Capítulo 3

9.2K 787 20
                                    

(Kelsey)


Habían pasado dos días desde que fuimos al club. A la mañana siguiente de haber ido al club me sentí como una mierda, y Rosa nos preparó un desayuno de campeones.

Hoy me encontraba arreglando la valla trasera con George, estábamos hablando sobre nuestras cosas.

-¡CORRER, CHICOS! –se escuchó a nuestra espalda.

George y yo nos giramos y vimos a Rosa en el marco de la puerta de la mansión, estaba histérica, con un rodillo de amasar en la mano, haciéndonos señas para que vayamos.

Nos acercamos corriendo a ella, la cual nos agarró del cuello de las camisas y nos metió dentro de la cada de manera brusca y a toda prisa.

-¿Qué pasa? –pregunto George alterado.

-Han dicho que los lobos han bajado otra vez –dijo llorando.

-Tenemos que ponernos a salvo –dijo apareciendo Kennet.

-VAMOS –alguien grito.

Yo estaba bloqueada, me quede parada sin saber que hacer mientras los demás no paraban de correr a mí alrededor.

-VAMOS, MUEVETE KEY –me grito George cogiéndome del brazo y arrastrándome.

Reaccione y me puse a correr a su lado, fuimos, junto a los demás, hacia el sótano donde había unas cuantas habitaciones.

Me metieron en una habitación con Rosa, rápidamente nos fuimos tras un biombo que había a un lado de la habitación, nos sentamos en el suelo escondiéndonos, nos quedamos abrazadas.

-Tranquilo –me susurro Rosa mientras empezaba a acariciarme la espalda.

-Shh... -intente calmarla yo a ella también.

Mi corazón iba a mil, nunca me había sentido tan asustada, no podía calmarme. Rosa parecía estar más calmada que yo, supongo que haciéndose la fuerte ya que es la mayor.

Toda la casa estaba en silencio se podía escuchar el crujir de la madera, el tic tac del reloj de cuco del salón.

De repente se escuchó un estruendo enorme, habían tirado la puerta principal. Casi grito pero me puse la mano en la boca para no emitir ningún sonido.

Se escuchaban ir a cuatro patas había más de una bestia dentro de la casa. Lo estaban rompiendo todo. Rosa estaba llorando en silencio, yo estaba a punto también pero me intente concentrar en los sonidos.

Subieron al piso de arriba, pero enseguida bajaron a donde estaban y se quedaran quietos. Lo que provoco que aguantara la respiración.

De un momento a otro se escuchó correr a una bestia, entrar en la casa gruñendo y se paró dos segundos para empezar a correr de nuevo, esta vez en dirección a sótano.

Rosa y yo seguíamos abrazadas, ella tapándose la cara en mí y yo intentado mantener la respiración calmada.

Derivando la puerta entro la bestia que gracias al biombo no podía vernos ni nosotras a ella.

Rosa estaba que le iba a dar un ataque, yo creía que mi corazón ya se había salido de lo rápido que late.

Lo escuchábamos revolver por la habitación mientras gruñía enfadado. Justo cuando pensábamos que se iba a ir tiro el biombo, provocando que gritáramos por el susto.

Era un lobo enorme, el más grande que haya visto nunca. Tenía un pelaje de color castaño oscuro y los ojos miel.

Se acercó poco a poco a nosotras mostrando sus enormes colmillos. Primero se acercó a Rosa, pero cuando pasó a mí y aulló, levantando la cabeza. Empuje hacia un lado a Rosa.

-Rosa corre –le dije medio gritando.

Rosa se levantó y corrió, yo intente seguirla pero el lobo me cogió de la camisa, por la espalda, con los dientes y me levanto hasta no tocar el suelo con los pies. Grite de miedo.

No era la primera vez que me veía en una situación en la que no tocara el suelo, así que hice lo que aprendí para escapar. Desabotonar la camisa, para quedar en camisola y salir corriendo, dejándole con mi camisa en la boca.

En cuanto llegue al marco de la puerta escuche un gruñido a mi espalda, pero lo ignore seguí corriendo, aunque no llegue muy lejos ya que me volvió a agarrar por la espalda, levantándome del suelo.

Se puso a caminar llevándome hacia la salida, donde estaban los de más lobos. Él que me llevaba paso entre ellos y se puso a caminar bosque a dentro, seguido por los demás.

Mientras yo, no dejaba de forcejear y llorar. Mi mente iba a mil, que yo recuerde solo se llevaban a los chicas... bueno son lobos se orientan por el olfato, seguramente a ellos no los puedo engañar. Mis lágrimas parecían ríos.

Me soltó dejándome caer al suelo. Yo mire hacia un lado, con la intención de correr. Pero mi intento quedo fallido ya que el lobo castaño me gruño y rápidamente estaba rodeada por los demás.

Así que me hice una bolita en el suelo, estaba llorando y tenía frio. Pensaba en lo estúpida que fui al elegir este pueblo.

Gruño de nuevo el lobo, y me dio un golpe suave con el hocico, haciendo que callera el sombrero y mi melena se liberara. Me quede mirando al lobo a los ojos, lo único que hacía era mirarme, haciéndome sentir incomoda. Si me iba a comer ¿porque no lo hacía ya? ¿Me había convertido en su juguete nuevo? ¿O es que acaso disfrutan siendo sádicos?

Todos los lobos se pusieron en marcha otra vez, menos el castaño que se quedó de pie frente a mí. Cuando empezó a escucharse como si fueran chasquidos de huesos.

Yo no podía apartar la mirada del lobo. Que de un momento había desaparecido y ante mi estaba un hombre cruzado de brazos.

El hombre era fuerte, su cabello era del mismo castaño que el lobo al igual que el color miel de sus ojos. Su cara era intimidatoria, casi siniestra. Me miraba fijamente a los ojos, como si quisiera penetrarme con sus ojos.

-Mía –dijo gruñendo enfadado. Tenía el ceño fruncido.

Su voz era muy profunda, de esas que te hacen dar un paso atrás inconscientemente, como yo estaba en el suelo no me moví.

Sin darme cuenta mi vista se fue volviendo negra rápidamente, haciendo que me quedara dormida, en unos segundos.


El misterio del camafeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora