Aroma de desahogo

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Continuaba observando al igual que escuchando la que a su parecer era hermosa, la lluvia, sus manos frías por la temperatura de aquel día acunaban su rostro para así mantener su vista fija hacia la venta; Raúl no regreso sino hasta que todos los demás comenzaban a entrar de nuevo al aula ya que por suerte ese día tenían dos horas de clase. Por lo menos aprovecho su tiempo libre para despejarse y olvidar un poco la situación de la noche anterior.

[...]

No había dejado de llover desde hacía horas, los charcos se encontraban por todas partes del estacionamiento y caminaba por este buscando su auto sin dejar sostener con fuerza el paraguas ya que el viento era fuerte, pasado su trayecto cerro el paraguas para por fin tener unos cuantos minutos de descanso. Estaba exhausto, todo su día laboral fue solamente revisar los interminables exámenes de sus alumnos sin evitar llevarse unas cuantas muecas ¿Qué tan difícil era su materia como para tener un cinco?

Arranco el auto dejando atrás el instituto pero no su trabajo del cual estaba por seguro no le dejaría dormir, por más que estuviese abrigado y que la calefacción estaba encendida no podía evitar sentir frio, solamente ver como los árboles se movían por la fuerte ventisca y el parabrisas quedaba empapado.

Observaba como algunos estudiantes caminaban en medio de la lluvia, manejaba con cuidado por esa misma razón así que tuvo la necesidad de detenerse por unos segundos para dejar que algunos cruzaran hacia el otro extremo de la calle pero solo girar su vista se encontró con unos reconocibles ojos verdes, exactamente su alumno Ismael.

Su estado era muy diferente al habitual, su cabello goteaba, su ropa se veía completamente mojada y su expresión le hacía parecer un pequeño cachorro perdido que inevitablemente le parecía tierna al mayo y que sin pensarlo dos veces bajo la ventanilla para poder hablarle.

—Isma ¿Qué haces aquí?— Pregunto preocupado, quizá si es que tenía un percance podría ayudarlo.

—Profesor, bueno... quien viene por mí siempre no ha podido hacerlo hoy y tendré que tomar algún transporte— Se abrazaba así mismo, se sentía como un tonto ni siquiera tenía la más mínima idea de que transporte tomar pues nunca había tenido la necesidad de utilizar alguno en toda su vida. —No está permitido llevar a estudiantes pero haré la excepción, vamos, sube rápido o te congelarás ahí.

—N-no se tome la molestia, le aseguro que estaré bien no se preocupe—

—No eres ninguna molestia, sube por favor— Intento negarse de nuevo pero cuando en su cuerpo recorrió un escalofrío no tuvo opción más que entrar rápidamente al auto. —Perdón— Dijo refiriéndose al agua que escurría de su ropa la cual mojo el asiento. —Eso no importa, debes tener mucho frio, ten— Raúl se quitó el abrigo para ponérselo sobre los hombros al pelinegro, el cual agradeció sin poder evitar sonrojase —Dime la dirección.

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° °
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—Muy lindo hogar—

—Gracias profesor—

—No me digas profesor fuera del instituto, me hace sentir como un viejo mejor  dime Raúl—

—Esta bien Raúl, gracias por traerme y por su abrigo— Estaba a nada de quitárselo pero el nombrado le detuvo. —No te lo quites, cuando bajes te dará demasiado frío y no es bueno cambiar de temperatura bruscamente— Asintió sonriente, tomo este del cuello ya que le quedaba muy grande, abrió la puerta del auto y bajo yéndose bajo en techo de fuera de casa para así despedise manteniéndose seco.  —Adios Isma, espero ver en tu examen una buena nota.

—Claro que si prof- Raúl— Agito su mano despidiéndose, espero hasta que el auto desapareció de su vista y entro a la comodidad de su hogar. Subió las grandes escaleras de esta hasta llegar a su habitación, recargado en la puerta suspiro con anhelo y después volvió a abrazarse asi mismo recordando que lo cubría el abrigo, olió este y valla que era de Raúl, todo su aroma estaba impregnado en el.

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° °
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El sonido de alguien abriendo la puerta de su recamara provocó que abriera los ojos, no podía dormir ni aun estando acompañado del ruido de la interminable llovizna. —Ismael, hijo— El padre trataba de verificar que su hijo estuviera dormido, trató pero no pudo, quiso pero era imposible no llorar dejo de fingir y dejo salir de su boca un sollozo lleno de agobió. —Hijo...— Se abrazaron mutuamente sintiendo la calidez del otro, acaricio su espalda tratando de tranquilizar su fuerte llanto. —Nunca debí haber dicho eso, perdóname, perdóname por favor, sabemos que no es verdad, me he equivocado, tu madre no volverá, sé que dejo un gran vacío en ambos pero no me excusare.

Se desahogo y descubrió la manera para llorar sin tener que odiarse, aplicó lo que Raúl le sugirió, "Llorar acompañado, en los brazos de alguien" La lluvia era la única observadora en aquel momento.

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Profesor Raúl [Wisplay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora