—Quiero soluciones, ahora— la voz del general Rayleigh resonó por toda la sala, que a pesar de solo estar presentes cuatro personas, al hombre no le importó levantar la voz, detonando enojo y exasperación. —¿Y bien?
—Pudimos contrarrestar y liberar la señal del hackeo— empezó a hablar el chico rubio rizado, cuyo seudónimo era Sabo —activé un virus que dejará libre la red para establecerla. Sin embargo no pude recuperar los archivos dañados o robados.
El general asintió conforme, volteó a la chica de Rusia, Robin.
—Intenté rastrear la señal de donde se produjo el hackeo, por desgracia no logré hallar nada importante. La señal marcaba más de 30 lugares diferentes de donde se realizó la acción.
—Algo es algo— dijo el hombre en un susurro, pensando detenidamente cómo debían proceder ahora. —¿Algo más que tengan que ir formar?
La reunión no pudo seguir después de aquello, porque al terminar aquella pregunta un súbito ruido los hizo interrumpir la junta. Un chico de lentes negros y un tatuaje en una de sus mejilla, junto a otro con un gorro de lana rojo entraron a la sala jadeantes, esperaron un poco al recuperar el aire perdido, y miraron al general con temor.
—¡Kuroashi Sanji ha desaparecido!...
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JAPÓN KIOTO.
Fábrica abandonada.Miró su alrededor algo descofiada, notando aquella conocida vista de computadores y pantallas por todos lados, además de la comida rápida en una mesa alejada, y papeles esparcidos por casi todo el suelo.
—¿Qué haces aquí?— preguntó él a sus espaldas, ella volteó encontrandose con aquellos ojos negros y curiosos, que incluso poseían un brillo de inocencia —Nami, creí que estabas en un crucero de lujo.
—Deje el crucero por tu culpa— recriminó sin medir sus palabras, viendo como él ladeaba la cabeza confundido, —me informaron que la base francesa secreta de Libia había sido atacada. —dijo sentándose cómodamente en la silla giratoria que estaba a su lado —¿qué crees que haces, Usopp? —preguntó cruzándose de brazos y piernas.
—¿Por qué crees que lo hice yo?— él preguntó en un tono inocente, incluso se escuchaba divertido
—Si te llegan a descubrir no podremos cubrirte— habló ella peinando su largo cabello hacia atrás —sabes que no estamos deacuerdo con que te la pases robando información del gobierno.
—No les estoy pidiendo permiso, ni estoy esperando su protección hacia mí— dijo él dejando a la chica perpleja. —Nuestros negocios terminaron hace tiempo Nami, no me sirve aliarme con ustedes por ahora.
La fémina estiró su cuello algo tensa, y pasó su lengua por sus dientes dejando en visto lo molesta e incómoda que estaba por aquellas palabras. Se paró y caminó hacia la salida.
—Te deseo suerte— habló antes de cruzar las puertas metálicas —espero que no te atrapen ... Dios Usopp...
Y sin más desapareció de la vista del chico, que él solo le prestó más atención a su computador al escuchar un sonido preveniente de ahí.
Su objetivo de estaba moviendo.
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Rectificó el número en serie de la casa con la hoja arrugada que él sostenía en su mano. Al notar que era el mismo apagó su cigarro para luego empezar a tocar la puerta de una forma violenta, pero extrañamente sutil.
Silencio, nada se escuchaba de parte del lugar. Por una parte pensó que nadie estaba, pero a los segundos desechó aquella idea. Era obvio que la casa no estaba sola. Solo debía parecer sola.
Pensó un poco sus opciones; por una parte podía derribar la puerta y entrar, pero eso le traería muchas miradas curiosas, miradas que deseaba evitar. Se supone que debía pasar desapercibido, pero por desgracia él no era alguien a quien se le pudiera ignorar fácilmente. Aunque por otra parte podía simplemente entrar por la ventana del segundo piso, ya ahora veía estaba abierta.
No lo pensó más, y con un mínimo esfuerzo llegó a la ventana y entró haciendo el menor ruido posible. Si, habían servido de algo haber estado bastante tiempo en prisión.
Retomó el camino por aquella casa limpia y descuidada; no había muchos muebles, no había cuadros, y ni siquiera algo de cristal o algo valioso a su alrededor. Bajó al primer piso y siguió su camino hasta la sala. Sonrió al encontrar a quien buscaba. Tomó un vaso de la pequeña mesa localizada en el centro y lo tiró en aquel que estaba tirado en el suelo, durmiendo a sus anchas.
—¡Buenos días Bubu-Buggy!— habló fuerte viendo con gracia como el nombrado se despertaba exaltado.
—¡¿A quién mierdas le dices nariz roja?!
El recién despertado vio confundido a todos lados. Respiró un poco y llegó a la conclusión de que todo había Sido un sueño. Un horrible sueño.
—Levantate, das asco en ese estado— dijo el rubio alejándose de él, y tratando de arreglar un poco el entorno, ya que el lugar daba asco.
—¡Maldito, ¿Cómo demonios entraste?!
—Pues por la puerta no fue.
El hombre de nariz roja se levantó y siguió al rubio, que había desaparecido y reaparecido en la cosina, donde, aunque bastante extraño, era el único lugar que estaba limpio y cuidado.
—¿Qué haces aquí Sandy?
—¡Te dije que no me llames así!— casi gritó el rubio al escuchar aquel nombre femenino que le había puesto el otro desde hace bastante tiempo.
—Lo que digas Sandra. Creí que estabas en prisión— habló ignorando al rubio.
—Necesito un favor.
El otro sonrió con picardía —¿Al fin te decidiste y me dejaras quitarte tu virginidad?
El rubio terminó rojo con esa pregunta —¡Te lo dije, no soy gay!, ¡Y aunque así fuera el caso, no me acostaría contigo!
—Entonces, ¿qué quieres?
—Quiero la ayuda del Payaso Buggy, aquel único ciberterrorista en el mundo. Quiero tu magia para encontrar a alguien.
Aquel llamado Buggy se cruzó de brazos y levantó una ceja, con una expresión de molestia. Hace tanto que no lo llamaban así, y no era para menos, se supone que había desaparecido de la faz de la Tierra.
Debía ser serio para que el rubio lo fuera a buscar a él y a nadie más.
—¿Por qué crees que te ayudaría?— pregunto vacilante, viendo cómo el rubio sonreía.
—Me escapé de mis superiores sin permiso. Lo que te puedo ofrecer es hacer enojar al gobierno secreto y hackear más de medio mundo.
Buggy sonrió interesado.
—¿A quién estás buscando?
—A un fantasma...
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¿Amor o Admiración? :San♡Uso:
Fanfiction[TERMINADA!] Ser el Dios llega a ser aburrido. El Dios quiere un nuevo desafío. El Dios admira a alguien que se compara en él con inteligencia. El Dios esta enamorado y no lo sabe. El Dios admira a alguien... ¿o ama a alguien? Tanto el amor como la...