Capítulo 6

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-Estás ardiendo en fiebre, Jacielle. Deberías dejar que el doctor te vea...

-No quiero. –Dije apartándole la mano de mi frente para darle la espalda. –Y ya te dije que estaba bien, Amber. Puedes irte.

-¡No digas eso cuando te estoy diciendo que tienes fiebre! –Gritó haciéndome rodar los ojos. –Voy a prepararte una sopa, no te muevas de aquí.

-Como si fuera a moverme a algún sitio... –Murmuré una vez que la había oído salir de la habitación.

Sí, señores y señoras, había cogido un resfriado horroroso a pesar de que no quisiera admitirlo delante de Amber.

Ellos se habían enterado después de que yo avisara a la empresa de que no asistiría a trabajar, por lo que Amber había decidido venirse a mi departamento, dónde me había instalado desde el día anterior después de salir de casa de Sally, para cuidarme.

-Me muero... –Murmuré al sentir mi móvil sonar. –Que te jodan...

-¡Oye, esas palabras! –Brinqué del susto al no esperarla de vuelta tan pronto.

-Joder, Amber...

-Ten, toma. –Me alcanzó mi teléfono por el que tanto me quejaba. –¿Es alguno de tus amigos?

-No te interesa.

-Vale, Jacielle... –Dio media vuelta para darme la espalda. –Solo quiero ayudarte, ¿sabes?

-No nece...

-Lo único que hago es intentar llevarme bien contigo y tú siempre me rechazas. Tengo sentimientos a pesar de que pienses que todos tenemos un corazón de piedra como tú.

Dicho esto, salió de la habitación dejándome completamente sola y desolada.


⁂⁂⁂


Caminé bien tapada con la manta sobre mis hombros para arrastrar el taburete de la barra americana hacia atrás y sentarme.

-Oh, ¿quieres comer algo? –Asentí sorbiendo por la nariz para ver como sacaba del armario dos platos hondos. –Fui a buscarte en cuanto la comida se hizo, pero estabas dormida y no quise despertarte.

Volví a asentir aunque no me estuviera mirando para ver como llenaba ambos platos y los ponía sobre la mesa junto a las cucharas.

Comencé a comer igual de silenciosa mientras que Amber no me quitaba ojo de encima.

-¿Qué?

-Solo... Quería disculparme por lo de antes. No quise...

-Aquí la única que debe disculparse soy yo, Amber. –Me miró totalmente sorprendida. –No siempre he tenido un corazón de piedra como tú dices...

-No voy a hacerte daño...

-Todos dicen lo mismo. –Reí dejando la cuchara sobre el plato para mirarla fijamente a los ojos.

En algún momento de nuestras vidas, siempre le hacíamos daño a alguien consciente o inconscientemente. Era cono una ley de vida, y a mí me lo habían hecho desde que era una autentica cría que a penas levantaba dos palmos del suelo.

-Todo este tiempo solo he querido llevarme bien contigo, Jacie. Debes de comprender lo mal que me he sentido durante estos casi dos años que he estado con tu padre por tus desplantes.

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