🎉 HBD, Hun 🎉

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🎉 Género: Romance | Fluff
🎉 Palabras: 1.1K
🎉 Sinopsis: Existen fechas especiales. Fechas demasiado especiales. Esas, que por nada del mundo se pueden olvidar.
🎉 #HappySehunDay

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La luz que asoma por encima de los autos, cambia de nuevo. El amarillo que anuncia la intermitencia da paso al rojo y los autos se detienen por tercera ocasión en un cuarto de hora.

Luhan mira el reloj de la pantalla digital que posee su buen sistema de radio, maldiciendo para sí que el idiota de Junmyeon no le haya permitido salir sin antes haber terminado aquella última pila de reportes y que la tonta empleada de la pastelería se haya atrevido a alterar completamente el pedido que realizó con antelación. Casi como si lo necesitara, el embotellamiento parece no darle tregua para avanzar y atravesar el poco pero significativo tramo que le resta para llegar a casa.

Es tarde, pasan de las seis. Y como el tiempo siga avanzando, él volverá a casa mucho antes que Luhan. «¿Por qué San Siwon? Soy un fiel creyente. Te rezo el Siwon nuestro siempre, antes de dormir. Y voy a pisa como todo buen devoto de Dios. ¿Por qué eres así?» piensa para sí, cuando la luz vuelve a cambiar y sus manos aprietan fuertemente el volante, muy dispuesto a hacerse pasar por alguno de los chiflados de Rápidos y furiosos con tal de acelerar y dejar atrás las atestadas calles de la ciudad.

Dos cambios de luz después y con toda la seguridad que ya es bastante tarde para ejecutar su plan, Luhan deja atrás el atascamiento y su auto se desliza veloz para llegar a su hogar. Apenas divisa su cajón de aparcamiento — en el garaje del edificio donde vive —, acomoda el auto y apura sus movimientos mientras toma del asiento la caja de pastel, su abrigo y su maleta.

Gracias a San Jackson — porque San Siwon le viene fallando últimamente — el ascensor funciona con normalidad y en un santiamén, Luhan sube de la planta baja hasta el cuarto piso apurando los pasos al final del pasillo y abriendo la puerta con el suficiente sigilo. El reloj del microondas marca el cuarto para la hora, lo que significa que en minutos el chico con quién vive finalmente aparecerá.

Entonces vuelve a las carreras. Deja las cosas el trabajo sobre la cama, se saca la corbata y se cambia la camisa por una remera ajustada que aunque usa para descansar, realmente le sienta perfecta. Redirige sus pasos a la sala, llevando aquel sobre que recibió por la mañana y buscando con la mirada un pastel que aguarda por él. A su paso, paredes y muebles reflejan su estado — aquel estatus civil que Yi Fan se ha encargado de definir como empalagosamente enamorado — a través de las fotos que ha colocado por aquí y por allá.

Imágenes en sitios que al recordarlos, le roban sonrisas. Memorias paralizadas que reflejan solo una pequeña parte de su completa felicidad. Portarretratos que enmarcan con cursi añoranza, todos esos instantes que lo hacen sentir pleno. Algunas fechas en las fotografías le son ya indiferentes, porque lo único que le atañe es el recuerdo de lo que hacía cuando se decidió retratar para la posteridad. No obstante, también hay fechas que Luhan jamás podrá olvidar.

Fechas tan importantes, tan mágicas y vitales que es imposible pasarlas por alto en determinado momento. Fechas como esa, eventos que hacen a su corazón acelerar y dar gracias por lo que sea que haya hecho en vidas pasadas para vivirlas en una época que atesora de verdad.

La puerta se abre. Luhan toma asiento y con el mechero, hace que las velas se enciendan sobre el pastel. 24 velitas para ser exactos. Entonces, Sehun entra en el apartamento con los pantalones de vestir que le ajustan en la cintura y la camiseta juvenil que refleja que se ha cambiado antes de volver a casa. Y es que, el chico odia realmente la vestimenta formal por lo que suele llevar ropa cómoda debajo de la misma o mudas para cambiar al salir de trabajar. Luhan sonríe mientras aprecia la cazadora negra que le da pinta de motero y casanova, reflejando un pasado que es del todo lejano y una de las muchas razones porque fijó su atención y entregó su corazón.

— ¡Feliz cumpleaños, Hun! — exclama Luhan, con la mirada de su marido puesta en él y su sonrisa apareciendo al encontrarse con la suya.

— Así que por esto Hoseok cree que subes como atolondrado — se mofa y se acerca, mientras Luhan maldice al vecino de abajo que suele abrir la boca más de lo que debería. ¿Era Hoseok el tipo al que empujó al subir al ascensor?

— Calla y ven acá — le ordena — Tienes que apagar las velas y pedir un deseo — entonces palmea el sitio junto a él mientras el otro obedece porque Sehun haría todo, hasta ocultar un cadáver, si Luhan se lo pidiera. ¡Qué suerte que jamás haya recibido una propuesta así!

— ¿Un deseo, Hannie? — cuestiona — Tengo absolutamente todo en este momento. ¿Qué puedo desear que sea mejor que tenerte a mi lado? — y se inclina, cerrando los ojos para fingir que tiene algo que pedir y soplar las velas. A su lado, Luhan lo imita y se acerca a su oído, mientras susurra:

— Podrías pedir que Jung Soo aprobara nuestra solicitud de adopción —

Joder. Sehun realmente desea que aquel maldito servidor de recursos humanos apruebe su solicitud. Desea tener a su lado a un pequeño bebé para agrandar su familia. Aquella, que imaginó junto a Luhan incluso si todos a su alrededor se aferraban a decir que «Estás muy joven. Te falta vivir». Porque a Sehun no le falta vivir.

Le falta paciencia para soportar que el maldito mundo que habita le diga siempre como debe vivir. Y le sobra amor para saber que quiere tomar cada aventura — de las muchas habidas y todas esas que faltan por haber — junto a su ciervo de rostro perfecto.

Así que sopla las velas y abre los ojos. Al volverse, Luhan le muestra lo que llevan ya un tiempo esperando por ver. La solicitud ha sido aprobada, la cita en el orfanato ha sido concertada y Luhan y Sehun finalmente puede adoptar. Tienen — en forma de papel y con la firma de Park Jung Soo, su trabajador social — la oportunidad de comenzar a ampliar su pequeña familia.

— Feliz cumpleaños, mi amor — le dice Luhan, con ojos cristalino a causa del llanto. Y Sehun no se contiene, aparta el papel y besa a su pareja. Con ternura, con cariño y con lágrimas surcando por todas sus mejillas. Porque aquel día, como todos esos que han pasado desde que se conocieron un 12 de abril de hace casi cinco años, jamás lo podrá olvidar. 

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Nubes de Athúcar || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora