Capítulo 6

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No podía creerlo, todo parecía una pesadilla nocturna, una de la cual quería escapar pero, el dolor que sentía firmemente en el pecho lo volvía a la realidad, sabía que el engaño, la traición y todo lo anterior eran la dura y cruel verdad, aquella que se burló de él durante mucho tiempo, quizá.

Detuvo el auto frente a la casa de Jin, una hermosa casa familiar con luces destellando en su interior. Una envidia que jamás creyó sentir nació en su pecho como una mala hierba extendiéndose lenta y dolorosamente por su alma ¿Porqué ellos podían ser felices y su familia no?

Cerró los ojos con fuerza tomando un respiro profundo. Tenía que ser fuerte, por él y por sus hijos, así que, quitó las llaves de la ranura y salió del auto sintiendo el frío golpear su rostro pero, quizá prefería a eso a sentir el ardor que recorría su garganta.

Suspiró una vez más negándose a derramar una lágrima, por lo menos no ahí.

Levantó el rostro y caminó hacia la puerta llamando un par de veces con los nudillos.

-¡Voy!- Escuchó del otro lado.

Se talló los ojos evitando derramar una lágrima más. No entendía porqué se sentía tan sensible con solo escuchar la voz de su primo. Era su primo, el mismo de siempre, aquél chico alto y delgado de hombros anchos, guapo y brillante ¿Porqué quería llorar?

Sentía pena, vergüenza, coraje de tener que explicarle lo sucedido.

La puerta se abrió de golpe mostrando el rostro atractivo de Jin, quién frunció el ceño extrañado al ver a su primo con aquél rostro triste, decepcionado. Sintió la necesidad de abrazarlo pero lo detuvo la voz carraspeante de Hoseok.

-¿Y los niños?- Su voz se escuchaba tan lastimada y rota.

-Estan durmiendo... -Aclaró el castaño. -¿Qué pasa, Hobie?- Hablo tan delicado, como si su tono podría romper a Hoseok, y así fue.

El pelirrojo negó con la cabeza y se lanzó a los brazos del mayor buscando un apoyo emocional, consuelo. Creyó ser fuerte pero no lo era, nunca lo fue. Sus lágrimas no tardaron en parecer para comenzar a mojar la polera de Jin. Aquellos brazos que lo rodeaban lo hacían sentirse tan cómodo, en casa.

Jin, sorprendido por el llanto de su primo, cerró la puerta y se quedó de pie acariciando suavemente su amplia espalda, moviéndose suavemente como si arrullara a un bebé. A lo lejos vió a Namjoon acercándose pero con un movimiento rápido de la mano lo obligó a detenerse y pedirle que se retirara dejándolos solos porque, aún no sabía si Hoseok sería capaz de hablar cómodamente con los dos.

El pelirrojo logró calmarse, un ligero hipo rondaba su garganta pero el dolor seguía ahí, era inexplicable, después de aquél llanto no podía creer que el dolor se comenzara a adherir a su pecho apropiándose de su ser sin permiso alguno. Lo odiaba, odiaba sentirse débil.

-Ven... vamos a sentarnos- Habló el castaño acompañando suavemente a su primo al sofá más cercano.

Jin observó a Hoseok mientras se limpiaba la nariz y los ojos, así que se estiró un poco para tomar uno de los pañuelos que usaba para limpiarle las manos a su hijo Taehyung y extendérselo a su primo.

-Ten... limpiate con esto- Susurró sin dejar de acariciar su espalda.

Jin siempre había tenido una relación cercana con Hoseok, habían compartido una niñez y una adolescencia que marcó su vida, ahora que veía a su primo en aquél estado lo hacían querer llorar porque, admitía y juraba, nunca lo había visto así de mal.

Fué bastante paciente, no insistió, mucho menos presionó a Hoseok para hablar porque sabía y confíaba en él de que en cualquier momento lo haría. Sabía que cualquier cosa que ocurriera debía ser muy grave como para que estuviese en ese estado y sobre todo, siendo el motivo por el cual tuvo que llevarse a sus sobrinos de aquél hogar. Pensó que había una probabilidad enorme de que el origen, el núcleo de aquél problema tenía un nombre y ese era "Yoongi".

DIVORCIO【EDITANDO】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora