Capítulo 11

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-Pues con esto hemos terminado. Gracias, y que tengáis un buen día.

La sala se llenó de aplausos en cuanto Bradley terminó de hablar.

Enseguida, varias personas trajeadas se nos acercaron a saludarnos efusivamente.

-Felicidades.

-Sí, felicidades. Y ten por seguro que apoyaré este proyecto. –Bradley asintió confiado mientras que yo simplemente le sonreía al hombre trajeado.

-¿Podemos irnos ya? –Pregunté en cuanto nos habíamos quedado un poco más solos.

-Sí, pero sabes que tenemos que seguir asistiendo a estas charlas, ¿verdad? –Abrí la boca ofendida antes de cerrarla.

-¿Lo estás diciendo en serio?

-Por supuesto. Anda, mira. Tu padre. ¿Qué tal, Jerry? –Rodé los ojos recogiendo mis cosas para colgarme el bolso al hombro. –Sí, acabamos de terminar y vamos a salir a comer... Sí, aquí está. ¿Quieres hablar con ella?

Alcé una ceja al oírle decir eso para girarme hacía él de brazos cruzados. Me tendió el móvil sonriendo maliciosamente mientras que yo rodaba los ojos.

-¿Qué?

-Yo también me alegro de oírte, hija. –Dijo irónicamente. –¿Cómo has estado? ¿Qué tal la presentación?

-Bien, y bien. –Respondí secamente antes de que algo me viniera a la cabeza. –No vas a imaginarte quien más está aquí.

-¿Quién?

-Armenia. –La línea se quedó en silencio unos segundos haciéndome creer que había colgado. –¿Papá?

-Sigo aquí. –Dijo antes de aclararse la voz. –¿Cómo está?

-Supongo que bien. Solamente hablamos un poco ayer.

-Dale recuerdos de mi parte si vuelves a verla.

-Vale. ¿Algo más o quieres que te pase ya con el engre... Con Bradley?

-Sí, sí...

-Ah, una cosa más, papá...

-¿Qué?

-Queremos saltarnos las demás presentaciones. ¿Podemos?

-No debe...

-Son aburridas. Y Bradley piensa lo mismo. –Dije y enseguida el susodicho me miró enfadado.

-¿Bradley piensa lo mismo? –Repitió como si no me hubiera escuchado bien.

-Sí, ya lo dije. Es solo por hoy. Todavía no hemos disfrutado ni siquiera de la piscina.

-Sí, vale, Jacie. Pero solo hoy. Mañana es el último día y asistirán completamente.

-¡Claro, papi! Adiós y saluda a Amber. –Dije antes de colgar por si le daba por cambiar de opinión. Aunque de ser así lo hubiese desobedecido igual.

-¿Pero cómo se te ocurre decirle eso de mi?

-Venga, que tampoco es nada del otro mundo. Ahora vayamos a nuestra habitación para cambiarnos de ropa.


⁂⁂⁂



Mastiqué el chicle sin dejar de observar a semejante Dios griego que nadaba de un lado al otro en la piscina.

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