Capítulo 10

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JAPÓN, KIOTO
Barrios bajos.

Corría con toda la fuerza que le daban sus delgadas y nada atléticas piernas, no podía parar y lo sabía perfectamente. Corría y corría por las calles casi sin notar a dónde se dirigía, solo sabía que tenía que alejarse lo antes posible de las calles principales de la ciudad. Sí, debía desaparecer su rastro de toda cámara de seguridad que se encontraban por las avenidas. Dio gracias que aquellas calles estuvieran vacías y así nada le impidiera seguir su carrera a un destino aún desconocido para él.

Cayó al suelo ya cuando sus piernas no dieron para otra carrera, y fue cuando vio con alivio que había terminado en la parte oscura de la ciudad. Aquella mancha negra dónde nadie con una vida denominada "normal" se atrevía a entrar.

Respondió profundo para calmar su acelerado ritmo cardíaco y se recargo en la pared más próxima a su cuerpo. Fue ahí cuando recordó que su mochila estaba en su espalda y la estaba aplastando. Algo torpe y sustado sacó de su pertenencia su amada y singular tortuga de tierra. Había olvidado que la había guardado ahí ya que no podía cargarla con aquella carrera inesperada. 

Sonrió en disculpa cuando vio a su mascota sacar con lentitud su cabeza del caparazón, y después le siguió sus demás extremidades. Sí, su tortuga estaba bien. 

Usopp recargó su cabeza y dejó su mascota en su regazo. Cerro los ojos y pensó seriamente qué había pasado.

Aquel ataque cibernético del tal "Bugi" no era coincidencia, de hecho pensaba que él mismo lo había provocado, se habían confiado y había olvidado algo tan vital. Borrar su rastro del mundo. No tenía tiempo para reprocharse, no era el momento.

Abrió sus ojos y tomó su celular de su bolsillo, notando al instante aquel reloj cuya singularidad era que marcaba una cuenta regresiva. Suspiró y vio fijamente cómo poco a poco la cuenta expiraba.

Se levantó y con su tortuga en mano empezó a caminar con más calma hacia el aeropuerto de la ciudad, debía irse lo antes posible del lugar. Para cuando llegó el reloj había llegado al final de la cuénta regresiva.

Se había acabado el tiempo.










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"La explosión fue en el edificio abandonado, según la policía local, se cree que esto se puede considerar como un acto terrorista, ya que el artefacto que inició la explosión fue una bomba de material..."

Apagó con innecesaria rudeza la televisión que, hasta ahora, todos los presentes en la sala de reuniones estaban viendo con la preocupación pintando sus rostros.

—Esto es una declaración de guerra— pronunció el general Rayleigh  acomodándose sus anteojos, —Nuestro cuerpo de investigadores han determinado que el material usado para la bomba es el mismo material que nosotros usamos.

—Cuando nos hackearon debieron extraer esa información, además de muchas cosas más— comentó un funcionario dejando en claro lo que todos los presentes ya sabían.

—¿Has encontrado algo que valga la pena mencionar, Kuroashi?— habló el comandante Akagami, mandándole una mirada considerada hostil.

El rubio, que no había escuchado nada de lo que habían hablado, levantó su vista del celular que tenía en sus manos, mandando una mirada desentendida al comandante, que lo esperaba con extraña impaciencia a que contestara. El rubio pareció desviar la mirada de nueva cuanta al celular y teclear unas cuantas cosas. Seguidamente se levantó de su lugar y pasó su mano por su cabello despreocupadamente.

¿Amor o Admiración? :San♡Uso:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora