❀ | t h i r t e e n

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Como era costumbre, habían salido a ver el amanecer como cada mañana, sin embargo, en aquella ocasión a Athanasia se le ocurrió verlo recostados sobre el césped aún lado del campo de fresas, pero a pesar de su negación Nico término cediendo ante su pareja.

— Odio este lugar.— confesó sin una pizca de pudor.

— ¡Pero si es hermoso!— exclamó la joven a su lado extendiendo los brazos y se recuesta sobre el césped

— No para mí.— comentó, dejando a la luz su desapruebo a través de su voz.

— ¡Ay, Nico!— exclamó, inflando las mejillas en forma de molestia.

— Mira. —señalo la vegetación a su alrededor, el césped se había secado y las flores marchitado, el hijo del Inframundo le mostró una mirada de incomodidad.

— Uy—La pelinegra hizo una mueca, lo había olvidado.—. Si quieres nos podemos ir.

— No, no. No tengo problema, ya estoy acostumbrado. — aclaró como si no tuviera importancia, pero para Athanasia era como sentir una punzada en el corazón.

Así que no le importó, se fue acercando poco a poco a Nico hasta quedar sobre su regazo y abrazarlo por el cuello, se quedaron viendo por unos segundos para después dedicarle una sonrisa al rey de los fantasmas, cosa que lo hizo sonrojar un poco y mostrarse de esa manera ante los demás le resultaba incómodo incluso tratándose de ella, se sentía molesto consigo mismo por reaccionar de esa manera, y Athanasia le parecía algo tierno su intento de cubrir su rostro de manera disimulada para que no se diera cuenta pero fue en vano.

— Ahora resultó peor— expuso, señalando su alrededor.

Y en efecto, ahora la vegetación muerta se extendía aún más casi llegando hacia el campo de fresas, y eso sería un problema. Así que la pelinegra utilizó su poder e impidió su propagación, además de la nada todo lo que antes había muerto ahora estaba lleno de vida y rodeado de un extenso grupo de margaritas, tomando por sorpresa a Nico, se acercó un poco y hasta comenzó a tocarlas pero estás no sé marchitaban.

— ¿Sorprendido, Di Angelo?— cuestionó, con algo de arrogancia en su voz.

— No durará mucho. — hablo sin despegar la vista de ellas, deseando que durará así de hermosas para siempre, pero eso era imposible.

— No importa cuando dure, Nico— murmuro en su oído, haciendo erizar y captando su atención, mirándolo con los ojos brillantes y una sonrisa radiante—. Igual siempre voy a estar a tu lado para hacerlas florecer, ¿No?

— Si, amore. — dijo suave, mientras acariciaba su mejilla, aquella simple palabra la sorprendió, Nico no se caracterizaba por ser un hombre romántico ni un poco, por eso él que le haya dicho de esa manera la hacia tan, pero tan feliz.

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Ghost King [✿] Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora