Capítulo 8

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—Me gusta su astucia Robin-san— alabó el hombre de bastón y afro al ver las intenciones de la fémina frente a él —sin embargo como agente del gobierno tengo prohibido dar a conocer aquellos códigos que están bajo mi poder— dijo sentándose en el sillón de piel de su despacho.

La mujer sonrió comprensiva. Era obvio que no iba a obtener lo que quería a la primera vez que lo intentará. Tomó asiento frente al hombre de afro y cruzó sus brazos y piernas.

—De verdad necesito esos códigos— habló de forma lenta, sin borrar de su rostro la sonrisa discreta que siempre la acompañaba —serían un punto clave para encontrar al culpable.

—Usted no necesita los códigos— dijo el hombre sobando levemente sus piernas, pronosticando al instante que se avecinaba una tormenta. —El cuartel está al tanto de todos los movimientos de aquellos afiliados a está agencia, incluyendo los suyos— la mujer torció un poco más su boca —y lo único que me queda claro es que aquél que la contactó hace poco necesita urgentemente los códigos de acceso que yo he memorizado.

La mujer asintió las palabras del mayor. Sacó de su escoque aquella memoria que tenía oculta y se la enseñó al hombre.

—Ambos podemos salir beneficiados de esto, solo debe darme los códigos de acceso— dijo poniéndo frente suyo la memoria, exactamente en la mesa de centro del cuarto —Mr.0 estará complacido por sus servicios.

El hombre tomó la memoria y sonrió, dejando ver sus huesudos pómulos y sus brillantes dientes. Se paró con dificultad y caminó hacia el computador de su escritorio. Se dejó caer en el costoso sillón e introdujo la memoria en el compuerto del computador. Esperó y transfirió aquellos accesos que sólo él sabía de memoria.

Volvió en sus pasos y tomó delicadamente la mano de la fémina.

—Espero muchas cosas de usted, Robin-san — besó el dorso de la mano y volvió a sonreír—confío en que su jefe sabrá utilizar bien esta información, yohohoho...

La mujer se paró y tomó la mano del hombre donde tenía la memoria.

—Agradezco su cooperación.

Sin más salió del lugar con la cabeza en alto y un brillo de astucia en sus ojos. Caminó de forma elegante por los pasillos hasta llegar a un punto ciego donde las cámaras de seguridad no podían verla. Miró la memoria que traía consigo, la movió entre sus manos de forma sugestiva.

Seguidamente tomó su celular y marcó uno de los tantos números que tenía registrados. Un número privado. Esperó menos de tres tonos hasta que fue tomada la llamada.

—Habla Miss. All-Sunday— dijo sin perder de vista el objeto entre sus dedos. —Digale a nuestro anfitrión que tengo en mi poder los códigos que tanto necesita.

Sonrió destellando locura en su rostro.

Colgó la llamada y le tomó unos segundos volver su expresión normal, a una fría e inexpresiva. Volvió a caminar por los pasillos, con su típico andar elegante, hasta llegar a la pequeña oficina perteneciente a su "ayudante".

Paró en seco al ver al Comandante del escuadrón de espionaje salir molesto de la oficina. Esperó lo suficiente para que todos los curiosos perdieran el interés en el lugar y procedieran a volver a sus aburridas tareas de archivos.

Retomó su andar, pareciendo una sombra al no ser detectada por nadie de los de su alrededor.

—Se ve que ha estado ocupada. Miss Wednesday— dijo refiriéndose a la mujer que estaba en su pequeño escritorio, peinando nerviosamente sus cabellos celestes.

—Es una sorpresa verla por aquí... Miss All-Sunday— contestó de igual forma poniendo su mejor cara de póker.

La mujer pelinegra sonrió, porque a pesar del esfuerzo de la otra por tener una expresión sin emoción, se notaba claramente que estaba nerviosa y asustada.

—Es extraño ver por estos lados a Shanks-san— dijo de forma casual, entrando completamente al cubículo de la otra, —creí que con tan solo una tarea a su cargo sería capaz de poder llevarla a cabo de forma eficiente— dijo recalcando cada palabra.

—Hice mi trabajo— dijo la peliceleste con indignación en su voz, —pero por desgracia yo no estoy tan acostumbrada a evadir a todos de la forma en la que usted lo hace— dijo burlandose de la otra —no pienso convertirme en una hipócrita.

La pelinegra sonrió de forma divertida, y levantó su rostro con orgullo.

—Tenía una sola tarea, ¿ni siquiera eso puede hacer bien?— achicó los ojos al ver a la otra molestarse —esperaba algo más de la hija de Nefertari Cobra.

—No se atreva a insultar a mi padre— habló con rabia, golpeando el escritorio con fuerza, para después respirar y calmarse. Había caído en la trampa de la otra. —Hice mi trabajo, dejé indagar a Kuroashi Sanji, pero lo despisté de descubrir quién era Dios— soltó con cansancio.

—Parece que no hizo bien su trabajo— habló la otra llamado su atención —Kuroashi Sanji salió del cuartel, algo que no debía pasar— recalcó la último, y en un movimiento rápido tomó Viví del colgante que traía puesto — Mr.0 dejó en claro que no puede saberse la identidad de nuestro anfitrión —soltó a la chica y se alejó para andar por el cubículo —sería una gran pérdida que algo ocasionara que éste trato terminará sin el resultado acordado.

—No le dije que saliera— reclamó en su defensa —jamas se ha podido predecir a Sanji, debería saberlo, después de todo era un gran candidato para un puesto junto a Mr.0

Robin detuvo su andar y miró a la otra —Era un gran candidato— repitió entre dientes, —lastima que rechazó la oferta— dijo con pesar —¿descubrió quién es nuestro anfitrión?

—No, le dí pistas para desorientado, pero nada prometedor, ya he hecho mi parte del trato.

—Le creeré— dijo para acercarse de nuevo a ella —sin embargo no toleraré ninguna mentira de su parte, ¿acaso me está mintiendo, Nefertari Vivi?

La peliceleste encaró a la otra con la suficiente altura, —Hice mi parte, no gano nada mintiendo.

La otra se alejó hacia la salida, no sin antes volver a voltear —Gracias por su trabajo. Ya no son requeridos más de sus servicios.

Desapareció sabiendo que había dejado a la fémina en un estado de shock y miedo por sus acciones. Porque sí, Robin sabía que la peliceleste le había mentido. Era obvio que Kuroashi Sanji ya tenía idea de quién era la mente maestra en ese juego que había empezado.

Sonrió. Lo dejaría pasar, simplemente por la curiosidad que creció en su interior por saber cómo se desarrollarían las cosas de ahora en adelante.

¿Amor o Admiración? :San♡Uso:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora