Un capítulo más

6

Suspiro con resignación antes de acercarme a la mesa.

-¿Qué desean pedir? -Siento la mirada intensa de cierta persona de ojos color carbón.

No voltees.

-No se preciosa. ¿Tú que me recomiendas? -Sonríe de forma perezosa -Auch. ¿Me acabas de golpear John? -Se giro indignado hacia uno de los mellizos que le había golpeado la cabeza.

-Dejala en paz hombre si no quieres morir -Mire al chico extrañada mientras este me daba una sonrisa de disculpa. -Quiero dos hamburguesa con papas fritas y dos cervezas. ¿Y tú hermano simplón? -Sonrió hacia el otro chico.

Este giro enfadado a mirarlo.

-Joder, te dije que no me llamarás así. -Nego con la cabeza antes de mirarme. -Unos nachos están bien.

-Anotado. -Me giré a mirar al amigo que me había hablado para pedir - ¿Y tú?

-Dos magdalenas y un batido de chocolate -Sonrió como un niño pequeño y me dio tanta ternura que automáticamente le sonreí en respuesta cosa que lo hizo mirarme con adoración. Raro.

Suspire antes de girar hacía Dylan.

Este me miraba molesto por alguna razón.

-Una coca-cola - sus ojos subieron al techo de nuevo.

Maldito ingrato.

- Ahora les traigo su comida.

Giré sobre mis talones para ir a la cocina escuchando un eres un maldito idiota de parte de alguien.

Dylan era un maldito capullo que no podía mirarme a los ojos. Bien.
Yo no podría ir a dejarle su pedido ni en un millón de años.

Entre en la cocina con ese pensamiento sólo para encontrarme a Romina comiéndose la tarta de chocolate que Mani había dejado la semana pasada en el refrigerador.

Pegó un pequeño salto, pero se relajo al ver que sólo era yo.

-¿Qué? -alzó una ceja al mismo tiempo que yo hacia lo mismo. - Bueno ya. Tengo hambre, ¿contenta? -dicho esto le pego otros mordida a la tarta. Era increíble como sólo ella podía parecer una modelo comiendo como un camionero. -¿ y lios shicos wenorros? -hablo con la boca llena.

- Por favor procura masticar eso antes de hablar -le pase una servilleta. -Hablando de eso...

-No.

-Ni siquiera sabes lo que te iba a decir -le pegue al piso con mi pie derecho mientras hacia un pequeño puchero.

Siempre sucedía eso y lo odiaba, todos pensaban que eran berrinches de niña y es que aunque había intentado cambiar esa costumbre me salía de forma inconsciente.

- Bueno, ¿entonces qué es? -metió la tarta de nuevo a la caja y se giro a verme mientras se cruzaba de brazos.

Sabía que estaba haciendo un gran escandalo por esto pero la verdad no tenía ganas de ir a atender a Dylan y volver a sentirme ignorada -había pasado mucho tiempo desde que había dejado de llorar por eso.
Romina sabía suficiente de la historia para entender que esos dos individuos habían afectado mi vida al nivel de haber tenido una depresión severa; ella junto a Mani habían vuelto a abrirme los ojos y hacerme ver que si las personas se iban de tu vida era por una razón -y más si esas personas se fueron sin darte una señal de que había pasado en una amistad de años cuando todo parecía ir bien.