N E C E S I D A D

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Me acerqué a la chica.
Era rubia, tenía un bonito pelo rizado y una piel tremendamente pálida, una escandalosa mancha de sangre protagonizaba su pecho, estaba consciente.
-Hola-Dije cogiendo unas tijeras para desgarrar su camiseta y comencé a cortar-Soy Indra y voy a curarte.
-Soy Nancy-Dijo con un hilo de voz, asentí y observé la herida.
Era una herida limpia. Me giré y cogí una gasa de las que había sobre la mesa auxiliar, la pasé por su pecho para poder ver mejor el verdadero alcance de la bala.
-Bueno Nancy-Dije observando la herida, la bala estaba clavada entre una costilla y otra, no había tocado nada vital-No tenemos anestesia así que vas a tener que ser muy fuerte.

-¿Eres médica?-Preguntó y reí, la miré y negué con la cabeza, sus ojos azules se helaron.
-Soy periodista-Dejé la gasa sucia sobre la mesa y cogí las pinzas y otras gasas limpias-Pero se lo que me hago.
-¿Me voy a morir?-Susurró y negué con la cabeza.
-Lo que voy a hacer ahora va a dolerte mucho, pero tienes que aguantar ¿Vale?-Dije y asintió, cogí con firmeza las pinzas y con la otra mano cogí la gasa, preparada para taponar la hemorragia-¿Preparada Nancy?-Dije y volvió a asentir, acerqué las pinzas a la herida y, de un tirón saqué la bala, un poco de sangre comenzó a salir de la herida y un grito de la garganta de la chica. Coloqué la gasa en la herida, está se tiñó rápidamente de rojo y la sustituí por otra.
-Nancy sólo quedan los puntos-Susurré, la chica me miró con los ojos llenos de lágrimas-Eres muy valiente.
Cogí la aguja y la acerqué a la herida, la clavé en la pálida piel de la chica y comencé a coser con cuidado, con cada punto, el sudor se condensaba más y más en mi frente, era desesperante.
-Indra-Susurró la chica, la miré, alentándola a continuar-¿Vosotros sois los que vais a ayudarnos?
Di otro punto más y tomé aire, para soltarlo pesadamente.
-Vamos a intentarlo-Dije sincera.
Corté el hilo y coloqué una gasa con esparadrapo para evitar que se infectara.
-Ya está-Dije apartando el sudor de mi frente-Has sido muy valiente Nancy.
-Gracias-Susurró exhausta, sonreí satisfecha y acaricié su rubio pelo.
-Descansa-Dije. Miré a mi alrededor en busca de Marco, el cual me observaba de lejos, con los brazos cruzados y una sonrisa. Me acerqué a él.
-¿Cómo ha ido?-Dijo y sonreí.
-Todo bien-Me giré a mirar a Nancy, la cual ya tenía los ojos cerrados, si la infección no atacaba todo iría bien.
-Tienes un talento natural para esto Indra-Dijo y negué.
-La necesidad apremia-Susurré suspirando-Tenemos que ayudar a esta gente-Dije mirando a mí alrededor, miré mis manos llenas de sangre, el fuerte olor a hierro llegó a mis fosas nasales.
-Puedes lavarte las manos allí-Dijo señalando una pequeña pila de agua, caminé hacia ella y lavé mis manos, eliminando cualquier rastro de sangre, me miré en el pequeño espejo que había sobre la pila. No sabía qué había cambiado en mí, pero en mi cara había algo diferente.
Todo mi pelo estaba recogido en una cola alta, de la cual se escapaban algunos rizos, el único maquillaje que había en mi cara era un poco de negro enmarcando los ojos, ya casi desvanecido. Mi piel estaba brillante y más pálida, las pecas que solía cubrir el maquillaje ahora se veían sobre mi nariz y mejillas, mis labios estaban secos, pero lo que había cambiado no era mi cara, lo que había cambiado era mi mirada.
Supongo que enfrentarte a tu zona de confort y salir de esta te hace madurar y cambiar. Darte cuenta al recibir un golpe que eres más dura de lo que piensas también te hace ganar seguridad y hacer cosas que veías imposibles es increíble. Unirme a RRH era lo mejor que había hecho en mi vida, había sido el gran paso, el pequeño empujón que me llevó a poner las cartas sobre la mesa.
Caminé hacia Marco y me abracé a mi misma.
-¿Vamos a comer algo?-Dijo y asentí, llevaba sin comer desde el día anterior.
Salimos de la carpa de enfermería y comenzamos a caminar sin rumbo, divisé a mi padre a lo lejos y el corazón me dio un vuelco, aún no me acostumbraba a saber que lo tenía tan cerca, se giró y me miró con una sonrisa, caminando hacia mí.
-¿Cómo ha ido todo?-Dijo caminando con nosotros. Miré a Marco.
-Ha ido todo bien-Dijo el rubio tranquilo-Las dos operaciones han sido un éxito.
-¿Desde cuándo tienes conocimientos médicos hija?-Dijo mi padre mirándome, me encogí de hombros, porque realmente no sabía qué responder.
-Desde que los necesito-Dije riendo.
-¿Los necesitas?-Dijo confuso.
-Nuestro compañero Alex es una diana-Dijo Marco y reí ante su afirmación-Le ha salvado el culo dos veces ya-Negué con la cabeza.
-¿Alex es el chico de antes?-Miré a mi padre-¿El que se fue con vosotros?
Asentí rápidamente y noté cómo Marco reía, lo miré y puse los ojos en blanco ante la cara de capullo que tenía.
-La acompañaba a ella-Dijo Marco y abrí los ojos como platos.
Mi padre, lo pilló al vuelo y rió.

The Right Red HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora