encerrar el dolor y la pena.

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Antes de salir del restaurante, Nerea llama a Agoney y este pone el altavoz.

-He dejado a Aitana.

Nos quedamos en silencio y Agoney me mira apenado. Si alguien vivía por esa relación era él. Aunque yo también me pongo muy triste porque yo también les veía un bonito futuro juntas.

-¿Qué ha pasado? -pregunta Ago apenado.

-Le he dado muchas vueltas. La distancia es una faena. Y si hay algo que tengo claro es que la quiero, la quiero libre.

-Eso es precioso, Nerea -tengo la necesidad de recordarle.

-No quiero atarla, no quiero que dude y deje sus sueños por mí. La quiero tanto que me mataría hacerlo.

Se me llenan los ojos de lágrimas. Soy incapaz de no emocionarme cuando escucho declaraciones de amor de verdad. Y esta es de puro amor. 

-Vamos a estar aquí para todo, ¿vale? Siempre -recuerda Agoney a nuestra amiga.

-Lo sé, chicos, lo sé. Os quiero muchísimo. 

-Por cierto, ¿cómo le has dicho todo esto? -siento interés y soy incapaz de no preguntarlo.

-La he dejado, simplemente, le he dicho que no siento nada por ella.

-¡Nooooooo! -exclama Agoney frustrado.

Nerea corta la llamada telefónica y ambos sabemos que va a llorar. Nerea es tan buena que ha antepuesto la felicidad de Aitana por encima de la suya propia. Y no sé hasta qué punto eso está bien o mal. Pero entiendo por qué lo ha hecho así, a veces es más fácil no abrir el corazón y decir cualquier cosa para ocultar las verdaderas emociones. 

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