Capítulo 8

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-¿Cómo sigues, Jacielle?

-Mejor. Gracias, señor.

-Perfecto, porque recuerda que ésta semana es cuando debes partir al Congreso. –Hice una mueca de desagrado al recordar ese estúpido viaje. –¿No estás emocionada?

-Bueno...

-Yo en mi primer congreso estaba emocionadísimo. –Dijo sonriendo feliz. –Sentí que por fin estaban dispuestos a confiar en mí en algo más grande que unos simples papeles. –Asentí de acuerdo con él, pero sin estar muy convencida del todo. –No desperdicies esta oportunidad, Jacielle. Estoy seguro que te vendrá muy bien.

-Sí, gracias, Bob. –Suspiré. –Respecto a la gala...

-Oh, sí. Aún queda mucho que preparar para esa gala. Pero no te preocupes por ello, en cuanto regreses del viaje, ya tendremos todo listo.

-Está bien. ¿Desea algo más?

-No, gracias. Ve a almorzar. –Asentí despidiéndome para volver a mi oficina a por mis cosas.

Hoy había quedado para comer con Mackenzie y conociéndola, seguro que ya estaba esperándome en la cafetería frente a la empresa.

-¡Jacie!

-Hola, Mack. –Besé su mejilla antes de sentarme a su lado. –¿Qué tal el día?

-¡Genial! ¿El tuyo? Aunque visto que estás trabajando...

-¡Oye! Que tampoco está tan mal aunque no me guste, ¿eh?

-Sí tú lo dices... –Rodé los ojos antes de que la camarera se nos acercara para apuntar nuestros pedidos.

-En fin, esta semana es cuando tengo que ir al dichoso Congreso ese.

-¿Ah, sí? ¡Que guay!

-¿Guay por qué, Macki? No tiene nada de guay...

-¡Pues yo pienso que si! Además, irás con un súper caliente hombre de negocios.

-Por Dios... –Dije a pesar de que estuviera de acuerdo con ella. –Es un engreído de mierda...

-¿Por qué dices eso? Parece que le tienes rencor...

-Se lo tengo.

-¿Y por qué? –Preguntó inquisitivamente. –Como si hubieras tenido algo con él...

-Boberías.

-Oh, Dios... –Abrió los ojos como platos. –¡Has tenido algo con él!

-¡Cállate! –Grité de igual manera para que bajara la voz.

-¡¿Pero cómo pudiste?! ¡Es el padrastro de Matt!

-Eh, que él y su madre aún no se han casado.

-¡Ni lo harán después de esto! –Gritó sonriendo traviesamente. –¿Pero cuando fue?

-Un día o dos después de conocernos.

-Joder... ¿Y?

-¿Y, qué?

-¡Que como fue! Estoy segura que...

-Mack, no voy a hablar de ello. Fue un error.

-¿Pero qué dices?

-Lo que él me dijo. Fue un error, y no lo hemos vuelto a hacer.

-Pero ahora podría pasar en ese viaje...

-Ni muerta. –Respondí callando en cuanto la camarera volvió con nuestros pedidos. –No quiero saber más nada de él en referencia a eso.

-¿Y desde cuándo piensas algo así? Antes no te importaba nada. Siempre conseguías lo que querías.

-Siempre consigo lo que quiero. –La corregí mirándola mal. –Siempre.

-¿Y a él no lo quieres?

-Pues no, mira por donde.

-Mentirosa... –Murmuró llevándose una papa frita a la boca.

-No me llames así, Mackenzie. Sabes que podré ser de todo, pero no una mentirosa.

-¡Bueno, bueno, ya! ¿Vamos a discutir ahora por eso?

-No.

-¡Genial! Ahora, comamos tranquilas.

No me había equivocado respecto a mi decisión, mucho menos le había mentido a mi amiga.

La noche que había vivido en los brazos de Bradley había sido maravillosa y fogosa, pero como él mismo me había dicho, había sido un error. No por mi, obviamente. Yo estaba más que soltera y dispuesta a cualquier encuentro clandestino, pero en su caso...

Sally podría ser una controladora con su hijo, con una actitud amargada para ciertas cosas e incluso podía caerme mal, pero al fin de cuentas, seguía siendo mi madrina igual, y a pesar de que mi conciencia no sentía remordimiento alguno, la parte racional de mi cabeza me decía que eso no había estado nada bien.


⁂⁂⁂


Suspiré cansada mientras que abría la puerta de mi casa para oír risas femeninas provenientes del salón.

-¿Hola?

-¡Jacie, hola! –Gritó Amber saludándome desde el sillón mientras que Sally se ponía de pie para venir a mi encuentro.

-¿Qué tal estás, hija?

-¿Qué haces aquí?

-¡Jacielle! –Me regañó Amber poniendo mala cara. –No le contestes así de mal a Sally.

-No, tranquila... –Sally sonrió como si no pasara nada para volver hacia ella. –Solo vine a hacerles una visita. ¿Está bien con eso?

-Por supuesto. Yo no mando en nadie. –Dicho esto, di media vuelta dirigiéndome a las escaleras para subir a mi habitación.

Estaba bien sentir que me respetaban, pero ni que fuera yo aquí la reina de Inglaterra.

En fin, me daría una rápida ducha y empezaría a preparar mi maleta para ese dichoso viaje al que tenía que ir casi obligada.

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