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Las noches eran frías y los días grices. No había canto de pajaros para calmarle, ni soles radiantes para iluminar su día. Sólo era Jimin, el niño nuevo al cual no querían en un lugar sin color.

Ésta vez no hubo toques bruscos en la puerta, ni alarmas ruidosas que anunciaban su nuevo día. Simplemente de rodillas sobre su cama mirando la nieve inundar el lugar haciendole ver completamente blanco.

Con las manos temblorosas abre la ventana poco a poco dando de lleno con el helado viento que corría por las afueras. El orfanato daba junto a un pequeño campo verde y espacioso, en donde cualquiera que lo viera diría que los niños jugaban alegres. Sin preocupaciones. Pero no era así, en el orfanato no había casi color ni vida en concreto. Los nervios de los niños recien llegados y las pobres esperanzas que sostenían los niños porque alguien venga a recogerlos en el calor de una familia no ayudaban del todo en el tosco ambiente.

Jimin sabía eso, había visto todo menos felicidad en el lugar y lo único que deseaba era que alguien se apiadase de su pobre alma. Quería salir de ahí.

La tristeza lo embriagaba y no podía faltar el incesante nudo en su garganta que le dificultaba el poder hablar y no sollozar ahogado. Se estaba ahogando en su propio mar de lagrimas y ya no podía gritar por ayuda, no cuando sabía que nadie vendría a su rescate.

Acomodando su suéter y llenandose de valentía se dirije a la puerta. Por el color del cielo deduce que es algo temprano pero no le importa demasiado, siempre estaba necesidad de estar solo en silencio y paz.

Se dirije por los anchos pasillos del orfanato, trata de no hacer ruido ya que los pasos hacen eco y despertar a los demás recidentes no sería de mucha conveniencia si queria estár en paz por un momento. Jimin creía que ellos realmente no eran malos, sólo eran pequeñas almas frustradas.

Cuando llega a la cocina mira confundido a todos lados, las luces se encuentran encendidas y el comedor de la parte de atrás parece estar habitado gracias a las voces que escucha. No quería ser un chismoso de primera y descubrir de lo que hablaban, pero si la curiosidad le gritaba que lo hiciese.

Con pisadas sigilosas se acerca a la puerta y la entreabre un poco para observar un poco.

—.. eres idiota —dice uno. Son dos personas las que parecen discutir pero Jimin no puede distinguir sus rostros ya que están de espaldas a la puerta.

Escucha como el otro bufa cansado al parecer.

—Te digo que es cierto, Taehyung. No puedes hacerle eso —la voz algo ronca resuena en sus oidos y ahora es el turno de bufar por parte del contrario.

—¿Qué no puedo hacer qué cosa? No voy a hacer nada al respecto, maldita sea.

—Ya callate —dice el otro enojado.

—No lo haré..

Jimin ya no escucha nada y ya no quiere hacerlo tampoco. Cierra lentamente la puerta por donde se encontraba espiando y retrocede en pequeños pasos sigilosos, o bueno, hasta que no vió el trapo humedo que estaba allí.

—Auch.. —susurra dandose cuenta de su error. Ya es demasiado tarde cuando se encuentra en el suelo sentado y la puerta ya está abierta en su totalidad.

Un pequeño puchero se forma de manera inconsciente en sus abultados labios rosados y no puede evitar dejar caer una pequeña lagrima al sentir el dolor en la parte baja de su espalda. Las pisadas se escuchan y algo le hace querer levantarse pero al primer intento vuelve a caer viendo ahora como un castaño y un pelinegro le miraban con curiosidad y confusión.

Reconoció al pelinegro, era aquél que sonreía.

—¿Qué te ocurrio, pequeño? —cuestiona el castaño acercandose a él de manera rapida. El pequeño rubio no despega la mirada del pelinegro cuando el otro castaño de voz algo gruesa se acerca a él y se hinca a su altura con una mueca de preocupación.

—M-me caí, eso es
t-todo —balbucea algo mareado. Apoya sus manos fuertemente y toma impulso para tratar de ponerse de pie pero es en vano, pues jadea de manera lastimera cuando otra punzada se hace presente y cae de lleno dejando que lagrimas resbalen de sus sonrosadas mejillas.

El castaño frunce el ceño y hace el intento de tomar su brazo pero Jimin es más rapido y se aparta algo asustado de su contacto. Sí bien lo recordaba los muchachos no habían sido muy buenos en el desayuno de ayer y no podía arriesgarse a que aquél castaño intentara ayudarle.

Jimin tal vez había perdido la esperanza de que alguien le diera un buen trato en ese lugar.

—Dejame ayudarte, tal vez no sólo fué un golpe —dice con la voz serena pero Jimin es terco e intenta levantarse nuevamente hasta caer y provocar que otro quejido se escapara de sus labios.

—Oye, hey no lo hagas —habla el pelinegro finalmente que en todo este tiempo había mantenido su boca cerrada—. Te puedes lastimar más, deja de intentarlo.

Jimin no obedece.

—No seas grosero, Jungkook. Debemos llevarlo a la enfermería —propone el castaño mirando al pelinegro. Jungkook bufa y frunce el ceño apoyando todo su peso en un talón mientras cruza los brazos sobre su pecho.

Jimin no puede evitar sonrojarse nuevamente y la mirada de Jungkook recae sobre él. Aquella mirada llena de brillo y calidez que le escaneaban como si fuera una especie extraña y de otro planeta.

Dejó de intentarlo, despues de todo el tal Jungkook y su amigo tenían razón.

—¿C-cómo harán eso si no puedo pararme? —pregunta Jimin en un susurro.

Ambos amigos se miran y el castaño sonrie en su dirección.

—Él te cargará —señala a Jungkook con una sonrisa cuadrada y radiante. Jimin abre los ojos como platos y suspira, mientras que Jungkook solo bufa un poco molesto.

Odiaba cuando su hermano menor se aprovechaba.

—N-no es necesario, sólo ayudame a levan.. ¡Auch!

Jungkook no era una persona con paciencia y aquél niño y su terquedad por querer levantarse por sí solo le estaba poniendo los nervios de punta. Ya lo había visto antes, el chico había entrado el día anterior y parecía que muchos querían matarlo con la mirada. El día de ayer había visto como Taeyeong le había empujado en el desayuno y no le había gustado para nada, aunque no diría nada. Todos pasaban por ese odio cuando ingresaban pero el tiempo curaba, en algunos casos.

En un movimiento ágil se acerca al chico de mejillas sonrosadas y pone una mano en su cintura y la otra en su espalda. Toma impulso y espera que el rubio no le golpee cuando lo carga como si fuera un pequeño bebé.

Jimin, por su parte, siente que su pulso se descontrola y la calidez que emana el cuerpo de Jungkook es verdaderamente acogedora. De manera algo inconsciente lleva sus pequeñas manos frías y se mueven a su cuello como si fuera un oso de felpa.

El castaño se endereza finalmente y les mira con una ceja enarcada. Jungkook chasquea su lengua sin mirar a Jimin y luego empieza a caminar en dirección a la enfermería con un pequeño Jimin adolorido y sonrojado.

N/A Otro capitulo mas, esperamos que les guste!!!!

So Bad 《Kookmin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora