vivir en ti, sin más.

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Aitana no se separa de Nerea, al igual que yo hago con Agoney, mientras esperamos a la ambulancia. Mireya y mi hermano Álvaro también están juntos, lo que parece reconfortarles un poco dentro de toda esta tragedia. Y Miriam sigue con Amaia, llorando, devastada, rota. 

Las ambulancias y la policía llegan en algún punto de la tarde pero ni siquiera me doy cuenta de ello. El caos sigue a nuestro alrededor y todo en lo que puedo pensar es Agoney. En que necesito que se ponga bien. Y que tengo miedo.

Aitana está llorando junto a Nerea sin separarse de ella. Comprendo, entonces, que todos los problemas que han tenido han sido en vano. Que no importan los kilómetros y la realidad paralela que viven. Porque siempre se van a querer. Siempre. 

Espero que no se hayan dado cuenta demasiado tarde. 

-Nerea está en estado crítico y la extracción de la bala tiene riesgo de muerte.

Estoy presente cuando le dan la noticia a Aitana y veo en sus ojos como todo su mundo se viene abajo. 

Me descubro a mí mismo en la ambulancia en dirección al hospital de la mano de Agoney, que está tumbado en una camilla todavía algo pálido.

-Te quiero a morir, mi niño.

Es lo último que le digo antes de que se lo lleven a quirófano a sacarle la bala del estómago. Yo en este momento ya he entrado en un estado de pánico extremo.

Siento que la realidad es ajena a mí y sigo sin creerme del todo lo que acaba de pasar.

Todos los días a partir de este se tornan iguales. No siento nada. Ando de sala en sala y me planto frente a psicólogos que me preguntan sobre el atentado e intentan que exteriorice mis emociones. Pero no soy capaz. No siento nada. Ya no. 

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