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“Desearía que las cosas fueran diferentes”

Jimin se acostumbró en tan poco tiempo a tener a aquél joven de semblante serio y voz intimidante que prometió protegerle de aquellos que querían atentar en contra suyo.

Y Jimin se preguntaba, ¿dónde estaba ahora que le necesitaba?

El menor se encontraba en el desayuno, una noche de llanto y pensamientos profundos bastó para darse cuenta que Jungkook se había adentrado de tal forma en su corazón que en sus pensamientos no pasaba más que la imagen repetida de la mirada triste que la había dado y la brusca sincronía en la que habían hablado la última vez. Mentiría si dijera que le gustaba sentirse de esa manera, estaba exhausto de sentirse abrumado por lo que sentía.

Miró por última vez lo que parecía puré de papas en su pequeño plato. Lo remueve sin ganas y suspira, sus pies se mueven vagamente bajo la mesa y un pensamiento tan tonto como el hecho de que le faltan unos pies para llegar a tocar el suelo le hacen sonreír como un idiota. Termina por alejar su plato y el pequeño recuerdo de Taehyung intentando alimentarle como si fuera un niño llega a su mente rapidamente.

Por más que tuviera hambre no se podía permitir comer, no con los animos por el suelo y el semblante triste y desganado que le acompañaba el día de hoy. Sin embargo, algo le tenía inquieto, nervioso y con una sensación que no era agradable en su boca. Si bien, eso no era impedimento para tener un pequeño puchero en sus labios que le hacían ver como un niño berrinchudo a punto de llorar.

Harto de mirar su plato sin emitir acción se levanta captando algunas de las miradas curiosas de los jovenes que recidían allí. Sin animos camina a paso lento y desganado hasta llegar a la entrada, cabizbajo intentando ignorar los pequeños zumbidos de murmuros que llegan a sus oidos. Y hubiera salido si no fuera por el empujón nada delicado que había recibido por la persona que iba en lado contrario a su persona.

Unos pocos segundos habían bastado para reaccionar a los dos pasos que había retrocedido y una levantada de mirada fué suficiente para que su pulso se acelerara a mil. Sus ojos se abren como dos pequeños platos y sus manos se esconden entre las mangas de su sueter.

—Fíjate, mocoso... —escúpe con voz ronca y semblante serio.

Jimin da un paso hacia atrás recordando la paliza que había obtenido hace unos días. Los golpes seguían allí intactos en su memoria, al igual que la propuesta de Jungkook. Niega con su cabeza y aleja esos pensamientos que no hacían más que provocarle ganas de llorar en su cuarto cuando ahora necesitaba estar alerta por si aquél joven de mirada intimidante intentaba algo.

Jimin se encoge en su sitio, sus mejillas abultadas se tiñen de rosado un tanto intenso y sus manos se vuelven dos pequeños puños escondidos en sus mangas. El tiempo parece pasar lentamente, pero no de buena forma, su corazón late rapidamente y el único pensamiento que acapara su miedo es la incesante interrogante:

¿Dondé estará Jungkook ahora?

—¿No te vas a disculpar? —ruje el chico, podía sentir su oido en cada palabra. Eso basta para que bajara la cabeza rendido y el silencio repentinamente abrumador de todo el comedor le es suficiente para sentirse miserable al saber que nadie haría nada por él.

—Eres un maleducado —brama uno.

—No deberías estár aquí.

—Basura.

—Idiota.

—Niño estúpido.

—No tienes utilidad aquí, te diría que te fueras de este lugar pero no creo que alguien quiera quererte... —escupe el chico que había empujado su hombro.

So Bad 《Kookmin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora