Prefacio

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De un flechazo al corazón.


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En una mesa dentro de un vacío, el Tiempo y el Destino comparten una taza de té. Un, dos, tres terrones de azúcar, otro cambio en una vida mortal. Tiempo y Destino, Destino y Tiempo; uno tan distinto del otro aun cuando beben de la misma infusión. Un par de gotas de miel y es salvada una vida.

La mirada oscura y sagaz del Tiempo se clava en los ojos brillantes del Destino, conociendo a la perfección el caos disfrazado en esa mirada optimista. El Tiempo, calculador y sensato, batalla sin descanso con la vehemente imprudencia del Destino. El Destino, tan necio y temerario, sintiéndose indomable y en la necesidad de hacer lo que le plazca.

Con un firme agarre, el Destino sostiene la tetera humeante entre sus manos, llenando nuevamente ambas tazas vacías.

Tanto Tiempo como Destino son necesarios el uno para el otro; teniendo en común la posesión de incontables cantidades de hilos infinitos, hilos que tiemblan, se tuercen, se enredan y desenredan pero jamás se rompen.

Un terrón de azúcar es depositado dentro de su taza cuando el Tiempo repara en la mirada peculiar de su contrario, acompañada de una especie de sonrisa enfermiza oculta tras su taza de té.

Es ahora cuando debe ser más cauteloso que de costumbre, pues el Destino tiene ganas de jugar y su nuevo color favorito es el naranja.



© girosdeluna 2018

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