🌼 Special 🌼

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🌼 Género: Romance
🌼 Palabras: 950w
🌼 Sinopsis: Es un día como cualquiera y sin embargo es especial.
🌼 Esta viñeta tal vez tiene muy poco del fanart que la inspiró, pero realmente me ha gustado el resultado. Ojalá a ustedes también.

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Del mismo modo que un periquillo solía repetir todo cuanto aprendía y desesperando a todos cuanto le rodeaban, Oh Zi Tao solía pregonar a los cuatro vientos — incluso cuando eran tiempos de bochorno y el viento era algo casi inexistente — que su pequeño hermano menor, odiaba el cereal y las galletas de la suerte.

Quizás porque era en sus cajas o envoltorios donde todo tipo de cosas podían ser encontradas o quizás porque otra de las cosas que Sehun odiaba era la alegría, el afecto y casi toda emoción humana positiva.

En realidad, Sehun jamás había negado a nadie que escuchara a su hermano, que no odiara el cereal o las famosas galletitas de la fortuna, pero quizás, debería haber aclarado que específicamente detestaba con creses las tontas, cursis y genéricas frases sacadas de cajas de cereal y el crujiente interior de las galletas sin forma.

Las estúpidas líneas de autoestima y palabrería reducida a — con suerte — 50 palabras de todo el maldito diccionario. Cosas como «Sonríe. Alguien podría enamorarse de tú sonrisa» o «Si quieres el arcoíris, primero debes atravesar la tormenta». Mucho peor que eso, sin embargo, era esa línea que a Tao le gustaba repetir y que lograba que Sehun casi vomitara al escucharla.

«Vive como si fuera el último día...»

¿Por qué demonios iba a ir por la vida pensando que ese sería el final? ¿Quién con todo su juicio estable, andaba por las calles pensando en su muerte?

Por supuesto, alguien con la necesidad de tener un día especial para excusar los actos tontos. Tan tontos como los chocolates en San Valentín, los buenos deseos en Navidad o las hermosas flores en un funeral. ¿Es que no era posible amar sin pensar en el final de ese sentir? ¿Dar afecto sin esperarlo de vuelta y mucho mejor, sin obligar a alguien a darlo? ¿Acaso no se podía recordarle a una persona cuán bella era, con flores adornando sus manos sin necesidad de haberla perdido?

Vivir como si fuera el último día... Hacerlo casi parecía equivalente a no tener sueños o metas a futuro. Y no era como si Sehun creyera infantilmente en la inmortalidad. Tan en la del cangrejo, pero jamás en la suya.

Y aun así, Sehun solía vivir su día a día sin hacerlo parecer el último que pasaría. Iba y venía en la rutina de su existencia — a veces aburrida y otras ocasiones más entretenida —. Caminaba por las calles sonriendo cuando le placía, dando flores cuando le nacía o repartiendo palabras y abrazos cálidos cuando su corazón necesitaba expresarlo.

Todos cuanto le rodeaban lo sabían. Nadie a quién quisiera sería ignorante de ello e incluso a quiénes detestaba, ya sabían a qué atenerse con él. Personas como Tao — quien solía decir que sólo limitaba a vivir por vivir — quizás tildarían de amargura o apatía a su negativa para dejarse endulzar por líneas que no eran más que bellas palabritas escritas en un papel, pero ya se sabía que Zi Tao era uno de esos entes que basaba su existencia en dar amor. O recibirlo.

Y Sehun no protestaba principalmente porque era parte primordial de sus filosofías, vivir y dejar vivir.

— No vayas a moverte. Jamás he afeitado a nadie que no sea yo... — sonrió Luhan sobre su regazo, con esa mirada de ciervo que poseía muy fija en sus mandíbula y la lengua de fuera, en plena señal de concentración. Sehun sonrió desde su lugar y limitando su respuesta a un simple ruidito de garganta, aguardó paciente a porque el chico que sostenía con firmeza pero con infinito amor, terminara con lo que hacía.

Fuera de aquel pequeño apartamento, mezclados en la monotonía de sus vidas y vagabundos bajos la luz de un día como otro cualquiera, los ciudadanos de Seúl ya habían comenzado con su típica rutina de fin de semana. Pero ahí — entre las cuatro paredes de una morada que dulcemente llamaban hogar — Sehun y Luhan se hallaban inmersos en su propia cotidianeidad.

Esa bella forma de vivir en la que no existían los días genéricos ni frases metidas en cajas de trigo procesado. Y es que, la suerte de Sehun tal vez fuera inmensamente grande o su destino divinamente perfecto porque sin pedirlo, sin buscarlo entre estrellas o manos de tarot, Luhan había llegado a su vida compartiendo algo más que el gusto a beber café a la 4 de la tarde en la cafetería del centro.

Compartía con él su idea de vivir por vivir y no proyectar horizontes que simplemente jamás deseaban alcanzar.

En lugar de esos, Sehun y Luhan vivían como se vivía cualquier otro día. Sin fechas especiales, sin ocasiones para celebrar en días calendarizados, sin absurdas frases baratas o actividades estandarizadas.

Hacían las compras los días lunes — a medio día, en el espacio de comida que tenían en sus empleos —, desayunaban en la cama y veían películas en portugués — aunque ninguno de los dos hablara el idioma —. Reían de los buenos y de los malos chistes, temían a las ardillas y a los mamuts, y absolutamente, decían «Te amo» cuando todos creerían que no era el momento adecuado.

Mientras Luhan se atragantaba con las palomitas en el cine o cuando Sehun se volvía loco buscando las llaves en el horno de la estufa.

Sencillamente, se amaban como se amaban todas las parejas, con la única diferencia que cada día que pasaban — los 364 que llevaban la cuenta — era especial. Hunhanmente especial. 

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Nubes de Athúcar || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora