Capítulo 13

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Yoongi no había podido dormir en toda la noche, mucho menos si abrazaba aquella botella de licor como si su vida dependiera de ello. Unas horribles ojeras pintaban sus ojos, estaba más pálido de lo normal. Estaba totalmente perdido y eso cualquiera podría decirlo a primera vista.

Aquél día era el gran día. Su vida estaba a punto de cambiar, pasaría de ser un empresario a "el empresario que cambió el destino del comercio". Debería estar feliz, sonriendo, sintiéndose nervioso pero lo único que le quedaba después de ver a Hoseok en el hospital era sentirse vacío, terriblemente triste, deprimido y con una insaciable sed de alcohol en la garganta.

Todo estaba saliendo mal, era como si la vida lo odiara y disfrutaba de hacerlo sentir miserable. Quizá no debería estar vivo, solo se mantenía en pie por sus grandiosos hijos que seguramente en un futuro le reprocharían lo malditamente estúpido que había sido. Vergüenza y desprestigio era lo único que pasaba en su mente cada vez que recordaba la hermosa sonrisa de sus hijos.

De pronto, la puerta de la suit fue abierta para darle paso a su hermoso esposo quién no pretendía verle a los ojos después de lo sucedido.

Lo observó cojear mientras trataba de abrir los cajones para sacar la ropa y meterla de nuevo a su maleta plateada.

-¿Q-Qué haces?- Preguntó con la voz en un hilo.

Hoseok sintió su alma caer al suelo al escuchar aquél tono de su esposo. No quería voltear porque si lo hacía, seguramente las lágrimas lo traicionarían echando a perder su grandioso y estúpido plan de alejarlo de su vida (por el momento). Solo esperaba que algún día lo perdonara que estuviera aún disponible para escuchar sus excusas.

-¿No es evidente?- Respondió con tono gélido haciendo que Yoongi casi sintiera una estaca atravesar su pecho.

¿Como habían pasado de la felicidad extrema a la tensión incómoda? Hace un día que ambos bromeaban, se amaban y ahora, solo quedaba aquél vacío que los separaba como una maldición infinita.

-¿Te vas?

Yoongi deseaba ser fuerte, pero solo lograba dar lástima, sentado sobre la cama, observando el perfecto cuerpo de su esposo moviéndose dificultosamente de un lado a otro recogiendo sus cosas para meterlas finalmente a su maleta.

Quería detenerlo, abrazarlo y decirle que estaban equivocados, que aún mantenían el fuego vivo de su romance tórrido como la primera vez que se vieron a los ojos.

-¿Qué te ha pasado?- Preguntó después de ver como seguía casi arrastrando la pierna al caminar.

Escuchó un silencio, pensó que lo estaba ignorando hasta que la voz cálida y pesada retumbó en la habitación.

-Me lastimé la rodilla.

-¿Cómo?

Hoseok deseaba irse ya. Odiaba dejar sus cosas por doquier. No quería hacer las cosas más difíciles, mucho menos cuando ahora era él quién haría sufrir a Yoongi. Era gracioso el hecho de que se hubiesen invertido los papeles.

Lo odiaba.

No buscó una respuesta a su pregunta porque realmente no tenía una respuesta preparada. Desde que le habían dado de alta, su mente no permanecía a su cuerpo, estaba divagando en el futuro, en que pronto serían felices de nuevo con sus hijos y Yoongi pero, ahora solo le quedaba callar y mantenerse fuerte porque sabía las cosas iban a complicarse aún más si su esposo se negaba a darle el divorcio.

Cuando terminó de armar su maleta, suspiró mirando el techo sintiendo la mirada pesada del rubio sobre sus espalda.

-Toma... -Se dió la vuelta para entregarle un sobre amarillo.

DIVORCIO【EDITANDO】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora