K R U P T O S

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Me quedé mirándole atónita, sin saber qué decir.
-Cuando acabe todo esto, iremos a la India-Dijo y me abrazó, correspondí su abrazo, y en mi cara se formó una sonrisa enorme. Sus brazos trazaban suaves círculos en mi espalda baja.
Este chico estaba provocando en mí, emociones que hasta ese momento nunca había sentido. La pérdida de mis padres hizo que me volviera una persona sin emociones,neutra y seria,y, Alex estaba sacando a flote emociones y sentimientos muy fuertes, había conseguido que me quitara la coraza y pensara en alguien más que yo misma. Había conseguido cambiar mi percepción del futuro, algo menos horrible y negro. O si bien horrible y negro, no estaba sola.
Rompimos el abrazo y sonreímos, su rostro se tornó serio.
-¿Qué pasa?-Dije algo preocupada.
-Casi se me olvida, Bruno me mandó a que os llamase-Lo miré atenta-Hay cosas que Tommy ha descubierto y que tenemos que arreglar.
Dicho eso, comenzó a andar hacia Central, seguido por mí.
-¿No sabes de lo que se trata?-Dije curiosa y negó.
-Estaban muy nerviosos eso sí.
Tras unos minutos llegamos al salón, dónde nos esperaban los demás. Marco nos miró.
-¿Ya habéis solucionado los problemas de pareja?-Mis ojos se abrieron como platos, noté cómo la sangre se agolpaba en mis mejillas, miré a Alex, el cual mirada a su amigo totalmente serio.
-Si yo contigo no tengo ningún problema-Dijo Alex serio, sonreí.
-A ver-Dijo Bruno-Tenemos que hablar seriamente-Lo miré atenta, Bruno no solía estar serio.
-Un grupo rebelde nos ha pedido ayuda-Habló Tommy-Una resistencia al norte de Birmingham.
-¿Qué ayuda podemos prestarle nosotros?-Dijo Marco cruzándose de brazos.
-El PNB está atacando la zona, ha cortado el suministro de alimentos y ha matado ya a varios civiles-Susurró Tommy, me horroricé ¿Cómo podía estar pasando esto?
-¿Y qué podemos hacer?-Insistió Marco.
-Podemos difundir el conflicto, pero nada más-Sentenció Bruno.
-¿No podemos ayudar de otra manera?-Dijo Alex.
-No tenemos ni recursos ni personas como para enfrentar al PNB-Miré a Bruno.
-Habrá algo que podamos hacer-Dije.
-Nada Indra-Bruno me miraba fijamente-No se puede hacer nada.
-Por el amor de Dios, hay gente muriendo y nos han pedido ayuda-Espeté- Hay que hacer algo, lo que sea.
-¿Qué vamos a ir allí? ¿Con cuatro escopetas y muchos ideales no?-Dijo Bruno casi a voces-Indra esto no es un juego.
-¿Quién ha dicho que lo sea?-Dije algo cabreada, su impotencia no era culpa mía-Te estoy diciendo que algo podremos hacer joder, no que vayamos en plan tropa-Solté, noté cómo Alex me miraba, le eché una mirada rápida y volví a mirar a Bruno-Hay gente muriendo Bruno.
-Ya lo sé-Dijo frío-Pero así son las guerras-Lo miré anonadada "así son las guerras"
-¿Qué mierda dices tío?-Gritó Tommy, lo miré-Hermano, así es el puto fascismo y luchamos contra él-Dijo serio-Se que el confort de tu puta cueva mola mucho-Soltó-Pero ahí fuera es dónde tenemos que luchar.
Bruno nos miraba serio, neutro.
-Pero no tenemos recursos-Recalcó Marco-Lo miré y suspiré, eso era cierto.
-No tenemos recursos, pero podemos cogerlos-Soltó Alex, todos le miramos-Es arriesgado, pero podemos robar el armamento del PNB-Dijo tranquilo.
-¿Los tanques también?-Dijo Bruno, suspiré ante su escepticismo.
-Ahora mismo la mayoría del transporte militar de encuentra en aquella zona, pero la mayoría de armamento sigue aquí-Dijo Tommy.
-Podemos robarlo-Dije- Así ellos se quedan un tiempo sin munición y podemos repartirla entre los de Birmingham y RRH-Dije, notaba la atenta mirada de todos sobre mí.
-¿Podemos hacer eso?-Dijo Bruno mirando a Tommy y este asintió.
-Es un golpe fácil pero arriesgado.
-Podemos hacerlo-Dije mirando a Tommy, el cual me dedicó una bonita sonrisa.
Bruno se levantó, tomó aire y se dio la vuelta dispuesto a irse.
-Para mañana quiero un plan-Dijo y se comenzó a ir.
-Yo me encargo-Susurró Tommy.
El resto nos miramos extrañados, era muy raro ver a Bruno así de hostil.
-Vamos a curarte la herida-Dijo Marco mirando a Alex, este le miró y asintió, dejándome a solas con Tommy.
-Gracias por apoyarme-Solté mirando a Tommy, este me dedicó una bonita sonrisa y negó con la cabeza.
-Yo también quiero ayudar a esa gente Indra-Se acercó a mí y colocó un mechón rebelde de mi pelo tras mi oreja-Eres buena, no des las gracias por querer hacer un lugar mejor.
-Pero es arriesgado-Musité.
-La vida es arriesgada
-Pero no quiero que nadie resulte herido o muera.
-Ese es un precio que todos podemos pagar-Dijo recargándose sobre la mesa-Ademas nos sabemos defender.
¿Cómo puedes decir eso cuando Alex es una diana con piernas?-Dije a caballo entre el humor y la preocupación.
- Él-Tragó saliva- él es caso a parte.
-¿Por qué?-Mi curiosidad me podía.
-Todos tenemos un motivo por el cual daríamos nuestra vida o apretaríamos el gatillo, tú tendrás el tuyo, yo tengo el mío, pero siempre interfiere, aunque sea un poco la razón-Le miraba atenta-El motivo de Alex nunca estuvo claro hasta hace poco, pero él no tiene ese ápice de razón.
-¿Cuál es su motivo?-Pregunté y soltó una pequeña risa.
-Preguntaselo a él, pero está muy claro.
-Yo no lo sé-Dije a la defensiva.
-Bueno pequeña, hay cosas que a esos ojazos se les escapan-Dijo rozando mi barbilla con sus dedos-Mañana hablamos-Dijo guiñándome el ojo y yéndose.
¿Qué querría decir con eso?
Suspiré y comencé a caminar hacia mi habitación
Esa noche hacía un frío particular, no teníamos calefacción y la chimenea no podía encenderse por motivos evidentes.
Por mucho que me abrigaba el frío se había calado en mis huesos, traté de darme una ducha caliente, pero no sirvió de nada. Opté por coger mi ordenador e irme a la habitación de Alex, sabía que él tenía una estufa eléctrica.
Cogí mi ordenador y di una pequeña carrera por el tenebroso pasillo de la central, mis pies golpeaban el helado mármol, encogiéndose ante su baja temperatura. Paré frente a la habitación de Alex y toqué la puerta.
-Adelante-Dijo su voz desde el otro lado.
Abrí la puerta despacio y asomé la cabeza, él se encontraba tumbado en su cama leyendo un libro.

Me dedicó una sonrisa.

-¿Qué quieres?-Dijo y terminé de pasar, cerré la puerta detrás de mí y tomé aire.

-¿Puedo ponerme aquí a trabajar?-Dije rápido, señalé la pequeña estufa-Es que en mi habitación hace mucho frío y tú tienes estufa.

Asintió con una sonrisa.

-Claro, no tienes ni que preguntar-Dijo haciéndome un lado en su cama.

Me deshice de las zapatillas y me senté sobre la cama, cruzando las piernas como un indio.

-¿Qué hacías?-Dije mirando el libro que tenía entre sus manos, me di cuenta de que era el Corán.

-Me estaba leyendo esto-Dijo cerrando el libro-No sé si tú te lo has leído-Dijo y asentí.

Me leí el corán a los dieciséis años, mis padre eran de esas personas que te educaban en la más estricta igualdad y objetividad, me hicieron leer el corán y la biblia pese a ser personas ateas, para que yo contemplara mis opciones. Me pareció un libro precioso y, el islam una religión admirable, que el Daesh la mancillase era otra cosa.

-Lo leí hace tiempo-Dije cogiéndolo y observando la bonita portada que poseía.

-Es muy bonito-Dijo rascándose la cabeza-Pensaba que hablaría de guerras o de morir por ir al paraíso, pero no.

Reí ante su afirmación y suspiré.

-No habla de nada de eso-Dije acariciando las letras de la primera frase del corán.-En el nombre de Dios, el Compasivo con toda la creación, el Misericordioso con los creyentes.

Dije casi de memoria, miré a Alex y sonreí.

-Ven-Dijo levantándose de un salto, me levanté y lo miré fijamente.

Comenzó a caminar hacia una puerta que estaba la fondo de su enorme habitación, yo, recelosa lo seguí. Giró el pomo de la enorme puerta y, tras un horrible sonido de bisagra oxidada, esta se abrió. Alex pasó y yo tras él, encendió la luz y, ante mi, miles de libros amontonados, llenos de polvo y desordenados.

-¿Y esto?-Dije sorprendida, adelantando al castaño y observando sobrepasada tal cantidad de libros.

-Los libros que requisó el PNB, los tiraron a la basura, pero pudimos recuperar muchísimos.

Me acerqué a una pila que parecía más reciente y los observé, era todo literatura y poesía árabe.

-Esos son los más recientes-Dijo Alex acercándose a mi y cogiendo uno de los cientos de libros.

-Pensaba que todo esto había sido eliminado-Susurré cogiendo un libro de poesía de Ali Ahmad Said, conocía la literatura árabe gracias a mi padre, el cual era un gran amante de esta, en casa siempre teníamos libros de esta índole, incluso una copia del corán, que, tras ser impuesto el régimen del PNB fue requisada, junto a los libros de poesía, de arte y política.

Abrí el libro con cuidado, buscando ese poema que había leído miles de veces hasta dar con él.

-Vivo en el rostro de una mujer, que habita en una ola, a la que la marea empuja hacia una playa, cuyo puerto se pierde en sus conchas.

Alex me miró sorprendido, su mirada estaba fija en mí, lo que hizo que me sonrojara un poco.

-Vivo en el rostro de una mujer, que me hace morir, que quiere ser faro apagado en mi sangre, que navega a los confines del delirio.

-Qué bonito-Susurró, sonreí y cerré el libro, pegándolo a mi pecho.

-Este poema se lo leía mi padre a mi madre todos los años-Dije mirando a Alex.

-¿Los echas de menos?-Dijo y asentí. Sin quererlo, de mi boca se escapó un sonoro suspiro.

Hacía mucho tiempo que no veía a mis padres, los echaba de menos todos los días, echaba de menos el olor a café y canela por las mañanas, el caminar hasta el salón y encontrarme a mi madre en su sillón leyendo el periódico y a mi padre inmerso en un libro. Echaba de menos viajar con ellos, las tertulias con mi padre o salir al mercado con mi madre. Echaba de menos sus consejos y sus palabras de apoyo, echaba de menos el "Tú vas a cambiar el mundo" de mi padre.

Todo aquello hizo que mi corazón se estrujara y me faltara el aire, las lágrimas amenazaron con salir de mis ojos pero las frené; miré a Alex. Si mi madre hubiera estado, le hubiera hablado de él, de lo que me gustaba su compañía y sus ojos.

-Sólo espero volver a verlos-Dije con un hilo de voz, Alex tomó aire y acarició mi brazo.

-Pronto los verás.

The Right Red HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora