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Semanas habían pasado hasta que el pelirosa se adaptó a su nuevo hogar, el mayor le daba comida, bebida, un lugar donde descansar.

Se sentía querido, se sentía en casa.

Todos los días le expresaba al mayor cuanto lo quería con pequeños gestos. Lo abrazaba por las mañanas, le robaba un beso en la mejilla luego de comer, incluso se sentaba en sus piernas y se mantenía abrazado al mayor hasta que se dormía por las tardes.

Él mayor le había cogido cariño al pelirosa, veía por su salud y que no le hiciera falta nada, el pequeño era lo único que tenía así que debía cuidarlo y protegerlo.

El pelirosa sabía del mayor tanto como el mayor del pelirosa. Sus comidas favoritas, sus colores favoritos. Incluso los sueños que tenían se los contaban. Había tanta confianza entre ellos que cualquiera pensaría que había un lazo consanguíneo entre ambos.

Sus mañanas las pasaban viendo las películas que el menor prefería, por las tardes ambos se quedaban dormidos, el menor abrazado al mayor, sentado en sus piernas, y despertaban a la hora de la cena para salir a algún restaurante caro, el cual el mayor terminaba eligiendo.

Se podría decir que la vida de Park Jimin había mejorado por completo desde que el señor Min lo había recogido en la calle, de no ser por el, hubiera muerto de hambre y frío.

Tenía que haber una forma de pagarle.

Y fue cuando las cosas cambiaron drásticamente.

Después de comer, ya no era un beso en la mejilla, si no, un tierno beso en los labios... Las tardes ya no las  pasaban dormidos, las pasaban acariciándose y sintiendo el contacto del uno con él otro.

Y así pasaron los años, el pelirosa creció, y la pubertad le dio una fuerte patada haciéndolo cambiar por completo. De ser aquella bolita de carne tierna y con las mejillitas sonrojadas, pasó a ser un guapo chico de cuerpo bien esculpido, su rostro y facciones bien definidos y sexis. Todo en él había cambiado.

Y el mayor lo notó.

Empezó a sentir una fuerte atracción por el mocoso, tanta, que una tarde llena de caricias y besos, lo tomó como suyo en el sofá de la sala, lo hizo gemir de placer y entregar su cuerpo. Y fue cuando se dio cuenta que no sólo su cuerpo le pertenecía a Park Jimin, si no que su alma y corazón.

Él menor también se enamoró de su salvador y le entregó su cuerpo con total satisfacción, sin arrepentimiento.

Tantas cosas pasaron en la vida de estos dos, que no podían separarse uno del otro, siempre tenían la necesidad de mantenerse cerca y no sólo sexualmente hablando, ellos si se amaban.

Y todo esto Jimin lo pensó antes de responder a la pregunta que le hizo Yoongi.

Si te amo, Yoongi... Te amé desde que me diste el trozo de pan.—

Y Yoongi lo atrajo hasta él, abrazándolo.

¿Como hacerle más daño al pequeño cuando ya sufrió lo suficiente?

Dolly~ [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora