Ramsay y su sorpresa

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El viento invernal bañaba de blanco los ladrillos del castillo, a pesar del frío los trabajadores seguían haciendo sus tareas: los herreros fabricaban espadas, los arqueros practicaban, y los que acababan de empuñar una espada se pasaban horas entrenando.

Sansa, cansada ya de hacer siempre lo mismo decidió buscar a Theon, bajaba las escaleras de la torre con la misma rapidez de un león, esquivando a la gente que subía hacia sus aposentos.

-Os están preparando el desayuno Lady Bolton.- Le dijo un hombre calvo apoyado en el canto de una puerta.

-Quiero desayunar en mi salón- Le contestó con descortesía.- Servídmelo allí.- se fue sin mirar atrás, sabía que estaba incumpliendo las órdenes de Bolton, pues él exigía que ella permaneciera por la mañana en su habitación, con tal de mantenerla custodiada.

Bajando las escaleras se encontró con el hombre que había traído el carruaje.

-¡Sansa!- gritó.- No esperaba encontrarla aquí abajo tan temprano- dijo con un tono suavizado al ver que ella se sobresaltaba por el escándalo del grito.

-He decidido que a partir de ahora quiero pasearme por mi hogar cuando y como quiera.- Le miró esperando que se apartara, pero el hombre solo permanecía con los ojos muy abiertos y una media sonrisa en el rostro.

Sansa lo apartó y continuó andando, hasta que por fin llegó hasta el comedor principal.

Ramsay la miró esperando una respuesta inmediata para justificar su desobedecimiento, pero Sansa se hubiera acercado más a la mesa de no ser por los guardias que le negaron el paso.

-¿y bien?- dijo mientras acababa de tragar un trozo de pan.

Sansa no abrió la boca, solo lo miró a los ojos como nunca antes había hecho. Al final de la mesa Lord Bolton asintió y los guardias al momento se apartaron de ella.

-Siempre acatas mis órdenes... ¿qué te ha hecho cambiar de un día para otro?- Volvió a meterse comida en la boca y tragó rápidamente para decirle: - No me interesan tus mentiras de mujer, pero me gusta más que seas obediente como tu hermano, lleva días sin soltar palabra.

Sansa le apartó la mirada y horrorizada miró al suelo, el corazón le latía con fuerza, no podía soportar la idea de ver a otro Stark sufrir por su culpa, no le importaba lo más mínimo que hermano era, solo quería acabar con la vida de Ramsay.

Su lúgubre rostro se atenuaba con las sombras de su capucha, sus manos perdían la fuerza que poseían mientras bajaba desde la torre, y su ardor de venganza se camuflaba con el miedo a volver a repetir el infierno, el miedo a volver a sentir dolor interno. 

El Sueño de Jon NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora