C O N F E S I Ó N

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Coloqué el seguro de mi AK-42 y la colgué en mi espalda. No me sentía muy bien por llevar semejante arma encima, pero eran las normas del campamento. Comencé a andar, dirección a la carpa hospital, para relevar a Marco. Oí mi nombre a las espaldas, me giré topándome con Alex.
-Buenos días-Dije y se formó una sonrisa en su rostro.
-¿Por qué no me has despertado?
-Porque te veía tan bien que me daba pena-Dije encogiéndome de hombros, seguí caminando.
-¿Has descansado?-Preguntó recogiéndose el pelo en una coleta, asentí.
-¿Y tú?-Asintió con una sonrisa, miró hacia la derecha y se encontró con algunos de los hombres que, como él, tenían como tarea patrullar la zona.
-Luego nos vemos-Dijo pellizcando suavemente mi mejilla y corriendo hacia ellos, le sonreí y continué mi camino hacia la carpa.
Cuando entré dentro vi una escena que me hizo sonreír ampliamente.
Ahí estaba Marco, apoyado en la cama de Nancy, la chica que había operado el día de antes, hablando, más bien tonteando, con ella, ambos tenían una sonrisa boba en la cara y ni se habían dado cuenta de mi existencia.
-¿Hola?-Dije y el rubio me miró sobresaltado, sus ojos verdes se abrieron como platos y una sonrisa nerviosa se dibujó en su rostro-¿Interrumpo algo?-Dije riendo y mordiéndome el labio.
-No-Dijo Nancy rápidamente, Marco se acercó a mí y me sacó fuera de la carpa.
-Vaya Marco-Dije riendo ante las mejillas rojas de mi amigo.
-Cállate-Dijo golpeando mi hombro-Solo estábamos hablando.
-Ya-Dije levantando las cejas.
-A ver si los únicos que podéis estar enamorados sois Alex y tú-Dijo rápidamente. ¿Sabéis lo que es un jarro de agua fría? Porque yo lo supe en aquel momento.
-¿Cómo?-Dije y Marco rió, recargándose en una pared.
-Tu y Alex-Dijo.
-¿Qué pasa?
-Estáis colados el uno por el otro-Dijo y noté cómo mis latidos aumentaban.
-Qué va-Dije, osea, estaba clarísimo que yo sentía algo por él, muy fuerte y profundo, pero yo no creía gustarle, o quizá mi baja autoestima no me dejaba verlo.
-Si-Dijo rascándose la cabeza-Y parecéis tontos negándolo-Noté cómo me ponía roja por momentos.
Tragué saliva y miré hacia otro lado, la mano de Marco agarró mi mentón y me hizo mirarlo.
-Indra, él te quiere-Dijo mirándome a los ojos-Y sé que tú a él también.
-¿A qué viene todo esto?-Dije, sintiéndome realmente atacada. Las conversaciones de sentimientos no eran realmente lo mío, me ponía nerviosa el evidenciar que algo, en este caso, alguien era mi punto debil.
-Quería hablar contigo sobre esto desde hace tiempo-Dijo-Y ha venido perfecto el momento-Tomó aire-Se que no debería meterme en estas cosas, pero veo que estamos en peligro de muerte constantemente, que ninguno de los dos dice nada y que aunque sea media hora ambos merecéis ser felices-Soltó.
-Marco no tengo claro qué siento hacia él-Dije algo agobiada, él sonrió.
-Él si lo tiene-Dijo tranquilo- Sólo necesita el empujón-Dijo y puse los ojos en blanco.
-Estábamos hablando de ti y de Nancy no de mí y de Alex.
-Creo que lo que pasa entre vosotros dos es un poco más importante-Dijo con una sonrisa.
-No quiero ni pensarlo-Dije suspirando, una pequeña risa salió de los labios de Marco.
-Deberías-Soltó-Porque es algo importante.
-No están las cosas para distraerse en estos temas-Dije tomando aire y soltándolo pesadamente.
-De hecho, si lo están-Sonrió-Las cosas siempre están para ser feliz-Dijo y apartó un mechón de pelo de mi cara, me hizo sonreír.
-Deberías dormir algo-Dije desviando el tema.
-Y tú peinarte-Soltó y reí.
-Para eso sí que no están las cosas
Ambos reímos con fuerza, en esos momentos me daba cuenta de lo importante que era Marco en mi vida, no de la manera que Alex lo era, pero a la suya, también vital. Un hermano mayor, alguien que, por muy mal que estén las cosas se preocupa por ti.
-Me voy anda-Dijo revolviendo mi pelo.
-¡Oye!-Grité, tratando de apartarme de su agarre.
-Tampoco te he dejado peor de lo que estabas-Dijo yéndose.
-Idiota-Solté girándome y entrando a la carpa.
Miré a mi alrededor y comencé a andar, al final de la sala se encontraba mi padre, me puse nerviosa, aún no me hacía a la idea de tenerle tan cerca de nuevo, nuestras miradas se encontraron y ambos sonreímos. Me acerqué a él y besé su mejilla.
-Buenos días papá-Dije muy animada.
-Buenos días hija-Dijo con esa sonrisa tan amplia y blanca que lo caracterizaba-¿Tú haces la guardia de día?
-Si-Dije estirándome-A ver qué tal va.
-Sigo atónito con que tengas conocimientos médicos-Volvió a decir, reí.
-En estás situaciones aprendes a lo que sea.
-¿Lo has pasado muy mal en nuestra ausencia?-Dijo con un tono triste y culpable, asentí.
-Pero me he sabido cuidar-Dije rápidamente.
-Tu madre estaría muy orgullosa de ti, estoy seguro-Dijo con los ojos enjuagados en lágrimas.
-Papá-Dije tomando aire- Mamá está viva, en la India-Sus enormes ojos me miraron atónitos.
-¿Cómo lo sabes?-Dijo y sonreí.
-Los chicos la encontraron, no he podido hablar con ella, pero está viva.
La sonrisa de mi padre iba a salirse de su rostro, mis padres eran la pareja que más se quería del mundo, una pareja de amigos y confidentes que se casaron por amor, tuvieron a su hija por amor y se amaban con todo lo que tenían dentro. Me abrazó con fuerza.
-No sabes la alegría que me das Indra, yo pensaba que ya estaba solo en este mundo.
Sonreí y negué.
-Y tú Indra-Soltó mi padre, tomé aire-¿Eres feliz con los chicos?-Asentí sin dudarlo.
-Mucho, son como mi familia-Dije sincera, mi padre rió.
-Unos más que otros-Dijo riendo.

The Right Red HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora