😈 You are mine 😈

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😈 Género: Romance | Fluff | Escolar
😈 Palabras: 1.2K
😈 Sinopsis: Minseok estaba a punto de decirlo, cuando Oh Sehun apareció para reclamar lo que era suyo.

😈

— ¿Luhan? —

Y ahí estaba él. Sentado a espaldas del pupitre de Kim Minseok, charlando con su amigo sobre si el sábado irían de compras junto a Baekhyun y Tao o si preferían permanecer en casa de alguno, con películas cursis y tratamientos faciales, aparentando que prestaba atención cuando, en realidad, su mente solo podía intentar procesar lo que había ocurrido esa mañana.

La mota de timidez, la cajilla que contenía pastel de trufa y esa sonrisa deslumbrante que supo romper a Sungyeol. ¿Cómo había sucedido? Si le preguntarán, Luhan bien podría decir que él realmente creía que Myung Soo invitaría al baile a Sungyeol, no pudiendo imaginar que, a última hora, L decidiría llevarlo a él.

Ahora, Luhan no sólo no tenía idea de cómo lo iba a rechazar, sino que además, era culpable por haberle roto el corazón a Lee Sungyeol.

— ¡Luhan! — exclamó Minseok de vuelta, con más ahínco del necesario, pero sin conseguir llamar la atención del chico que frente a él, parecía hallarse librando una dura batalla interior.

Por supuesto, no lo culpaba. Minseok creía que si a él le hubieran propuesto ser el acompañante para el baile de primavera, a costa de romper un corazón dulcemente enamorado, él también se encontraría perdido en sus cavilaciones, intentando encontrar más de una explicación.

Por suerte para él, cuando Jongdae había decidido que era el momento oportuno para lanzar una declaración, ningún tercero sufrió decepciones ni Minseok tenía nada que pensarse respecto a Chen. Es decir, Jongdae sin Minseok no era Chen y Minseok sin Jongdae no era Min. Y el ChenMin no podía no ser real, en esta o en ninguna otra historia.

— Gege~ sé lo que estás pensando, pero... —

Completamente consciente de que Luhan no permanecía atento a sus palabras y existiendo la posibilidad de que su castaña cabeza no fuera a procesar nada de lo diría, Minseok quería creer que, al menos, su chino inconsciente le prestaría atención. Porque en realidad, era de suma importancia que su amigo supiera lo que estaba por decir.

Y es que, sin importar cuanto Luhan lo pensara, las cosas no iban, ni podían cambiar. Si el de cabellos castaños y ojos de ciervo realmente pretendía romper a Myung Soo por salvaguardar el silencioso amor de Sungyeol, entonces debía hacerlo meramente por eso y nunca por esperar a que Oh Sehun llegara a declararse.

Huraño y retrasado desde la perspectiva de Minseok, Sehun era uno de esos babosos amigos que no podía evitar que Jongdae tuviera y más aún, al que su mejor amigo profesara un platónico amor. Uno que con el tiempo, había perdido a Platón de la oración para convertirse en esa extraña (pero romántica, según Luhan) relación que se basaba en citas que no era citas tras terminar las clases o muy lejos de dónde alguien conocido les pudiera advertir.

Y es que, cuando no se encontraban solo ellos dos, Sehun tendía a ignorar tanto la presencia de Luhan como si el chico no existiese y asistiera a su misma escuela.

Acababa de abrir la boca para exponer su argumento tan sustancial, cuando la puerta del aula se abrió de un portazo y en lugar de tratarse del profesor Kim, fue Sehun quién cruzó por el sitio a grandes zancadas, alardeando de poseer en su esbelto cuerpo de fideo un metro ochenta y pico de altura.

Castaño y prepotente como sólo él, el chico se plantó frente a ellos, dejando a Minseok sin saber en realidad, si debía ofenderse porque Luhan advirtiera al recién llegado por su mera presencia como no había hecho con él, su jodido mejor amigo, quién había perdido valiosos minutos charlando con la mesa.

Visiblemente agitado — porque cruzar desde su edificio hasta el de ellos, no debía ser sencillo — Sehun recobró el aliento apenas detenerse junto al pupitre de Luhan, un segundo antes de sujetar con fuerza las solapas del saco del su mayor y atraerlo hacia sí para juntar sus labios en un beso que a Minseok, le antojaba salir a buscar y besuquear a Jongdae.

Mientras tanto, el mundo alrededor de Luhan parecía desaparecer en tanto los labios del chico que amaba en silencio se movían sobre los suyos, demandando con apuro que devolviera la caricia como pudiera imaginar en no corresponder. Sin dudarlo, aquella no era la primera vez que besaba a Sehun y por San Siwon, que Luhan no deseaba que fuera a existir una última.

— Eres mío, Luhan — siseó Sehun apenas separarse y brindarle un breve instante para coger aire antes de asirlo para levantarle por completo de su asiento y abrazarlo como si no deseara dejarlo ir nunca más — Eres absolutamente mío. No vayas a olvidarlo, que ya yo me encargaré de recordárselo a Kim Myung Soo —

Y sí. Luhan sabía que aquella era una amenaza que debía detener antes de que el castaño cumpliera lo dicho y tuviera que disculparse frente al amable Myung Soo, no obstante — y sabiendo también que había mucho que charlar con Sehun — en esos momentos, lo único de lo que era capaz era de sonreír como un reverendo idiota. Después de todo, Sehun le había dicho exactamente lo que deseaba escuchar y la razón por la cual habría rechazado al mismísimo L o cualquier otro pretendiente secreto.

— Señor Oh, ¿se puede saber que está haciendo aquí? — gruñó entonces el profesor Kim, apareciendo a media puerta y manteniéndola abierta mientras mandaba al menor a marcharse de ahí — Haga el favor de volver a su aula o tendré que enviarlo a detención —

Con un suspiro que en ningún momento alcanzó a borrar la sonrisa tan brillante que se había dibujado en sus delgados labios, Sehun dio un último apretón al cuerpo de Luhan, antes de besar tiernamente su mejilla y dejarlo ir para salir él mismo de ahí.

— Sólo estaba deseándole un buen día a mi chico, profe — sonrió, sinvergüenza — Cuídelo bien, hay demasiados ladrones rondando por ahí. Ya vengo yo por él al terminar la hora —

Y entre risas y burlas, Luhan siguió la ancha espalda de Sehun hasta dejar el aula que parecía muy ajena a la migraña instantánea que estaba padeciendo su profesor.

Con órdenes de tomar sus respectivos asientos y abrir los libros en la última lección, Luhan miró a Minseok un momento antes de obedecer y recordar que Sehun era un completo gamberro. Un vago desinteresado lo bastante impulsivo para actuar sin pensar y fue sin pensarlo, sólo dejando su asiento de un brinquito y precipitando su cuerpo a la salida, que Luhan alcanzó la puerta en el momento exacto en que el profesor le miraba para preguntar:

— ¿A dónde cree que va, joven Lu? —

— ¡Pues a salvar el pellejo de su hijo, profesor! —

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Nubes de Athúcar || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora