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El aroma del café recién hecho y el característico olor de la madera se entremezclaban en el ambiente, el hogar de Jung Haneul se encontraba en completo silencio y el calor de los rayos del sol penetraba las ventanas de la cocina. La pelinaranja se encontraba de pie observando la entrada de la cocina, el sonido de pequeñas pisadas llenó el lugar hasta que el cachorro atravesó a trompicones el umbral y cayó de bruces tras tropezar con sus propias patitas. «Es igual a Taehyung.» pensó con gracia. Se giró sobre sus talones y apartó las coloridas cortinas para poder abrir la ventana. Un par de toques a la puerta principal llamaron la atención de ambos individuos, no tardó en escuchar pasos y encontrarse con la sonrisa animada del castaño. «Hablando del diablo...»

— Buenos días, queridos amigos. — canturreó.

Acercándose a la alacena, Haneul extrajo un par de tazas de café y las posicionó junto a la cafetera. — ¿Cómo entraste? — ella enarcó una ceja en dirección al muchacho. Este se encontraba en el suelo, saludando al pequeño can animadamente.

— Aparecí dentro, sólo que toqué la puerta desde adentro para avisar. — soltó una risilla.

— ¿Por qué no me sorprende? — ironizó ella.

Con cuidado sirvió el café en ambas tazas y repartió una generosa cantidad de leche en ambas. Con cuidado tomó la que preparó para el castaño y la dejó en la mesa, luego tomó la suya entre sus manos —porque no le gustaba sujetarlas por el asa— y tomó asiento frente a la mesa. Al estar allí le dio un lento sorbo a su café, disfrutando la sensación en sus papilas gustativas.

— Ven aquí, Kim, tu café está servido.

— Oh. — se incorporó con una expresión avergonzada en el rostro. — Hani, a mí no me... gusta el café.

— Qué pena, en esta casa bebemos café.

Sin más remedio Taehyung tomó asiento frente a ella mientras que el can se posicionaba bajo la mesa para luego descansar sobre su estómago. Haneul aún no se acostumbraba a su presencia en su hogar.

— ¿Ya le has dado un nombre? — inquirió él referente al cachorro. La pelinaranja dio un asentimiento quedo, rogando para sus adentros que su amigo no preguntara algo más. Muy tarde, pues sus ojos se iluminaron. — ¿Cómo se llama?

Llevó su taza a sus labios y murmuró: — Perro. — antes de darle un largo y lento sorbo a su café tibio. Desde el otro extremo de la mesa, Taehyung le dirigió una mirada. — ¿Qué?

— Me encanta tu creatividad, Haneul. — ironizó. — Al menos dime que lo alimentaste bien.

La muchacha rodó los ojos, sopesando el recuerdo del tazón con leche y cereal de arroz que le ofreció al cachorro y decidiendo que era información que el castaño no necesitaría saber. — Claro que lo hice, tampoco soy un monstruo.

— Sé que no. — y por primera vez Taehyung extendió su mano para tomar tu taza de café y darle un sorbo. — No está mal. — murmuró. Una sonrisilla autosuficiente se extendió por el rostro de Hani.

El silencio cayó sobre la mesa aunque no era nada incómodo, en absoluto, más bien se sentían a gusto mientras la tranquilidad y el aroma del café los envolvía. La pelinaranja terminó su café cuando Taehyung apenas llevaba la mitad del suyo, aún tenía espacio en su estómago por lo que decidió incorporarse y buscar un par de galletas en la despensa. Revisando dentro de esta, se topó con la caja del cereal de arroz, lo tomó en una mano y se paró en la punta de sus pies para intentar tomar el paquete de galletas con su mano libre.

El sonido de los cereales sacudiéndose dentro de su caja debió llamar la atención del cachorro pues se había incorporado en un dos por tres y corrió a los pies de su dueña sin importarle lo corto de sus patitas. Al notar que la muchacha no le prestó el más mínimo resquicio de atención, dejó escapar un ladrido; agitó su cola con orgullo cuando la mirada café se posó sobre él.

«A alguien le gustó el cereal de arroz.» pensó ella. Taehyung estaba allí, no podía simplemente darle ese cereal de comer.

— Lo siento, Perro, no puedes comer de esto. — dijo.

El cachorro ladeó su cabecita sin entender nada, pero con ojos brillantes, esperando recibir más de esa «comida deliciosa» que comió antes. Haneul dejó la caja sobre la barra y siguió su búsqueda del dichoso paquete de galletas. Una vez que logró alcanzarlo retrocedió un poco, golpeando sutilmente la caja del cereal —para hacerlo parecer un accidente— y esta cayó al suelo, esparciendo parte de su contenido por el suelo. Por otro lado, el muchacho hizo su mayor esfuerzo por no escupir el café y contener la carcajada que amenazaba con salir de su garganta por lo gracioso y absurdamente intencional que fue ese «accidente.»

El pequeño cachorro celebró con brincos y ladridos el festín que tenía en frente, disponiéndose entonces a comerlo todo.

Tras colocar la caja de cereales en su lugar y tomar un par de galletas, Haneul volvió a su asiento, le ofreció una de las galletas a su amigo. Fue entonces que observó al can y tuvo que reprimirse de elevar las comisuras de sus labios, «inquieto, comelón y causante de desastres» enumeró en su mente; le recordaba a Taehyung.

En la mente de la pelinaranja se encendió una bombilla, ya tenía el nombre para ese cachorro.

— Ya pensé en un nombre.

— ¿Cuál? — la curiosidad iluminó sus ojos.

— Inu.

Los labios del castaño formaron una «o» al reconocer que la palabra era extraña para él.

— Supongo que es de otro idioma. — ella asintió. — ¿Qué significa?

Sin apartar la vista del alegre cachorrito, una de las comisuras de sus labios se elevó. — Perro.

Una corta risa salió de entre los labios de Taehyung simultáneamente un extraño sentimiento se propagó dentro de su pecho, la peculiaridad de aquella calidez que moraba tan cerca de su corazón le provocaba gran curiosidad, podía no ser la primera vez que reparaba en su presencia y de cualquier modo desconocía su causa; bien podría ser por el adorable vaivén de la cola del cachorro ahora conocido como Inu, probablemente porque se sentía alegre de que el pequeño obtuviese un nombre o a lo mejor por la diminuta sonrisa cincelada en el rostro de Haneul.

No tenía idea de lo que ocurría en su interior.    

de un flechazo al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora