4.-"Hola, Christian"

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Corrí hasta el parque más cercano

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Corrí hasta el parque más cercano. Más o menos a diez minutos de mi casa, jadeante y sin fuerzas, me dejé caer en el suelo cerca de la estatua. Abracé mis rodillas y lloré.

Porque mi vida era una mierda.

Porque lo que sentía era una mierda.

Porque tal vez yo era una mierda.

Todo pasó por mi cabeza, los insultos de mis compañeros de escuela, y mis padres hablando sobre el porqué no me abortaron. Todo era tan confuso y doloroso.

No era mi culpa nada de eso.

Me quedé en silencio un rato, apoyé mi cabeza a la estatua mirando directamente al sol. Ojalá me quemara y pudiera desaparecer. Cerré mis ojos, sintiendo toda mi cara totalmente caliente.

Traté de no pensar en nada. Solo en mi. Tal vez solo necesitaba...

—Hola, Lisa.

Abrí mis ojos y giré mi rostro hacia él.

—Hola, Christian. —Me oí decir. Él sonrió. Giró su cara hacia el frente, viendo la noche caer sobre nosotros. El sol se escondía, y aún así el cielo se veía totalmente hermoso. Algo verdaderamente perfecto. Contemplé el cabello oscuro de Christian, que combinaba a la perfección con sus ojos azules y su piel blanca.

—¿Cómo siguen las cosas en tu casa? Hace mucho no te veo. —Preguntó y me miró.

Reí.—No seas tonto, nos vimos ayer.

Él asintió.—Bueno, al menos mi tontedad te hizo reír.

—No creo que esa palabra exista. Y las cosas siguen igual. —Me encogí de hombros.— Hoy los encontré peleando, ellos hablaron sobre cómo prefirieron abortarme que estar juntos.

Hizo una mueca.— ¿y qué piensas?

—¿Sobre qué?

Negó con la cabeza. Meregaló una sonrisa y besó mi mejilla.—Nada. Vuelve mañana, esto es muy aburrido sin ti.

No me dio tiempo de responder, porque desapareció.

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