Capítulo 3

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Llegamos a su casa, su  enorme y preciosa casa, y subimos  a su cuarto. Sus padres casi nunca estaban allí, por temas de trabajo casi siempre estan fuera del país. Su cuarto es increíble, es muy grande, de color azul marino, con las paredes llenas de fotos y pósters, tiene una ventana enorme por la que puedes ver su precioso jardín, además tiene lo que toda chica adolescente sueña tener, un vestidor, que es casi como mi habitación, lleno de zapatos de todos los colores, ropa preciosa, complementos, cada vez que voy a su casa me llevo alguna prenda nueva.

-Bueno, veamos, querías unos zapatos, ¿no?-Dijo mientras entrábamos en su cuarto.

-Si por favor, es lo único que me falta para el sábado.

Entró en su súper vestidor y sacó unos tacones preciosos. Eran de color beige, muy altos, eran perfectos para mi vestido, me encantaban.

-Dios mío Nora, son preciosos.-Dije mientras miraba los zapatos boquiabierta.

-Pues ya está, ya tienes ropa para el sábado, así ligas fijo.

-Si no fuese tan tímida y no pareciese tonta cada vez que un chico me habla tal vez ligaría.-Respondí.

-No digas tonterías, ser tímida no es nada malo, ya llegará alguien con el que te sientas a gusto y seas tú misma.-Dijo mientras me abrazaba.

¿Y si Nora tiene razón?, ¿y si algún día llegaba alguien con el que mi timidez simplemente se esfumase? O alomejor es que simplemente  tengo miedo a enamorarme, la verdad es que no lo sé, he tenido muchas oportunidades con chicos pero nunca he querido nada, tarde o temprano tendría que llegar alguien que hiciese que todo ese miedo se fuera.-Pensé.

-Nora, ojalá fueses tío.-Dije mientras la achuchaba.

-Anda vamos a comer algo idiota, que son las 14:00.

Salimos de su cuarto y bajamos a la cocina, con tonos blancos y negros, y la encimera de mármol, es muy bonita. Nora no tenía ni idea de cocinar, una vez lo intentó y casi se queda sin casa, así que me ofrecí para hacer  pasta.

-Skylar, esto está delicioso.-Dijo con la boca llena de pasta.

-Dios mío Nora, mastica y traga, cerda.-Contesté riendo. Miré la hora y era tardísimo, la dije a mi madre que estaría en casa a las 15:00 y ya me había pasado media hora.

-NORA, ME TENGO QUE IR, LUEGO HABLAMOS.-Dije mientras la daba un beso en la mejilla.

-Vale, ¡PERO ME TIENES QUE DAR LA RECETA DE ESTO!

 Subí corriendo las escaleras, cogí el móvil, las bolsas, me subí al coche y conduje directa a mi casa, donde me esperaba una buena bronca. 

¿Tenías que ser tú? (Cameron Dallas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora