Capítulo 5

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Le preparé un café bien cargado y unas tostadas con mermelada, cuando entré a la habitación lo vi sentado mirando a la nada:

- Buen día - dije y él sonrió.

- Buen día - dijo refregándose los ojos - No puedo creer lo que hice a noche - nos reímos - Bueno, tampoco me acuerdo mucho ¿qué hice?

- Bueno estábamos en una fiesta ¿te acordás?

- Si, y vos te fuiste y me viste a mí en esa situación incómoda - dijo mirando para abajo.

- Si - me reí - Bueno un rato después viniste para acá y me dijiste que venías a ver a tu novia o algo así, traté de llamar a tus hermanos pero no pude porque no tengo su número, y te traje hasta acá y te quedaste dormido - se sorprendió por lo que dije, y eso que no le había dicho lo del beso.

- No lo puedo creer, te pido mil disculpas. Que vergüenza.

- No te preocupes, estabas en pedo, a cualquiera le puede pasar - dije riendo.

- Gracias por entender. Y sí estaba re en pedo, pero dicen que así uno dice y hace lo que en verdad quiere ¿no? - dijo mirándome con esos dos ojos hermosos que tenía; yo no sabía si reírme, llorar, tirarme por la ventana o qué.

- Puede ser, no sé. Te hice café y unas tostadas para que desayunes - dije evitando el tema.

Cuando terminó de desayunar me ayudó a ordenar la pieza y la cocina y se fue dándome sólo un beso en la mejilla ¿es joda? ¿Y todo lo que dijiste ayer qué? Yo a esta altura ya tengo muy claro que algo me pasa con este pibe pero no quería caer en sus redes por el hecho de que era famoso y fachero y es obvio que actúa así con cuanta mina se le cruce.

Pasó todo el día y no supe más nada de él, cuando la noche llegó me bañé y me fui a dormir. Al día siguiente tenía algunas llamadas perdidas de Guido ¿se arrepintió de no darme el beso? Decidí mandarle un mensaje ya que no estaba en condiciones de hablar con alguien:

Lula: Hola, vi tus llamadas ¿pasó algo?

Pasaron 10 minutos y respondió con un audio, su voz de dormido sonaba tan linda, me dijo que un amigo le había recomendado una disquería y me preguntaba si quería ir con él ya que nuestros gustos eran similares.

Lula: Sí, dale. Pasame la dirección y nos encontramos allá.

Guido: No, te paso a buscar en una hora.

Ok, ahora tenía una hora para despertarme y prepararme. Claramente el tiempo se me pasó volando porque estaba terminándome de vestir y el timbre suena:

- Hola - me saluda con un beso en la mejilla y entra a mi casa.

- Hola, esperame un toque que termino de cambiarme y vamos ¿dale? - él sólo asintió con la cabeza y se quedó mirando el comedor mientras yo terminaba de ponerme las zapatillas y la campera - Bueno, ya estoy ¿vamos?

- Dale, vamos - dijo con una sonrisa.

Cuando entramos a la disquería estaba sonando "Corazón Delator" de Soda Stereo, los dos empezamos a cantarla como si el resto del mundo no existiera. Empezamos a ver los discos y vinilos que tenían y encontré el disco "Bagayo" de La Mississippi, lo agarré y fui con Guido:

- ¿Qué agarraste? - dijo.

- Esto - le mostré el disco - ¿Y vos? ¿Encontraste algo?

- Sí, encontré este que es el único que me falta - me mostró el vinilo "Ahí vamos" de Gustavo Cerati.

Nos acercamos a la caja y él insistió en pagar el disco que yo había agarrado, terminó ganando él como siempre. Nos subimos al auto:

- ¿A dónde vamos? - dijo.

- A donde vos quieras - yo no podía sonar más entregada a él.

- Si te llevo a dónde quiero te vas a enojar - dijo riendo.

- Bueno, tampoco te zarpes.

- Vayamos a casa.

Entramos a su casa y puso en el toca discos el vinilo recién comprado; después sacó dos cervezas y nos tiramos en el sillón mientras sonaba "La Excepción". Estuvimos hablando de música hasta que:

- Gracias por el disco, no tenías que comprarme nada - dije.

- ¿Por qué? Yo quería regalarte algo para que te acuerdes de mi - dijo.

- Creo que es difícil que me olvide de vos - ¿qué acaba de salir de mi boca?

- ¿A sí? - dijo esa sonrisita de egocéntrico que me volvía loca.

- Sí, porque escucho tu música y bueno... - era obvio que él no me creía nada.

- Claro, igual te regalé eso porque me voy de gira unas semanas y no quiero que te olvides de mí - mi estabilidad emocional se había ido al tacho. ¿Por qué te tenés que ir? ¿Justo ahora? - Por eso te voy a dar otra cosa para que me recuerdes - dijo levantándose del sillón dejando la botella de cerveza vacía en la mesa, en un sólo movimiento se sentó y me acercó a él. Los dos estábamos muy cerca, demasiado.

Algo personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora