🍁 Sense and sensibility 🍁

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🍁 Género: Romance
🍁 Palabras: 1K
🍁 Sinopsis: Las hojas habían comenzado a caer pero Sehun y Luhan, no tenían ni un inconveniente en permanecer ahí.

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El timbre que anunciaba el término de la jornada, finalmente se había hecho escuchar. Por encima del bullicio que los estudiantes abandonando la preparatoria lograban crear, e incluso más allá del ajetreo que el colectivo retirándose dejaba a su paso, el jardín trasero permanecía en calma, con sus céspedes verdes y sus árboles de hojas brillantes comenzado a caer. La primavera iba a terminar y el otoño comenzaba a dar ya sus primeros pasos dentro del follaje estacional.

Las últimas tonadas de la última canción de TVXQ sonaba en los auriculares anunciando el cambio de melodía y ahí, completamente ajenos tanto a la salida escolar como a la caída de las hojas que revoloteaban a su alrededor, los dos jóvenes de último año, parecían ensimismados tanto en la letra como en la melodía. Cualquiera que les viera podría pensar que estaban locos o que se habían distraído de escuchar el timbre final, no obstante, la realidad no era otra más que el hecho de que ambos disfrutaban estando en ese lugar.

Mucho más desde que eran conscientes que al cierre del curso, los caminos de ambos podía ser realmente... Inciertos. Por una parte, Xiao Luhan era estudiante de transferencia y aunque sus notas eran perfectas para una Universidad en Seúl, sus padres parecían aferrados a devolverlo a China — su país de origen — a una escuela especializada en Derecho; carrera tradicional en la familia Xiao. 

Por otra, Oh Sehun era un alma libre, huérfano de padres y al cuidado de su abuela, surcoreano de nacimiento y soñador empedernido hasta el final. Si en sus manos estuviera marcharse a China, a la Luna o a otra galaxia junto al bonito chino a su lado, seguramente lo habría hecho desde que lo conoció pero ir allá dónde iba Luhan era por supuesto dejar atrás a su querida abuela y ver a la anciana sumida en la tristeza de no tenerlo cerca era algo que el chico jamás podría soportar.

Como fuera, las elecciones del destino, las carreras predilectas y todo lo que con el futuro venía, podía esperar. Aguardar hasta que el día terminara y uno nuevo comenzara. Hasta el momento en que la canción alcanzara su final y las últimas hojas cayeran de sus ramas. El futuro era lejano, el presente era ahora. En ese momento, en esa nota, en ese lugar.

¿Qué importaba si al final Luhan volvía a China y Sehun estudiaba Actuación en una Academia en Seúl? ¿Qué importaba si la primavera terminaba y el otoño llegaba? De todas maneras lo tendrían que vivir, de todas las formas existentes lo tendrían que atravesar. No se podía rodear la lluvia y encontrar la calma de un cálido sol, se tenía que superar la tempestad y gozar de la luz solar.

Y eso era justo lo que ambos hacían.

Se habían conocido en su primero ciclo, cuando Luhan llegó al colegio y Sehun lo vio jugando al baloncesto con Yixing y Yi Fan. Su amistad comenzó en la fila para los almuerzos, cuando tropezaron por querer ambos el último trozo de pizza que ese viernes servían. Conectaron desde el instante en que descubrieron que ambos amaban el té de burbujas — sabor chocolate y en vaso grande —. Se enamoraron como se enamoraban los niños sin darse cuenta y con toda intensidad.

Jamás le dieron muchas vueltas a su bonita relación, jamás miraron más allá de ellos al formalizar un noviazgo y nunca — absolutamente — temieron por los prejuicios de su cerrada sociedad. Quizás el padre de Luhan quisiera devolverlo a China precisamente por ser homosexual y la abuela de Sehun se preguntara porque los vecinos miraban tan extraño a su pequeño nieto. Más como muchas otras cosas, aquello no importaba. Y es que lo que contaba era lo que ambos sentían; el intenso sentimiento que los unía como a dos imanes y esa sensibilidad tan fundamental con que podían percibir lo que el otro percibía.

La nariz fruncida cuando algo no gustaba a Luhan, las cejas muy juntas cuando Sehun se molestaba. Los labios apretados en una fina línea cuando el chino se encelaba, los ojos incendiados en llamas cuando el coreano estallaba. El vello erizado en sus nucas cuando sus manos se tocaban, las puntas de sus dedos despidiendo electricidad cuando clamaban por encontrarse o el suave temblor de sus labios cuando gritaban por besarse.

Xiao Luhan conocía a Oh Sehun, como este le conocía a él y no necesitaban nada más para dar por hecho que juntos o distanciados, ocultos o expuestos, fuertes o débiles, encararían al mundo como llevan haciendo. Ajenos a las habladurías, desinteresados de los que les observaban.

Siempre pendientes de las miradas que decían todo sin decir palabras cuando sus ojos se encontraban; tan enamorados el uno del otro que si estaban juntos nada más interesaba. Unidos por un mismo sentimiento, sensibles a la intensidad con que este los ataba.

Escuchando una suave canción ocultos de todos. Tomados de las manos mientras Luhan se tumbaba en las secas hojas que caían sobre él y Sehun se sentaba a su lado, con la distancia exacta para acariciar sus cabellos y mirarlo a la cara; a ese rostro delicado y detalladamente esculpido en mármol, para hacerlo perfecto incluso si era imperfecto.

— ¿Me amarás por siempre, Sehun-ah? —

— Xiao Lu, yo te amaría incluso si no te conociera. Mi mera existencia fue creada para amarte, para encontrarte en cada vida que pueda tener, buscarte hasta en los rincones más profundos de las galaxias y amarte incluso si eres mucho más de lo que merezco o si soy mucho menos de lo que puedes tener —

— Almas gemelas, les llaman, Sehun-ah. Porque puedes tener por seguro que te encontraría si no me buscaras, que te obligaría a amarme si no lo hicieras. Y que absolutamente, sería todo lo que tuviera que ser para pertenecerte como me perteneces a mí —

— Te amo, Luhan. Con todo mi corazón... —

— Y yo te amo a ti, Sehun-ah, con todo mi cuerpo y con todo mi ser. Y estoy incluyendo mi alma, en cada cuerpo que la vida me dé al renacer... —

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Nubes de Athúcar || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora