(Kelsey)
Cada vez escucha más fuerte la voz de mi madre. Podía notar la preocupación en su voz. Sabía que pronto me iba a reunir con ella.
Empecé a notar una presión, que me obligaba a encogerme. Tenía las rodillas en el pecho y mis brazos rodeando mis piernas. Aun así, sentía presión, como si me estuviera quedando sin espacio. Me costaba respirar, me estaba ahogando.
-¡Kelsey! ¡No te rindas! ¡Queda poco mi niña! -escuchaba gritar a mi madre con desesperación.
Fue así por mucho tiempo tanto que empecé a sentir furia por no poder salir de allí o acabar con esto ya. Quería morirme a seguir sintiendo este dolor. Quería gritar, pero mis labios seguían estando sellados.
-¡Kelsey! ¡Solo un poco más!
Cuando pensé que ya no podía aguantar más sentí como si ya no tuviera esa presión y poco a poco la oscuridad se fuera poniendo más clara. Podía respirar bien y sentía que el control de mi cuerpo era mío.
-Ya todo ha acabado mi niña...
Escuche a mi madre hablar mientras su tono se iba alejando. Hasta que ya no la escuche más. Empecé a llamarla, sorprendida de que la voz saliera.
-¡Mama! ¡Mama! -gritaba.
Pero aunque miraba a mí alrededor y solo veía negro, no un negro tan profundo como antes, pero igual de desconcertante.
Empecé a sentir una molestia en el hombro y fue como abrir los ojos y encontrarme tumbada viendo un techo de alguna habitación.
Entonces empecé a sentir muchas sensaciones de golpe. Muchas angustias y algunas de ira, pero la que más me invadió fue una de desesperación y frustración enormes. Me dieron ganas de llorar de todas las emociones juntas.
Intenté incorporarme pero no pude. Al mirar hacia abajo vi a... ¡Era Rory! Tumbado sobre mí. Debió de sentir que me movía ya que aparto su boca de mi hombro, la tenía manchada de sangre. Se quedó mirándome por unos segundos antes de dejarse caer abrazándome y pegándome contra él, mientras escondía su cara en mi cuello.
-Menos mal, menos mal. Perdóname, mi Luna. Perdóname -dijo ¿llorando?- tenía mucho miedo de perderte. No lo volveré a hacer, te lo prometo.
No sabía que decir. Para mi suerte alguien pico a la puerta.
-Ahora no -bramo Rory, mirando a la puerta.
Se limpió la sangre de la boca con la sabana y se apresuró a limpiarme la mancha que había hecho en mi cuello y entonces vi el mordisco que tenía, que él me había hecho. Estaba tan fuera de mí que no sabía que decir.
Rory debió de percibir mi inquietud y me miro como si me estudiara.
-¿Me perdonas?
-¿El qué? -pregunte, contenta de que mi voz siguiera saliendo con normalidad.
-Que hayas estado en esa situación. No lo sabía. Pero cuando no sentí tu vínculo, empecé a desesperarme y temí de verdad el perderte. Te puedo jurar que solo fue un beso pero nada más, ni siquiera me gusto -empezaba a explicar cosas que no tenían ningún sentido para mí.
-No entiendo nada. Déjame incorporarme, por favor.
Rory estuvo lejos de dejarme. Me mantuvo ahí.
-No puedes, no quiero que te muevas. Quédate a mi lado un poco más. Necesito sentirte.
Estaba actuando como un niño chico. Empecé a notar que las sensaciones que antes sentía se fueron calmando, no me había dado cuenta por culpa de Rory. Y la desesperación y la frustración se habían convertido en paz y alegría, aunque con algo de tristeza.
No me sentía igual que antes, era como... no había palabras para describir esta sensación tan nueva para mí.
-Estas sintiendo nuestros sentimientos -dijo a Rory a modo de aclaración.
-¿Cómo sabes...?
-Tenemos el vínculo más fuerte que haya visto nunca -me interrumpió sonriendo orgulloso- es el mejor vinculo.
-No te entiendo.
-Tenemos muchos años para enseñarte.
Los golpes en la puerta insistieron.
-¿Puedes notar impaciencia? -me pregunto.
Me concentre en mí y si, sentía impaciencia pero no sabía si era por los que picaban a la puerta, por levantarse o por sentir el embriagador calor de Rory. Con el torso al aire hacia que mi cuerpo se calentara más rápido.
-Para eso habrá tiempo después u otro día cuando estés más recuperada -dijo ventándose de la cama y escondiendo la sabana llena de sangre.
Antes de ir a la puerta me ayudo a incorporarme y a subirme el tirante del camisón que llevaba puesto. No me había dado cuenta de que estaba caído. En cuanto abrió una oleada de gente entro a la habitación. Los que encabezaban la estampida eran Yanet, Aslan y Bibi. Que enseguida estuvieron a mi lado haciéndome miles de preguntas a la vez.
-¿Cómo te encuentras? -era la pregunta que más se repetía.
-Me siento mejor -conteste.
-¿Entonces porque lloras? -pregunto Yanet.
No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que no me lo pregunto. Me las intente quitar, en vano, con el dorso de la mano.
-No lo sé... Siento mucha felicidad ahora, no sé de qué lloro.
En verdad si lo sabía. Lloraba porque ya no estaba sintiendo ese miedo, porque ya no estaba rodeada de oscuridad, porque ya podía controlar mi cuerpo y mi voz, pero sobre todo por haber escuchado la voz de mi madre. Luego la explosión de sentimientos me tenía extasiada. Llorar a sido la forma de liberación de todo eso. Eran lágrimas de alegría.
-Ahora que habéis visto que está bien iros, dejadme estar con ella -pidió Rory, haciendo que los demás se rieran con complicidad- Bibi trae algo de comer para ella.
-En seguida, Alfa -dijo antes de salir corriendo con el grupo de cocina tras ella.
Enseguida se fue despejando la habitación. Hasta quedar solo los padres de Rory, él y yo.
-Ahora descansa -me dijo Yanet.
-Y tú recuerda que tienes una visita esperando -le dijo Aslan a Rory.
-Cierto. Dile que enseguida voy. ¿Ha pasado algo mientras no estaba? -pregunto a su padre.
-A parte de algún mueble roto, nada más. No éramos nosotros mismos –explico su padre.
Dicho eso se fueron y Rory se cambió y se fue con la promesa de que no tardaría mucho en volver.
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El misterio del camafeo
WerewolfEn un intento de poder empezar una vida nueva, solamente con su maleta y su camafeo, Kelsey es secuestrada por una manada de lobos, que resultan ser hombreslobos. Rory líder de una manada de hombreslobos, estando en pleno enfrentamiento con la otra...