Tristeza

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Las semanas pasaron y nada era como antes, Samantha se sentía despechada, frustrada, como deseaba que su destino fuera otro.  Necesitaba de John, pero pensar en su padre hacia que retrocediese y su existencia se convirtiera en tormento.

Es una verdad universalmente reconocida que nadie sabe su destino, un momento eres feliz y al otro eres víctima de los acontecimientos. Para John estar enamorado de Samantha era el mejor de los tiempos  pero también era una época de locura dada la relación entre ellos. sin embargo, el comportamiento de su "pequeña" comenzó a sembrar la duda, al punto de hacerlo sentir enfermo. Para opacar su tristeza comenzó a frecuentar amigos poco convenientes, en su mayoría libertinos, truhanes que disfrutaban acorralar a las jóvenes debutantes.

—John, otra vez llegando al alba— dijo su padre a modo de regalo mientras compartían el desayuno.

—Padre, recuerdo que me dijiste que frecuentara a mis amigos y conocidos que era necesario generar conexiones.

— Se lo que dije— con tono serio, ante la mirada de su esposa e hija.

Samantha quería reprochar el comportamiento de John, pero las últimas semanas apenas y habían cruzado palabra, ya no tenían una relación empatica, más al contrario  eran incapaces de relacionarse.

— En cambio usted señorita— mirando a su hija— pareces un fantasma todo el día encerrada en tu recamara y siempre argumentando que estás enferma. Provocó que Samatha se atorace y mirara con desason a su padre sin llegar a entablar contacto visual con John.

— Lo siento, padre— bajando la cabeza, para subirla violentamente. — Sabes, no lo siento, sería mentir afirmar tal cosa, no me apetece ir a bailes y mucho menos ver cómo todas mis conocidas encuentran esposo, mientras yo tuve que aguantar que se me plantará en el altar y encima...— guardando silencio— me voy a mí habitación.

— Hija— dijo su madre—¡Sami, espera— sin embargo, Samantha hizo caso omiso y abandonó el comedor.
.—Padre, si me permites quisiera hablar con ella.

Lord .... Se tocó el puente de la nariz— ve— estos dos me volverán locos murmuró.

John salió corriendo detrás de Samantha y antes de que entrara a su recámara la sujetó del brazo.

— Espera— con tono dulce.

Samantha se safo — Que es lo que quieres volteando los ojos.

—¿Que es lo que te pasa? ¿En que momento nos volvimos unos desconocidos? — con tono cansado.

—El momento en que me rechazaste— dijo colérica.

—Te dije que quería hacer las cosas bien,  Sami podemos esperar, creo que debemos esperar.

— Por supuesto— con cierto desdén, luego se hizo un profundo silencio entre ambos, el ambiente era frío y triste.

—John

—¿Si?

—Dejame en paz— suspirando— nosotros no somos nada...

—¿estas loca?! Como puedes afirmar tal cosa.

—Lo hago y punto, vete con tus amantes debes tener más de una que caliente tu lecho— cerrando la puerta tras ella.

John quedó perplejo y dió un puñetazo a la pared. Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera, pero sucedieron así.

John, pidió a su ayudante de cámara que le ayudase a cambiarse, no podía seguir en esa casa se sentía axfisiado. Antes que su padre pudiese hablar con él, ya había abandonado la residencia. Vago y Vago sin rumbo, hasta llegar al Edén un lugar donde todo podía ser posible.Si bien, aún era temprano no le importó y comenzó a beber como si su vida dependiera de esa botella.

—Para!— le dijo Andrew Hope, futuro Conde de Derby y amigo de juerga.

— Déjame hombre!

— no lo haré, es muy temprano para que esté aquí, vamos a mi departamento, si después te apetece compañía podemos salir a buscarla. Por lo pronto necesitas descansar.

John, comenzó a vociferar y a maldecir su vida, por un momento los sentimientos estaban a flor de piel, en un instante todo se volvió oscuridad.

— Amigo ! Despierta!— dándole unas palmadas— si que pesas— dijo con tono burlón

—¡Callate!— llevando la mano a la cabeza. No recuerdo exactamente qué pasó, sólo que estaba bebiendo.

—Vaya que bebiste— mofándose de su amigo— Debo decir, que el problema que traes en el corazón debe ser muy serio.
—Y si que lo es— dando un suspiro— debería volver a mí residencia— pero la verdad era que no le apetecía, necesitaba descargar su rabia y que mejor buscando alguien que caliente su lecho.

Inalcanzable AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora