Los padres Park se dirigían a la casa del líder del clan a pedir asilo en la manada. No les parecía mala idea en el momento de desesperación que pasaron cargando las posesiones más valiosas en su camioneta, para luego salir disparados de su antiguo clan; ni siquiera se detuvieron a pensar si serían bienvenidos; a veces familias de otros clanes no eran bien recibidas por la desigualdad de costumbres. Pero después de pensarlo seriamente durante el viaje y con el corazón en la boca, se habían decantado por su próximo paradero: el clan Jeon. Ahora estaban dudosos de su decisión, y no porque no le agradaran los alrededores, o la gente que vivía allí, era por la posibilidad (aunque no muy grande para asustar) de que fueran encontrados, ya que el clan Jeon no estaba tan lejos como ellos quisieran de los radares de donde venían. Suspiraron una vez se encontraron delante de la puerta de la rústica cabaña, Amelia le apretó la mano a Baek en signo de confianza, animándolo a dar el primer paso, y así lo hizo, tocó la puerta con sus nudillos. Su vínculo vibró inquieto, y el hombre acarició la mano de su esposa con la yema del dedo gordo.
Después de unos minutos la puerta se abrió revelando a un hombre alto y musculoso con el ceño fruncido. Su cabello castaño oscuro tapaba parte de su frente e iba un poco despeinado, como si la almohada lo hubiese alborotado. Sus ojos negros como la noche, somnolientos, examinaron a la pareja parada en su umbral y la comprensión brilló.
—¿Park Baek? —levantó los dos cejas confundido. Los dos hicieron una reverencia.
—Hola, Seung. Lamentamos molestar, pero queríamos hablar con usted acerca de algo importante.
Las dos líneas que surcaban su frente se profundizaron al entender las palabras del otro. ¿Qué era tan importante como para despertarlo de su siesta? Pero no lo preguntó en voz alta, los dejó pasar, como haría el líder de un clan. Amablemente se hizo a un lado de la puerta abriéndola por completo y les señaló el sofá de la sala con un profundo 《Adelante. Pónganse cómodos》. La pareja obedeció. Seguían tomados de la mano.
Seung se sentó en un sillón individual, esperando a que el alfa hablara.
—Es un poco complicado esto, así que tendré que contarte la historia desde el principio. —Baek apretó la mano de su esposa, gesto que Jeon notó.
El líder se acomodó mejor en el lugar y cruzó sus brazos.
—Estoy a su disposición. —dijo seriamente.
Esto iba a llevar un rato.
(...)
—¡Maldición! —gritó como por quinta vez. Bufó enojado. Esta vez se había sacado los pulmones por la garganta, y no le importó que lo oyesen a una cuadra de donde estaba. Enojado pisoteó el suelo. ¿Por qué tenía que nacer con esa estatura? ¿Por qué el plumero tenía que encontrarse en los últimos estantes? Cerró las manos en forma de puño y las apretó fuertemente, su cara a estas alturas debía estar roja de la furia. Escuchó pisadas antes de ver dos cabezas asomarse por la puerta del lavadero.
—¿Sucede algo? —inquirió su primo al momento en que el alfa azabache soltaba un 《¿Estás bien?》
—Saca el plumero de allí arriba. Yo no lo alcanzo. —se cruzó de brazos para hacer ver cuán enojado estaba. Vio con ira cómo el rostro del azabache se deformaba en una mueca burlona. Quería arrancar la sonrisa mal disimulada con las garras. Taehyung, en cambio, ayudó a su propósito, se estiró y con una mano sostuvo el artefacto bajándolo de allí.
—Aquí tienes. —se lo entregó, temeroso de que en un arrebato el rubio le arrancara la mano y el plumero, todo junto. En cambio infló los mofletes y avergonzado estiró su mano para aceptarlo.
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Without Stereotypes ♡Kookmin♡
FanfictionJungkook se sentía un mal alfa, de esos que son débiles y lloran como "omega"; una decepción para su padre y el clan en general. Jimin se sentía un mal omega, de esos que no pueden callarse ante un alfa y no se comportan obedientes; un dolor de cab...