El recuerdo...

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Habían pasado 3 años, desde que Lord Essay rompió su compromiso para casarse con otra mujer. Desde ese entonces Samantha no fue  cortejada.

Se convirtió en un lindo florero que miraba la pista desde su asiento, su tarjeta siempre estaba vacía.

—Estoy aburrida, ya no se a que vengo a estos bailes—refunfuñando

Se puso de pie se aliso el vestido y salió rumbo al jardín.

—Odio mi vida, odio a los hombres, odio estás estúpidas normas de etiqueta— protestando y dando pequeños golpes a su falda.

—No debería hablar así, no todos los hombres somos iguales— dijo una voz bastante varonil.

—Precisamente eso es lo que dicen todos— mofándose de las palabras del caballero. Sin mirar a quién osaba  meterse en su conversación con ella misma.

—Veo que tiene una lengua​ muy fina— con tono sarcástico.

—No me importa su opinión, ahora si me disculpa...me marcho.

Antes de que pudiera irse la tomó del brazo y la jalo tan fuerte que su espalda chocó contra los pectorales de aquel hombre. Samantha giro  enfurecida  y se encontró con unos profundos ojos azules que la miraban de forma lasciva, el caballero bajo la cabeza y cuando sus labios  estaban a un respingo de tocarse. Se escuchó el estruendo de una mano.

—No le permito— recalcó Samantha y volvió iracunda al salón, buscando a su madre.

Samantha queria marcharse ya no soportaba el ambiente sentía que se asfixiaba y más cuando oyó comentar que Lord Essay era de lo más feliz con su esposa, le enervaba ese nombre. La rabia le hacía hervir la sangre, estaba apunto de dar un espectáculo, cuando el hombre de haces instantes atrás se acercó para sacarla a bailar.  A la oji verde no le queda más remedio que aceptar a regañadientes.

—Otra vez usted— volcando los ojos.

—No tengo el placer de conocerla— dijo con tono sardónico.

—No lo tendrá si sigue reteniendome a la fuerza— apretando los dientes

—No estoy haciendo eso, sólo bailamos—con una sonrisa.

Cuando estaba apunto de patearlo, la música cesó y su madre se acercó.

—No puedo creer que esté aquí Lord Stanford— con un entusiasmo pocas veces visto

—Muchos años  sin verla Lady  Dorsay— haciendo una reverencia.

Samantha se preguntaba quién era ese tipo que se creía todo un encanto, muerta de la ira.

—Samantha— haciendo un ademán para que se acercase.

—Te  presentó a Lord Stanford, vuestro hermano.

Samantha abrió los ojos y se le desencajó la mandíbula, era su hermano y el muy idiota tratando de besarla—Madre yo no recuerdo tener un hermano con ese nombre—cruzando los brazos.

—Samantha, querida no seas descortés, me estás haciendo pasar por un papelón-— murmurandole al oído.

—Lo siento madre-— rechinando los dientes.

—Es  cierto que han pasado muchos años y posiblemente no recuerdes a tu hermano,  se fue a vivir con su abuelo el Conde Stanford—tratándose de dar aire con su abanico.

—Ah claro— apretando más los puños— ese viejo avaro, nada Cortés— pensó.

—No vas a decir nada— dijo su madre con un tono desafiante.

Inalcanzable AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora