🚉 Fear in the subway 🚉

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🚉 Género: Romance | Fluff | Anti!Bullying | NO!AlAcosoSexual
🚉 Palabras: 1.4K
🚉 Sinopsis: Luhan tenía una razón para odiar viajar en tren, hasta la mañana en que Sehun se atravesó en su camino.

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Y allá va él. Corriendo de nueva cuenta por las calles de la ciudad, enfundado en el bonito abrigo que Baekhyun le regaló una Navidad atrás y con los cabellos castaños completamente alborotados. Es tarde — de nuevo — y Luhan sabe que en esta ocasión Chil Hyun no será tan condescendiente como vuelva a aparecerse tarde por la oficina. «No es muy difícil poner una buena alarma... ¿Sabes, Luhan?»

No ha puesto un pie en terrenos de la empresa y el chico ya puede escuchar la severa voz de su jefe de departamento riñéndole desde... bueno, desde no muy temprano por la mañana.

El tren de las 08:20 está por partir y Luhan se regaña porque detesta realmente viajar en el subterráneo. Por supuesto, no puede costearse los gastos de coger un taxi cada bendita mañana que se le hace tarde, porque todo lo que paga por un viaje con embotellamiento incluido bien se lo puede ahorrar montando el subterráneo que lo lleva a todos lados.

Y es que, ya sea en China en Japón o en Corea, viajar en subterráneo es realmente agradable, o al menos así se supone que debería ser.

¿Quién demonios le dio permiso a Yi Fan para no seguirle haciendo de chofer a su pequeño hermano? Desde que el rubio consiguió un empleo decente y se había decidido a ir en serio con Kim Junmyeon, Luhan había pasado a un segundo plano que su bruto y gigante hermano había argumentado con un «Ya estás bastante grandecito para que te tenga que estar llevando... Además, Jun no tiene auto» para decir que no pretendía seguirle llevando y recogiendo del trabajo.

En su momento, Luhan no había hecho más que patalear quedito y hacer bultitos con los labios, porque si su hermano fuera un poquito más tierno y diez veces más sensible habría podido darse cuenta que lo que Luhan odiaba de viajar en subterráneo era toda la pila de ropa que tenía que echarse encima. ¿Quién no iba a preferir llevar un ligero suéter para viajar en carro con Yi Fan, a estar cargando sudaderas, chaquetas y abrigos para ir en subterráneo? Una vez, Chanyeol le había dicho que no era necesario abrigarse tanto para ir en metro pero las malas experiencias le habían hecho saber a Luhan que hacerle caso a su gigantonto amigo, no le iba a convenir en lo más mínimo.

¿Cómo olvidar aquella vez que viajó en metro usando sólo un bonito suéter rosa que combinaba con su camisa blanca y terminó bajando tres estaciones antes que la destinada inicialmente? ¿O esa vez en que ni siquiera pudo abordar su tren por culpa de la camiseta azul cielo que se ceñía perfectamente a su cuerpo?

Por donde quisiera husmear, siempre que las memorias de Luhan reparaban en sus viajes en subterráneo, la misma sensación escalofriante alcanzaba a estremecerlo. Porque siendo un chico lindo — «Un precioso ciervito baboso» como solía decirle Yi fan cuando andaba de buenas — Luhan era muy consciente de lo que provocaba en las personas. Piropos, chifliditos que lo hacían sentir más animal que humano, miradas pervertidas y comentarios obscenos, el castaño de rostro como Bambi solía ser siempre el blanco de los más asquerosos idiotas que viajaban en subterráneo.

¿Qué podía hacer él? Por más que odiara vestir de tonos oscuros, no tenía otra opción si de ir en metro se trataba y ya ni siquiera contaba con su hermano porque el amor y el empleo lo traían medio apendejado.

— Uf... Quisiera ser sol, para darte todo el día, precioso —

Y ahí iba otra vez. ¿Acaso su súper inmenso abrigo negro no bastaba para ocultar los jeans ajustados, el suéter rosado y las zapatillas blancas? Rodando los ojos, Luhan acomodó correctamente su maletín sobre su hombro e intentó por todos los medios no mirar más en dirección del tipo alto que estaba frente a él, recargado en la puerta opuesta del metro. Vagamente, sus ojos viajaron por todo el vagón buscando un sitio libre donde tomar asiento porque, joder, le faltaban todavía seis estaciones y no deseaba pasar todo el camino sintiéndose así de nervioso.

«Te dije una vez que tomaras clases de defensa personal con Yixing... Si no me vas a hacer caso en eso, al menos intenta no verte tan bonito. Entonces nadie te mirará...» le había dicho Yi Fan, la primera vez que le comentó sobre el acoso que sufría cuando viajaba en subterráneo. Y es que, aunque Luhan montaba buses, taxis y uno que otro auto — de alguno de sus amigos — ninguno, absolutamente ninguno, era un medio de transporte tan molesto como el subterráneo.

Esa mañana, había intentado hacerle caso al bobote de su hermano y había pasado del eyeliner, del polvito que ocultaba sus diminutos granitos de la frente e incluso había metido la botellita de perfume en su maleta para rociarse un poquito cuando estuviera seguro en el baño de la empresa, no antes.

El sonido obsceno de unos labios jugueteando lo hicieron girarse y ahí — tan cerca que en cuanto las personas que los separaban ellos bien podrían estar frente a frente — un hombre muy alto, corpulento y de mirada perversa dirigía sus acciones hacia el pobrecito Lu. ¿Por qué demonios le jodían tanto? El castaño estaba seguro que más que su apariencia débil, eran sus rasgos finitos y el letrero que llevaba en la frente dónde bien podía leerse: soy gay. Cosa que por supuesto, hacía tanta gracia a los machitos que se creían que podían tratarlo como si fuera mujer.

Apunto estaba de decidir que era mejor bajar en la siguiente estación, cuando un cuerpo atlético se posó frente a él y junto a este, una fragancia tan varonil como conocida que Luhan no quería reconocer en ese momento porque era simplemente imposible que se tratara de la misma persona. Mucho más nervioso que un momento atrás, Luhan alzó la mirada sólo para encontrar a Oh Sehun — jefe del departamento de Finanzas — mirándole desde arriba con ese ceño fruncido que se le miraba todo el día.

Portando un abrigo negro a su medida, traje gris y camisa blanca debajo de este, rubio y de piel blanca como un témpano de hielo, Sehun era el blanco de muchas habladurías dentro de la empresa porque aunque se tratara de uno de los jefes de departamento más talentosos y joven de todos, también era el más temible y apático, incluso entre los de su rango. Casi como si no bastara con ese hecho, Sehun era el platónico de Xiao Luhan que amaba cuando Chil Hyun lo hacía servir café en las juntas de departamentos para poder siquiera ofrecerle una bebida a su amor secreto e intercambiar una serie de soniditos extraños, al menos.

Un nuevo tronar de labios, un rechinido al explotar un beso y el sonido de saliva siendo embadurnada. Luhan se estremeció y frente a él, Sehun rodó los ojos alejando su mirada de sí y dando un ligero paso al frente, muy cerca de él.

— Por favor, no te vayas a asustar. Sólo cierra los ojos. Te diré cuando debamos bajar — la voz de Sehun dirigiéndose hacia él, casi logró que Luhan se desmayara en ese preciso momento, aunque por supuesto, fue bueno no hacerlo, ya que el verdadero colapso vendría después.

Haciendo gala de una habilidad temible, Sehun paso su mano por el interior del enorme abrigo de Luhan y atrayéndolo a su cuerpo, dejó que impactara contra su pecho, antes de mover el mismo las manos del castaño de modo que Luhan se aferrara a su cintura para no caer. Entre ambos abrigos, Luhan sentía que Sehun acababa de meterlo en un inmenso saquito tan cálido y seguro que inconscientemente, su cabeza se giró para quedar con la oreja puesta contra el pecho de Sehun, escuchando los erráticos latidos de su corazón.

¿Sería que su jefe podía sentirse nervioso con él entre sus brazos? ¿Lo haría del mismo modo en que Luhan lo hacía?

De repente, los ruiditos, las miradas, el miedo, nada de eso importaba, nada de eso existía. Porque mientras Luhan permanecía entre los brazos de Sehun, se le antojó quedarse ahí por siempre, como un cachorrito entre los brazos de su dueño, como un pobre niño encontrando un refugio. Llámenlo loco, pero Luhan podía asegurar que ese era justamente, el sitio al que pertenecía. Tal vez, y sólo tal vez, Xiao Luhan había nacido para vivir entre los cálidos brazos de Oh Sehun.

Sonriendo, disfrutando plenamente del momento y notoriamente más tranquilo de haber acudido a su rescate en el momento indicado, Sehun sonrió. Porque el también creía que el lugar de Luhan, estaba con él. Solo con él.

— Continuará —

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Nubes de Athúcar || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora