Capítulo 21

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(Rory)


Llevábamos ya más de media biblioteca revisaba entre el Alfa Angus y yo, pero como tampoco sabíamos exactamente qué era lo que estábamos buscando íbamos bastante lentos. Hasta que Angus dio con un libro lleno de polvo y con una cerradura bastante peculiar, al enseñármela supe que ese era el libro que estaba buscando.

Se lo arrebaté de las manos e hice el amago de abrirlo a la fuerza, no pude romperlo.

-Me voy a salvar a mi Luna -dije.

-Te acompaño. Quiero mi camafeo.

-Como quieras, pero recuerda nuestro trato, no te lo daré hasta que mi Luna no mejore. Por supuesto, serás tratado con la misma condición que vosotros nos habéis dejado estar aquí. Solo tú entraras en mi casa aunque vengas acompañado de algunos de tu manada ¿entendido?

-No me esperaba menos.

Dicho eso nos fuimos corriendo de su casa. Me reuní con los compañeros de mi manada que me habían estado esperando fuera.

-Volvemos a casa. Nos van a acompañar, no quitarles el ojo de encima -dije por el vínculo- le daremos el mismo beneficio que nos han dado ellos. Solamente el Alfa Angus entrara, los demás esperaran fuera con vigilancia.

Empezamos a correr hacia casa. Nos podían seguir el ritmo que yo había impuesto y según me iba acercando me puse en contacto con la manada para contarles la situación en la que nos encontrábamos.

Bibi nos esperaba en la puerta junto con mi gente, no veía a mis padres, por lo que supuse que estaban con Kelsey.

En cuanto llegue deje el libro en el suelo para convertirme de vuelta a mi forma humana.

-Tomad Alfas –dijo Bibi, ofreciéndonos unos pantalones, y antes de que pudiera decir que daba igual, añadió- Su madre insistió.

Le lance un par a Angus, nos vestimos y fuimos a dentro después de que yo recogiera el libro.

Corrí escaleras arriba y me encontré con una situación que me tomo por sorpresa. Estaban mis padres en su forma de lobo gruñéndose uno al otro. Me quede parado durante unos segundos.

-Si me perdonas ¿podrías esperar en el salón? –pregunte al Alfa Angus.

El entendiendo la situación y, seguramente, por miedo a perder la cabeza si uno de ellos la toma con él.

Intente ponerme en contacto con mis padres por el vínculo, pero demasiado débil y como ellos estaban usando el suyo a gritos yo no podía entender nada ni hacedme oír.

-Alfa... -me aviso Bibi apareciendo a mi lado- Llevan así un rato, y la verdad es que los demás también estamos empezando a sentirnos violentos e incomodos.

No entendía a que se refería, yo no sentía eso. Dentro del nerviosismo y el dolor por mi Luna no notaba nada tan fuerte como parecía que ellos sentían.

-Toma, busca –dije pasándole el libro.

-¿Qué busco, Alfa?

-No sé, algo que me ayude con mi Luna –dije antes de meterme en medio de mis padres.

Empezaron a gruñirme más. Empuje a mi padre hacia atrás, apartándolo de la puerta de mi dormitorio, para hacer camino y que Bibi pudiera entrar.

Aprovechando que había sorprendido a mi padre lo encerré en la habitación de al lado y eso pareció que calmo el ánimo. Ya que por el vínculo pude sentir como mi madre se disculpaba. La vi irse hasta su habitación. Para volver a su forma humana y vestirse. Yo entre en mi habitación.

-No puedo abrirlo, Alfa –dijo devolviéndome el libro triste- lo siento mucho.

-Para eso son los camafeos ¿Dónde están?

-Los he dejado sobre la mesa y los de su madre también.

Me dirigí allí y empecé a buscar uno que pudiera parecerse al de Kelsey.

-Trae el de Kelsey –dije sin apartar los ojos de los camafeos.

Escuche como Bibi iba y volvía. Dejo el camafeo frente a mí.

-Ayúdame busca algo que encaje con este y con el libro.

Había demasiada joya por medio empecé a retirar los que no encajaban hasta que pude ver mejor los que quedaban. Hasta que di con la otra parte. Lo supe cuando al poner un camafeo al lado del otro encajaron, se unieron de alguna manera.

-Lo he encontrado –anuncie a Bibi.

-¿Y ahora qué? –dijo poniéndose a mi lado.

Empecé a intentar encajarlo en la abertura del candado del libro. Lo fui girando hasta que encajo. Giro solo sobre la cerradura y cuando paro se escuchó un clic. Bibi y yo estábamos quietos, expectantes con lo que estábamos viendo.

La cerradura se abrió. No tarde ni un segundo en empezar a hojear las páginas, en busca de mi solución.

Las primeras páginas contaban una historia de cómo conoció a un hombre lobo y como la reclamo. Estaba escrito por una humana. Cuenta como cuenta su historia amorosa, hasta que de repente la escritura cambia. Ya no escribía la humana, sino su pareja.

Hablaba sobre lo idiota que había sido y lo que había provocado que el amor de su vida estaba a punto de morir. De cómo el no sentía el vínculo fuerte con su manada y como el de su mujer se cerró. Toda su manada empezó a ponerse agresiva y empezaron a pelearse entre ellos.

En esa parte mire de reojo a Bibi. Ahora entendíamos que estaba pasando.

Explico todos los métodos de curación que había usado y el nulo resultado que había conseguido. Llego un punto en el que parecía que escribía un hombre poseído por el dolor y la locura. Explico que la remarco con un mordisco. Y así acaba el libro.

-¿Pero vive luego? –pregunto Bibi que estaba leyendo a mi lado.

-No lo pone... -dije estupefacto mirando la última página del libro- ¡No lo pone! ¿Por qué no lo pone?

Estaba fuera de mí. Todo esto para nada. Tire el libro al suelo y me gire a Kelsey. Bibi se puso en medio viendo mis intenciones.

-No sabemos si eso funcionara.

-Pero no tengo más ideas para ayudarla –dije desesperado- Tenemos que tener fe en esto. Sal Bibi, quiero intimidad.

Sin pensarlo más, en cuanto Bibi se fue, me lance sobre la cama, colocándome sobre Kelsey.

El misterio del camafeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora