Sannin de Konoha 18

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El verdadero amo

La montura le esperaba en el patio. El viento ululante y los destellos de los relámpagos inquietaban a Kurama, que brincaba sobre las piedras hasta que Naruto saltó a la silla. En cuanto sintió las firmes manos de su amo en las riendas, el caballo se calmó.

-¡Abre la puerta! -ordenó Naruto.

-Sí, mi señor. -Gaara corrió hacia la caseta. Iruka levantó la vista para mirar a Naruto. -¿Estás seguro de que no quieres que te acompañe?

-Yo me ocuparé del juglar. ¿Cuánto hace que se marchó?

-No hace más de media hora. Ordené que comprobaran su habitación... Cuando el guardia la encontró vacía me informó inmediatamente y yo envíe a Shikamaru directo a ti.

-Supongo que no se marchó por la puerta, ya que los guardias le hubiesen visto.

-Sí. Sería interesante saber cómo consiguió salir del patio sin ser descubierto.

-Eso lo sabremos cuando le haya capturado. -Naruto dio la señal al caballo y el animal salió hacia la puerta abierta.

La luz gris de un amanecer tormentoso se iba abriendo paso por la isla mientras Naruto galopaba por el camino hacia el pueblo: hacia el puerto, para ser más exactos. La única forma de salir de Byakko era en barco, y las únicas embarcaciones disponibles estaban amarradas en el muelle.

Kurama corría a toda prisa dejando atrás los campos y las casas dispersas. Con la primera luz del día, Naruto podía ver las hileras de flores doblándose al paso del viento. La puerta del convento aún estaba cerrada cuando pasó por delante cabalgando. Todavía no había gente por las calles ni en la plaza del mercado.

Cuando llegó al puerto, divisó de inmediato la solitaria figura en el muelle. La capa de Kabuto se agitaba violentamente sobre su delgado cuerpo mientras luchaba con las cuerdas de una pequeña embarcación, que se tambaleaba, y ahí apoyada en la pared de piedra del muelle había una gran bolsa de cuero.

-¡Aguarda, juglar! -La voz de Naruto rugió por encima del rugido del viento -Como tu señor, te ordeno que te detengas.

Kabuto se dio la vuelta con el rostro lleno de temor -¡No, déjeme marchar, señor, se lo ruego! Tengo que irme. La matará si no le doy el libro.

Naruto bajó de la montura, ató las riendas a un poste y se dirigió hacia el muelle.

-Haz lo que te ordeno, Kabuto de Byakko, sabrás aquí y ahora cómo trato yo a los ladrones y asesinos.

-No. -Los ojos de Kabuto mostraban pavor. Agarró la bolsa de cuero y saltó del muelle a la barca oscilante.

Kabuto gritó y lanzó la bolsa de cuero al fondo de la barca. Se movió bruscamente para intentar mantener el equilibrio. La barca volvió a balancearse y, finalmente, Kabuto cayó a las aguas revueltas.

Naruto se echó a correr. Kabuto volvió a gritar.

Naruto vio al muchacho debatiéndose en vano con el mar embravecido. Era obvio que no sabía nadar.

Naruto se desabrochó todo el cinturón de cuero. Se enrolló en la mano y luego se inclinó en el borde del muelle.

-Agárrate a mi cinturón, Kabuto.

-Es mejor que me ahogue.

-Puede que sí, pero no te vas a ahogar. Tengo otros planes para ti. Agárrate a mi cinturón.

Dejando su orgullo, y el miedo de ahogarse... Kabuto se agarró al cinturón.

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Sannin de KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora