XII

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El día de hoy ha sido una mierda... Que digo el día de hoy, ¡todos los últimos meses lo han sido! Aunque en momentos como estos lo único que hago es quejarme, se que al final de todo, esto valdrá la pena. Todas las mentiras, tapes, rumores y falsedad que han dicho sobre mí, no serán nada cuando pueda vivir tranquila junto al hombre que amo. Llego a casa y lo primero que hago es soltar todas mis cosas para luego encerrarme en el baño. Abro la pluma de la tina y una vez coloco el tapón donde corresponde, se comienza a llenar. Muevo la manija de la pluma en dirección contraria y comienza a salir caliente, como me gusta. Mientras se llena, comienzo a desvestirme y buscar los aromatizantes que me ayudar a aliviar el estrés. Echo una porción en el agua y pruebo la temperatura. Cuando siento que está en la temperatura perfecta y esta casi al borde, me adentro a la tina y recuesto mi cabeza en el borde... justo lo que necesitaba hacen días. Cierro los ojos, respiro profundo y voy sintiendo como cada una de mis extremidades y mi espalda se van desestresando. Tras unos minutos sumergida y sentirme menos tensa, me doy cuenta de que mis mejillas habían sido abordadas por lagrimas silenciosas. Lagrimas, que estoy segura no soltaba hace mucho y solo representan la frustración que he venido sintiendo últimamente.

La semana pasada tuve una discusión con Jamie que resulto en dos días sin hablarnos y todo por las insistentes maniobras que se han determinado a hacer a nuestras representantes. Ya he tenido que exponerme demasiado, para mi gusto, y no pretendo salir a hacer otro espectáculo a menos que sea totalmente necesario. Luego de llevar aproximadamente una hora sumergida en mis pensamientos, me lavo el rostro, salgo de la tina y una vez me seco, me dirijo a mi habitación. Envuelta en una toalla y agarrando mi cabello en una cola algo revuelta, me tiro sobre la cama y en menos de dos minutos caigo en brazos de Morfeo.

Cuando me despierto creo al día siguiente, me encuentro arropada hasta el cuello y sorpresivamente vestida. Las ventanas de la habitación se encuentran cerradas, pero puedo notar un destello de luz por el borde de ellas. Parece ser temprano todavía. Me siento lentamente en la cama y la cabeza me retumba con un dolor de cabeza horrible. Enciendo la pequeña lampara que se encuentra sobre la mesita de noche, y encuentro allí una botellita de agua y unas píldoras para el dolor de cabeza y suelto una sonrisa con labios cerrados. Mama probablemente me estuvo llamando anoche para ver que tal llegue a casa y al ver que no conteste sus llamadas, opto por hacerme una visita mañanera como ha hecho muchas otras veces. Me tomo las píldoras y colocándome mis pantuflas me dirijo a la cocina, de donde emana un magnifico olor a café y pancakes. Cuando llego a la cocina me detengo repentinamente cuando lo veo a él de espaldas envuelto en la preparación del desayuno.

- ¿Qué haces aquí? - es lo único que logro susurrar y él se voltea hacia mí. Su cara me mira pidiendo que por favor lo deje hablar y con actitud firme me quedo de pie donde estoy, lo que es una distancia bastante prudente de él.

- Tu y yo tenemos que hablar Dakota- dice calmado y antes caminar hacia mi baja la temperatura de la estufa. Se detiene a unos pasos de mi- hablar de verdad – dice y me acomoda un cabello detrás de la oreja.

- Ya lo hemos hecho – digo mientras mis ojos comienzan a escocer y se tornan brillosos por las lagrimas a punto de salir. Trago gordo – Si mal no recuerdo el otro día fuiste bastante enfático cuando dijiste que necesitabas un tiempo- Se pasa las manos por el cabello por el coraje que se que tiene y con el mismo tono tranquilo que me hablo al principio, lo hace ahora.

- Dakota, por favor, no es momento de victimizarnos, ambos quedamos en que necesitábamos el tiempo, y ya está, ya fue, pasaron dos días en los que no pude dormir pensando en toda la mierda de la que te culpé y-

- Y me dolió Jamie, me dolió como no tienes idea. Pensé que ambos estábamos claros, que luego de las películas no todo se tornaría precisamente mas fácil. Sabíamos que antes de oficializar lo nuestro tendríamos que superar otras batallas más. AMBOS estuvimos de acuerdo con esto. Y recuerdo claramente como hace unos días me dijiste que yo tenía la maldita culpa de lo que estaba ocurriendo. Que yo tenia la culpa de que la gente me anduviera catalogando como una puta -alzo la voz- cuando claramente la culpa de esto la tienen nuestras malditas representantes. Y claro, claro que yo también tengo parte de ella al aceptar que fuese él el que jugara a la par conmigo. Pero ¿sabes qué? Prefiero que surjan rumores por andar con ese vagabundo a que me llamen puta por cambiar de pareja todo el tiempo. Lo peor de todo Jamie, es que esta mierda la estoy aguantando por nosotros y tu solo- no lo puedo aguantar más y rompo en llanto. Jamie llega hasta a mi abrazándome fuerte y mi primer instinto es alejarlo, no quiero su compasión, quiero su comprensión, su apoyo, que no me reproche mis acciones cuando las suyas no son las más ejemplares tampoco. Pero no puedo detenerlo, me quedo entre sus brazos llorando hasta que creo que es suficiente. Porque, aunque necesitaba su espacio en estos días pasados, necesito de la misma manera su afecto. Necesito que sane mi alma herida.

One Shots- DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora