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¿Alguna vez has sentido
que no puedes más,
que estás al borde del abismo
sin saber qué hacer
para subir al cielo,
para huir de la tortuosa oscuridad
que te cubre y te envuelve
y te consume lentamente?
¿Alguna vez has sentido
esas ganas de volar
y ser libre,
y gritar,
y soltarlo todo,
y suspirar una vez has terminado
sintiendo un inmenso alivio?
Oh, cielos,
cuán afortunada sería
si tuviese la capacidad y los medios
para echar a volar,
para huir de las pesadillas
que cada noche me abruman
y vuelven cada día
con la caída del Sol
y la aparición de las estrellas
y de la brillante Luna.
Si solamente tuviese la capacidad
de ser como ellas,
de levitar en un vacío existencial,
sola,
si solamente pudiese brillar
como ellas lo hacen cada noche,
pero esta oscuridad me oculta,
me nubla,
me esconde,
me apaga,
lenta y sigilosamente,
como un depredador que acecha
a su indefensa presa,
quién, pobre ignorante,
vive felizmente,
tranquila,
sin saber que a la vuelta de la esquina
acecha el cazador.
Y poco a poco vamos perdiendo,
poco a poco mi luz se apaga,
cada día más tenue,
más fría,
más oscura.
Quién me diera ser un pájaro
y echar a volar
y seguir esa luz
que me alumbra,
cálida,
tranquila.
Es fácil,
pero a la vez tan difícil...
Pues las cadenas que tengo
enganchadas a mis pies
me mantienen presa
en este oscuro abismo,
frío y tenebroso.
¿Y si hubiese un modo
de cortar esas cadenas
y huir de todo?
Aunque quizás sea doloroso
e incluso mortal,
pero mi alma
en su delirio
ruega por ser libre,
por sentir paz,
por tocar esa lejana luz
que ilumina todo aquí,
todo menos mi ser.
Y corto las cadenas.
Duele,
me libera,
sufro,
me siento libre,
tranquila.
Y dejo de sentir,
dejo de pensar,
dejo de estar,
dejo de ser,
y alcanzo esa hermosa luz,
dándome cuenta de que
no hay camino de vuelta,
no hay marcha atrás.
Que bonito final
para este alma perdida y oscura.

Palabras Calladas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora