dormía, le dedicó una sonrisa ácida a la mujer.
–No todos tuvimos la suerte de que la belleza cayera en el reparto, Noir –chasqueó la lengua, sin encontrar el dichoso sombrero–. ¿Cómo han ido las cosas? ¿La ciudad sigue en pie?
Noir se echó a reír divertida al verlo buscar su sombrero sin éxito. Lo llevaba ella puesto, sobre la cascada de rizos castaños.
–Tampoco la virtud de la observación, por lo que parece –le guiñó un ojo y se señaló sobre la cabeza para mostrarle el sombrero. La calavera de cuervo tintineó un poco al moverse–. La ciudad sigue en pie, un día más –asintió con tono casi soñador–. ¿Durante cuánto tiempo? Eso sí que no lo sé. –se encogió de hombros.
Raven le dedicó una sonrisa a medias al ver el paradero de su sombrero, pero no hizo amago de cogerlo. Aún no. Todavía tenía algunas preguntas más que hacerle, antes de ponerse en marcha.
–¿Qué hay de los médicos?
–Que yo sepa, siguen en el hospital.
–Bien –susurró con tono aliviado–. ¿Y de los hijos de Krum, qué sabes?
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Los Páramos
FantasyComo siempre, el borrador sin corregir. La sinopsis...bueno, esta vez prefiero que vayáis descubriendo la historia poco a poco. Basta con decir que es un intento de pseudo-steampunk donde la acción se desarrolla en una ciudad sin ley regida por Sind...