No sé con certeza si algún día te quise de verdad o si sólo quería besarte porque estaba ebria.
Quizás el hecho de que eras imposible para todas y demasiado accesible para mí me hacía sentir importante. No sé por qué soy así. No sé por qué cuando besabas mi cuello yo pensaba en tu novia y no me importaba en lo absoluto.
Y casi todo el mundo sabía (sabe) de nosotros pero tú y yo decidimos ignorarlo, porque así somos. Sólo funcionamos cuando yo estoy ebria y tú caliente. Sólo nos soportamos en la madrugada cuando me envías fotos sexys y yo me muero de risa.
De lunes a viernes somos casi desconocidos. Digo casi porque eventualmente te sientas junto a mí, recargas tu cabeza en mi hombro y dibujas figuras amorfas en mis muslos con las yemas de tus dedos y mientras acaricio tu cabello sólo puedo pensar en la suerte que tiene tu novia de tenerte.
A veces entrelazas tu mano con la mía. Y se siente bien. Me siento feliz. Hasta que tú recuerdas que tienes novia y yo recuerdo que aún me quiero un poquito.
Entonces tu mano sobre la mía ya no vale nada. Es sólo un gesto nostálgico de dos amantes que nunca aprendieron a quererse. Por ella quería a muchos pero más a él y él quería a una y a ella pero más a esa una.
Tú me besas las manos y me dan ganas de llorar, porque qué bonito sería poder besarte otra vez o si quiera rozar narices y labios mientras te cuento de cómo fue mi día o establecemos más reglas tóxicas de a quién tenemos permitido besar y a quién no.
Quisiera estar ebria de nuevo para estar entre tus brazos diciéndote cuánto me gustas y actuar como si nada al día siguiente porque ambos sabíamos que todo era parte del momento.
Tu mano sobre la mía es el sentimiento más tierno que quizás alguna vez vaya a sentir. Sin exagerar.
Y he pensado mucho. Demasiado, en realidad.
En tus dedos largos y tú piel pálida, tus pestañas largas y tus finos labios, tu cabello corto y los lunares esparcidos por todo tu rostro que me encantaban besar, cómo me cargabas contra la pared y cómo gemías cuando te besaba las orejas, cómo me negabas los besos cuando había mucha gente al rededor y cómo es que yo nunca me enfadaba, cómo me volvía loca tu personalidad y cómo me tenías cada que querías.
Eso me asustaba, bastante. Yo era tuya pero tú no eras mío.
Tu mano sobre la mía es lo único que sólo compartimos tú y yo. Tu mano sobre la mía es lo nuestro. Estoy enamorada de tu mano sobre la mía.
Y aunque pasen cinco meses,
tu mano sobre la mía,
me seguirá haciendo llorar.
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Everything Comes Back To You
PoetryLos pensamientos de una alcohólica y fumadora compulsiva incapaz de amar(se).