Capítulo 4

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  "Después de aquello vivimos en medio de un creciente horror, mezclado con cierta fascinación. La mayor parte del tiempo nos ateníamos a la teoría de que estábamos enloqueciendo a causa de nuestra vida de excitaciones anormales, pero a veces nos complacía más dramatizar acerca de nosotros mismos y considerarnos víctimas de alguna misteriosa y aplastante fatalidad."
                     Howard Phillips Lovecraft.

-Seguro Johnny, no tengo problemas con esto, ya hablé con Jane para estar informada sobre mi ausencia por unos días más.
-Gracias amigo, te debo una.
-No hay de qué.
 
-Chicos, miren, nos deberemos ir anticipadamente, John y yo iremos a cuidar de su hijo ya que Cynthia no estará en la casa.
-No hay problema, cuídenlo bien al muchacho, no vaya a ser que se les extravíe, el problema de eso debe de ser inexplicable.
-No, creemos ser buenos responsables, Julian estará bien.
-Ah, no, hablaba de su padre.
-Qué te pasa toca tambores...
-Era un chiste, abuelo.
-Abuelo serás vos, que estás sentado todo el tiempo en los conciertos, ja ja.
-Bueno bueno, vámonos de una vez niño.

  Se iban riéndose al menos, para suavizar la situación nada agradable para John, no era su especialidad cuidar de su hijo, porque nunca pudo estar presente por mucho tiempo y eso le hacía dudar sobre las reacciones del niño para con su padre siendo más cotidiano. Por esto, sabía del carácter un poco más responsable de Paul, de quien aceptó ayuda.

Al llegar ellos, el niño se encontraba dormido en su habitación. Cynthia ya había partido y dejado unas instrucciones en una hoja
sobre los cuidados de Julian.

-Paul, eh, hay un problema aquí.- Rascándose la cabeza.
-Dime, qué sucede.
-La cuestión es que, hay sólo una cama. Pero lo bueno es que es de dos plazas, no habría demasiado conflicto con eso ahora que lo pienso.
-Eh, creo que no, sino puedo dormir en el piso, o en el sillón.
-Ah, sí, es cierto. Entonces no hay problemas. Eh, estoy un poco cansado, te importa si...

-Acuéstate, yo iré a hacer las compras que intruyó Cynthia.
-Ok, gracias.- Y le revolvió el cabello.

Aproximadamente a la hora y media John estábase levantando y vio algo distinto en la casa. Estaba decorada con flores en una mesada de la cocina,
en la mesa del comedor y en el living, en algunos ángulos. Notaba un aroma dulce, que le recordaba a Paul, era su perfume, lo había esparcido
por toda la casa. Algo dormido y extasiado por el ambiente, va hacia Paul que con un delantal cocinaba un revuelto de verduras.
 
-Dormilón, son casi las nueve de la noche.
-Rayos... ¿Hiciste las compras?
-Sí, ¿no ves?
-Claro.
-Bien, pon la mesa y saluda a Julian que te extrañó.- Dijo con un dejo irónico.

-Hola hijo, ¿cómo estás?- El niño le hacía señas pero su habla era un tanto difusa.
-Yo también te quiero, mi niño.- Le tocaba la cabeza y lo acariciaba mientras le sonreía queriendo demostrar cariño.
-Deja de hacerle caras a Jude, digo, Julian. Lo vas a traumar.- Bromeaba Paul.

Luego de la cena tan rica estaban cansados para seguir despiertos, por eso optaron por dormir. John le trajo unas almohadas y sábanas para que Paul esté
a gusto durante la noche.

-Buenas noches Paulie.- Saludó risueño.
-Buenas Johnny.

Se lo notaba contento a John, a gusto en cuanto su compañía, y lo demostraba acostado, sonriente con los ojos cerrados. Hasta estaba apreciando más a su hijo quien fue la razón de la estadía de Paul.

En el medio, en el principio o en el final de la noche, un tono color celeste inundaba la vista de John con la posterior inclusión de objetos semejantes a nubes bien blancas. En una de ellas empezó a divisarse una casa, que se transformó en una mansión a medida que su vista se acercaba allí. Luego de tocar el timbre
de aquella propiedad, al alzar la mirada, se había convertido en un palacio con una estatua de jade en donde estaba tallado un rey enorme en la punta allá a lo alto, con un semblante sardónico, soberbio.
La puerta fue abierta por una mucama.
-Ah, es usted. Pase y siéntase en su casa. Relájese mientras le guío hacia donde se encuentra quien busca.
-Gracias señorita.- Amable.
Caminaron aproximadamente un kilómetro entre ornamentos florales, de diamantes, de jades... Como un alivio, la mujer abrió la puerta de la habitación de quien se encontraba en posición sugestiva, recostado cubierto por sólo una única sábana. Ahí estaba Paul.
-Les deseo un disfrute excelso.
Impactado John no respondió y entró al cuarto que seguía la misma linea de ornamentos, sólo que allí se encontraba lo más valioso para él, más brilloso que mil diamantes. Sintió el sonido de la puerta al cerrar, y el resto es historia.

Así, tenía en una realidad paralela una relación sentimental, afectando la vida cotidiana en cuanto al trato complementario para con su amor mutuo.
Sentía que se complementaban a la perfección, como si Paul hubiera tenido el mismo, los mismos sueños, y haciendo caso a aquello, empezó a hablar en sentido más sentimental con John. Por ejemplo, Lennon se encargaba de ser más gracioso con el niño, mientras que Paul encargaba de retarlo más, haciendo un favor
a John para dejarlo con una mejor imagen.

Pero John estaba inestable, todas esas sustancias ingeridas días atrás lo habían desestabilizado mentalmente, y empezó a sentirse en contraste a su
amor...

Cocinaba Paul, mientras lo ve su amigo. Se mostraba enamorado, veía al amor de su vida allí. John se sentía cómodo con esto, su amigo se hacía cargo de los deberes, y él podía relajarse y hasta compartir tiempo con su niño. Esto atraía aún más a Lennon hacia Paul. Lo miraba con un dejo amoroso al cocinero con ese delantal tan bonito color verde oscuro, sintió ganas de abrazarlo por la espalda y besarlo, apoyar su cuerpo en él, otorgarle amor, como un matrimonio joven; lo que no pudo tener en abundancia últimamente con Cynthia lo quiere tener con su Paul.

Sin embargo, comienza un exhabrupto, esto no puede darse piensa, además de que su hijo estaba ahí, no podía hacerlo, él (pensaba) odia a los gays, no quiere ser uno de ellos, lo caracterizarían así, en algún momento alguien se daría cuenta de la relación y quedaría marcado de por vida y después de su muerte. Se lo notaba nervioso por eso. Entonces actuó impulsivamente agresivo, actuó a merced de su odio. Sin darse cuenta Paul, llevó a su hijo a la habitación. Luego de eso, tomo una sartén. Paul estaba tan compenetrado en que las verduras no se pasen de cocción, y no se percató del accionar de John.

-Paul.
-Eh, ¿sí?.- Apenas se dio la vuelta su visión se tornó a negro.

[...]

-P-perdóname Paulie.- John lo acariciaba en el hospital.
-No fue mi intención, actué mal, perdón!- Sollozaba escandaloso con una culpa inmensa.

Two of Us (Nosotros Dos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora