Capítulo 23

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Narra Juana:

   -Gracias Liz, voy a mi habitación- salgo del comedor, recién terminaba de tomar una merienda que ella había preparado. A Michael no me lo crucé en todo el día.

   -Bueno, son las 07:25 p.m, vístete así te llevo con Manuel- asiento con la cabeza y subo corriendo las escaleras. Me encierro en mi cuarto.

   Me meto al baño y comienzo a lavar bien cada rincón de mi cuerpo. Salgo envuelta en una toalla rosa y voy derecho a mi armario. Revuelvo hasta encontrar un vestido azul hermoso.

   Recojo mi pelo en una trenza de raíz y tomo un sobre de mano negra con brillitos

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   Recojo mi pelo en una trenza de raíz y tomo un sobre de mano negra con brillitos. El único problema que tengo en la espalda del vestido, tiene un cierre que no llego a abrochar.

   Veo la hora, eran las 07:49 p.m todavía había tiempo de decirle a Liz que me ayude.

Narra Michael:

   Ya era tarde y, oficialmente, estuve mucho tiempo sin verla. Ya ni siquiera la pensaba.

   Creo que lo mejor será que vaya a mi habitación y me de un baño de agua caliente. Subo las escaleras y ahí la vuelvo a cruzar, estaba hermosa dentro de ese vestido elegante azul. ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo hago para no llevarla directamente a mi cama?

   -Michael- exclama al verme- ¿Crees que podrías ayudarme con el cierre del vestido?.

   Se da vuelta y recoge su cabello sin siquiera esperar respuesta. Veo el cierre, que nacía en el arco de su espalda, centímetros arriba de su trasero, y acababa en la altura de sus omóplatos.

   Me tomo el atrevimiento de, con una mano, sostener la punta del cierre apoyando mi mano en su espalda. Comienzo a subir lentamente el cierre, permitiéndome rozar su piel en el trayecto.

   -Listo- suelto el cierre y la miro.

   -Oye, Mike. . .- me mira preocupada.

   -Shhh- apoyo mi dedo sobre su labio- Sé dónde vas, también recuerdo nuestro trato. Así que, solamente re puedo decir que la pases bien- me acerco más a ella.

   Noto que mi cabeza se inclina y ella cierra los ojos. ¿Qué haces Michael? ¡Comportate! Es sólo una niña. Me alejo de ella apoyando mi mano en su mandíbula y dibujando con mi dedo el lunar que reposaba en el costado de su labio.

   -Yo. . .- suspira con los ojos entrecerrados- Creo que debo irme- pone su mano en mi pecho y se aleja hacia atrás mientras notaba sus cabellos mecerse. Mis manos todavía estaban sobre su mandíbula.

   La acerco de nuevo a mi, acerco mis labios a los de ella, sin rozarla ni tocarla.

   -Portate bien- digo cerca de sus labios. Ella asiente con cara triste y da media vuelta.

   La veo alejarse, moviendo sus caderas de la forma más sexi posible. Su trasero se bamboleaba de un lado al otro. Una lágrima escapa de mí, mi niña estaba tan grande, tan bella.

Narra Juana:

   La actitud de Michael me dejó pensando seriamente. ¿Por qué me costó tanto despedirme? ¿Por qué dejo que me maneje así?. Me siento mal, siento el deber de hablar con él y aclarar las cosas.

   -Juana, cariño, sin las ocho menos diez. Vamos- dice Liz desde la puerta del living.

   -Sí- bajo los últimos escalones que me quedan y voy hacia ella.

   Me encuentro con ella, me mira asombran a mientras halaga mi estilo.

   Ambas salimos de casa y veo como le da dos vueltas de llave a la puerta.

   -Con el loco ahí dentro no sé puede dejar la puerta abierta- ríe. Me permito sonreír por el comentario.

   Subo al auto y ella comienza a conducir. Me gusta viajar con ella. El aire prendido al igual que la radio, en una estación que pasan música de ahora, las ventanas polarizadas totalmente cerradas y su habilidad al volante.

   -Llegamos- estaciona frente al restaurante y destraba la puerta. No sé cuándo llegamos, me había distraído pensando en lo lindo que fue viajar con ella.

   -Gracias por el viaje- salgo del auto y antes de cerrar la puerta escucho su voz.

   -¿A qué hora paso por ti?- pregunta.

   -Manuel me dijo que iba a llevarme a casa. Cualquier cambio de planes te aviso.

   -De acuerdo. Chau linda- enciende el auto y se aleja por la carretera.

Adoptada por. . . ¿accidente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora