One Shots- Damie

XV

       

Nota inicial: Dakota tendría unos 15 años y Jamie unos 17.

Advertencia: Este cap puede provocar diabetes.

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Esa chica me vuelve loco. No me puedo concentrar cuando la veo o cuando la tengo cerca. ¿Hablarle? Solo lo hago cuando tengo la obligación. No es que no me guste hacerlo, las pocas veces que lo hemos hecho me ha encantado, pero soy un chico introvertido y creo que eso no me ayuda en nada. Este es mi último año en esta escuela, y he sido un tremendo cobarde al nunca haber intentado un acercamiento hacia ella. Ella es realmente hermosa. Es inteligente, humilde, talentosa y aboga por lo que cree, no importa a quien se tenga que enfrentar. Repudia la injusticia, toma cartas en el asunto, tiene los pantalones bien puestos y sus pies en la tierra. Ah, y digo esto último porque, aunque sus padres son actores renombrados, ella siempre ha recalcado que su trabajo no cuelga de la fama de sus padres. Y yo, he sido fiel testigo de ello.

Ambos estamos en el grupo de actuación de la escuela desde hace muchos años. Yo, desde que mis padres se mudaron a Los Ángeles cuando apenas tenía 10 años. Ella sin embargo lleva toda la vida en él. Unos de los primeros días aquí, cuando iba conociendo cada terreno de esta cárcel educativa, entré al teatro y ahí tuve mi primer encuentro con las dos fuerzas que me mueven hasta hoy: la actuación y ella. En ese momento yo no lo supe. Por supuesto que no... apenas era un culicagado que, de vez en cuando se tiraba peos en medio de la clase y culpaba a mi compañero de al lado. Pero ese día yo la vi, desvivirse por la actuación, hacerlo como si de eso dependiese el fin del mundo. Ella transmitía la emoción, la pasión, la energía y toda buena vibra que actuar implica. Reflejaba que no lo hacia por obligación o por seguir los pasos de sus progenitores, ella brillaba con su luz, y ese día yo sentí un escalofrió recorrer mi cuerpo que erizó todo mi vello corporal. Y aunque ese día no lo supe, lo supe unos años más tarde cuando mama murió, que ella debía ser la chica para mí.

Mamá siempre decía que las chicas son como un tesoro en el fondo del mar, que, si de verdad te interesa, debes hacer todo tu esfuerzo e ir por él, con equipo de buzo y todo. Pero que ir por el tesoro, no implicaba que ellos estarían allí para ti... que si al intentar sacarlos, no cedían, no podías forzarlos. Significaba que no te correspondían, que no eran para ti y debías seguir buscando. Y justo por esto es por lo que sé, que tengo que intentarlo. Ella siempre ha estado allí, y para mí (aunque me esté dando cuenta un poco tarde) eso es una señal del destino o algo parecido. Cuando mama murió, recuerdo que no esperaba que nadie de la escuela viniera a visitarme. Era aún bastante nuevo en la ciudad y no tenía muchos amigos en la escuela. Pero ese día ella vino a casa totalmente desinteresada, totalmente sincera y hasta un poco tímida al principio. El día después que enterráramos a mamá, Dakota vino con su señora madre quien la trajo hasta la puerta y conoció a mi padre. Desde mi cuarto, escuche a la señora Melanie decirle a papá, que su hija había insistido en venir a verme. Le había dicho que nos conocíamos de la clase de teatro. Cuando escuche que papá le indico la dirección a mi habitación, aunque me encontraba tirado en mi cama sin ganas de hacer nada ni de hablar con nadie, sentí los latidos de mi corazón acelerarse súbitamente. Ese tiempo era muy sagrado para mí pues quería recordar y llorar a mi madre hasta que me quedase sin lágrimas. Pero luego de escucharla golpear la puerta un par de veces y gritar mi nombre, me pare de la cama arrastrando mis pies y abrí la puerta. Ella no me miraba con pena como los demás, no me miraba con compasión. Ella sin embargo vino con una sonrisa en su rostro que me subió el ánimo al instante, y en ese momento, mi único instinto fue abrazarla... abrazarla fuerte y no soltarla jamás. Pero sentí que llevaba mucho tiempo envuelta en mi abrazo y capaz eso la incomodaría. Ella era mi única "amiga" y no la quería espantar. Ella apenas había cumplido 13 años. Yo preferí mantener nuestro compañerismo intacto y no hacer ningún acercamiento que pareciese inapropiado. Esa tarde ella entró, habló conmigo como nunca lo había hecho, me contó cosas locas que hacían sus hermanos (que eran muchos) y me reí mucho, me puso al día con el material nuevo que habían explicado en la escuela, me hizo sentir feliz en un día horrible. Incluso me hizo recordar y compartir lo feliz que era mamá y lo mucho que le gustaba compartir cada pequeño momento con nosotros. Y yo lloré, no solo por los recuerdos... si no por las buenas memorias que quedaron en mi mente y en mi alma guardadas. Dakota me escuchó de verdad... cada segundo. Y estuvimos tantas horas hablando que llegó la noche y ni nos dimos cuenta. No fue hasta cuando papá vino y tocó la puerta para avisar que la señora Melanie había venido a buscarla, que nos percatamos en lo rápido que había pasado el día. Y cuando llego ese momento, yo me congelé un poco, lo admito. Pasar tiempo con Dakota me había hecho sentir extremadamente bien, relajado y en paz. Era como si estar con ella fuera un templo y ella fuese mi religión. Dios, esto es muy profundo, creo que me estoy volviendo loco.