"Al rojo de la tarde"

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«Matalo» la palabra se repetía como un eco. Las paredes de su mente retenían aquella persistente voz, pero el sonido parecía provenir del exterior.

Victoria abrió los ojos lentamente, intentó incorporarse pero tal intento se vio frustrado ante la rigidez de su cuerpo.
Trató de mover las manos, intentó hablar pero le fue imposible.
Su cuerpo parecía estar congelado, como si su mente se encontrara prisionera dentro de algún objeto inerte.

«Matalo» susurró una suave voz a su oído. Victoria trató de averiguar quién pronunciaba tales palabras pero su cuerpo seguía tenso.
Después de unos cuantos segundos que para ella parecieron horas, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad de la habitación. En ese momento fue capaz de distinguir una sombra. Esta sombra no estaba proyectada sobre las paredes, más bien daba la impresión de poseer un cuerpo propio.
A pesar de la ausencia de ojos en aquella figura, Victoria fue capaz de percibir su mirada penetrante. Sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo, quiso gritar y salir corriendo de aquel lugar.

Segundos después sintió como sus miembros uno a uno recuperaban la movilidad.
Recuperó la facultad de hablar. El temor le consumía entera, apretó las manos con desesperación y con todo el valor que era capaz de reunir, al fin pudo articular palabra.
-¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?- dijo con voz entrecortada
La sombra continuó observándola, como si sus palabras se hubiesen esfumado en el aire al contacto con el mismo.
-¿Qué es lo que quieres?- gritó nerviosamente
-Solo quiero jugar contigo- le susurró al oído.

Victoria cerró los ojos y al abrirlos nuevamente se encontraba en la habitación de un hospital.
Por la ventana, de lado izquierdo podía observar el atardecer.
Las nubes estaban teñidas en tonos rojizos y anaranjados. El cielo daba la impresión de arder dolorido.
Victoria se percató de que alguien se encontraba a su lado.
Era Eric, estaba sentado en una incómoda silla con los brazos recargados sobre la cama y su cabeza reposada sobre los mismos.
Estaba dormido, su rostro reflejaba una expresión de intranquilidad.
El flequillo le caía delicadamente sobre la frente, Victoria apartó el suave cabello del rostro del joven.

Eric despertó ante aquel contacto. Miró a Victoria fijamente a los ojos, era la primera vez que lo hacía desde que se conocían.

Tenía unos ojos verdaderamente hermosos, estos le transmitían a ella un terrible sentimiento de soledad.

Eric se acercó despacio al rostro de Victoria, la distancia que quedó entre ellos era muy poca.
Colocó su mano tibia sobre la frente de la escritora. Ella cerró los ojos.
-¿Te sientes mejor?- dijo poniendo una considerable distancia de por medio entre ambos.
No hubo respuesta.
Él apartó su mano e inclinó la mirada.
-La verdad es que no recuerdo mucho sobre lo que pasó- respondió Victoria.
-Te desmayaste, uno de los empleados del café llamó a una ambulancia pensando que podía tratarse de algo grave.-
-¿Y es algo grave?- dijo Victoria percatándose de estar desnuda debajo de la bata de hospital
-Dijeron que es agotamiento físico, si descansas lo suficiente estarás mejor-

En ese momento un hombre con bata blanca ingresó a la habitación.
-Señorita Victoria, ¿cómo se siente?- profirió el hombre a la vez que hojeaba el expediente de la escritora.
-Estoy bien, quiero irme ya- respondió ella con aquel aire soberbio que le caracterizaba y que sin embargo pocos conocían.
-Por supuesto. Necesito su firma en algunos documentos para proceder con el alta.- dijo el médico mirando a la escritora.

****

-No tienes que acompañarme, vivo cerca de aquí- dijo Victoria algo irritada ante la insistencia de Eric en cuidar de ella.
Desde niña había sido independiente y había aprendido a valorar la soledad a la que estaba destinada.
Al contrario de lo que pudiera pensarse, el pasar la mayor parte de su vida sola no había causado en ella ningún complejo.
Había crecido como una mujer fuerte, con una gran autoestima.

Comprendía y valoraba el interés del joven, simplemente le hacía sentir incómoda ya que no estaba acostumbrada a que alguien tratara de hacerse cargo de ella.

-Me gustas- respondió él con las mejillas rojas y sin pensar en el efecto que sus palabras tendrían en la escritora.
De todas las contestaciones que él podía dar, ella jamás creyó escuchar tal frase en aquel momento.
-¿Exactamente cuándo fue que comenzaste a hablarme informalmente?- respondió tratando de evadir dicha confesión.
-En el momento en que toqué tu piel por primera vez. Aquel tacto se sintió tan familiar que creí conveniente eliminar cualquier brecha entre tu y yo-

Un recuerdo vino a la mente de Victoria como un destello de lucidez. Eran imágenes confusas y fragmentadas.

Eric caminaba frente a ella. Sin decir palabra alguna le guiaba entre las calles con la destreza de alguien que conoce un camino de memoria.
Victoria se detuvo, observó la espalda del joven. Tuvo la sensación de que en su memoria había una pieza faltante.
Algo de lo cual los demás tenían conocimiento, excepto ella.
-¿Quién eres?- preguntó a Eric, quien se encontraba aún de espaldas.

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