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Para que vean que si cumplo mis promesas les tengo otro capítulo. ¡Espero que lo disfruten!

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-¡Orden de la mesa cinco!- gritó Mani desde la cocina.

-¡Ahora voy! -grité de regreso. Le sonreí a la señora que atendía, y me giré para tomar ese pedido.

D'Angels era un restaurante-bar que se encontraba a cinco cuadras de mi casa. Era un pequeño local donde podías tomarte una copa después de un largo día de trabajo, o comer algo con tus amigos. Tenía una temática un poco rústica con elegancia, a Dereck le encantaba el color naranja; como había visto el primer día, y por esto había pintado el local de ese color con diseños blancos. Contaba con una cocina, una oficina -donde pasaba la mayor parte del tiempo Dereck-. Un almacén de inventarios, y un pequeño cuarto donde los empleados podían ir a comer en su medio tiempo; Dereck era un gran amigo y el mejor jefe del mundo, siempre tenía consideración por lo que sus empleados, pensar en sus necesidades, y le gustaba estar actualizado de todo lo que pasará en este siglo; mucho tiempo habíamos pasado Mani y yo intentando enseñarle como se usaba facebook y MySpace. Le había puesto al local un techo de madera donde colgaban pequeñas luces amarillas y azules haciendo ver como si al girar la cabeza hacia arriba estuvieras viendo las estrellas, tenía una barra en medio del local donde Mani se encargaba de preparar bebidas que los clientes le pedían, y alrededor se encontraban mesas colocadas estratégicamente para que pudieras mirar a la pista de karaoke al fondo del local: justo a un lado de la cocina.

Había conocido al señor Dereck- dueño del restaurante-bar-, cuando tenía quince años; mi madre había dejado de pagar el recibo de la luz y aunque esto había pasado otras veces esta fue la primera vez que- después de ver que se quedaba en su habitación sin salir-, tuve miedo. Porque no era normal que ella faltara tanto a su trabajo, lo más que había pasado eran tres días -tiempo después me entere que la habían despedido. Recuerdo que ese día camine por unos cuantos locales y haber preguntado si necesitaban ayuda, pero al saber mi edad decían que no podían darme empleo porque era muy chica o debería estar estudiando, había perdido las esperanzas hasta que entre a comprar una rosquilla con los únicos cinco dolares que llevaba encima; no era de comprar en la calle porque sabía que en la casa podría ser falta hasta lo mínimo, pero ese día había salido sin comer y comenzaron ha aparecer pequeños puntos negros en mi visión.
Había mucho alboroto en el restaurante así que había decidido tomar asiento en una mesa alejada que daba justo a la cocina. Estaba esperando que nombraran mi pedido para ir a recogerlo ya que había poco personal cuando escuche un gritó desde la cocina; espantada corrí a ver si alguien necesitaba ayuda. Un señor de cabello castaño con algunos cuantos mechones blancos en un traje naranja con lunares blancos y una pajarita del mismo color; Dereck era un hombre de cuarenta y tres años que tenía un peculiar gusto por los trajes de etiqueta con estampados coloridos: él creía fielmente que las personas elegantes también podían seguir teniendo su escénica sin dejar de parecer soberbios, y para su edad estaba en buena forma. Estaba en el suelo lleno de harina, y algo verde viscoso se deslizaba de sus ojos -hice una mueca mientras ayudaba a que se levantara. Observé el desastre en el que se había convertido esa cocina; esto llevara un buen rato limpiarlo.

Un capítulo másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora