Día uno.

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Tomándose de las manos.
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Frío. Aquel día hacía demasiado frío del que recordaba Yura.

Su celular sonó de nueva cuenta indicando que había un nuevo mensaje.

»De: Katsudon ♡

En veinte minutos termina mi turno ¿Vienes por mi?«

El rubio soltó un suspiro y negó con la cabeza, ya no era necesario que Yuuri le preguntara por si deseaba ir a recogerle a su trabajo, la respuesta siempre era la misma.

»De: Yura ♡

Si para cuando llegue no estás en la recepción del hospital  yo mismo voy a los cambiadores a sacarte a patadas.«

Sin más fue a colocarse un abrigo, una bufanda y sus guantes. Así caminando por el corto camino de su departamento al hospital de donde Yuuri trabajaba como enfermero.

—  No estaría mal pasar por un café de regreso — Se dijo a sí mismo.

Sin notarlo ya se hallaba en la recepción del hospital y miró por el lugar pero no había ni luces del mayor, Yura soltó un leve gruñido, acto seguido saco su celular para llamarle.

Uno, dos, tres, cuatro sonidos por parte del aparato y luego la voz que más irritaba, la de la operadora de buzón de llamada.

La chicas que se hallaban en la recepción miraban embobadas al rubio que soltaba gruñidos por cada minuto que pasaba más se irritaba, ¡Demonios! Ya llevaba al menos quince minutos esperando por su pareja, estaba seguro que cuando el cerdo cuyo nombre compartían le recibiría con una patada.

Una media hora después Yuuri hizo su aparición y fue recibido por una patada, los pocos enfermeros y doctores que por ahí pasaron miraron con un poco de asombro aquello.

— ¡Me hiciste esperar por ti media hora tazón de cerdo! —

— Lo siento Yura, uno de mis pacientes a cargo se puso mal y tuve que estabilizar, quise mandarte un mensaje pero no pude — Explicó.

Un gruñido fue lo único que obtuvo para que luego su mano fuese tomada y con paso calmado de retiraron del lugar.

— Vamos por un café — Dijo el rubio después de unos minutos.

Yuuri tan solo asintió y entrelazo sus dedos con el menor.

Yura no lo aceptaría pero más de una vez había pensado que sus manos encajaban a la perfección, tampoco diría en voz alta pero le gustaba tomarse de las manos.

Ni siquiera cuando entraron en la cafetería, mucho menos cuando se sentaron en alguna mesa alejada del todo.

Si, definitivamente la mejor acción del día para ambos era tomarse las manos.

Never enough [30 días de OTP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora