VI

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Algunos días pasaban más lentos que otros, para Haneul, cuyos días eran regidos por una aburrida rutina, los días largos eran una tortura. No obstante, desde que Taehyung está en su vida tiene la oportunidad de vivir sus días de una manera diferente. Justo como ahora, se encontraba estudiando en el jardín de la universidad bajo un árbol, lo cual es algo que haría en un día común y corriente, la diferencia se hallaba en la presencia del muchacho junto a ella, que descansaba con un brazo tras su cabeza y con su mano libre jugaba con la hierba. Este mantenía su mirada en el cielo, dejándola recorrer desde cualquier nube sin forma hasta algún avión que surcara su campo visual; encontraba más agradables los días que pasaba con su amigo alado.

Nuevamente la pelinaranja se había perdido en sus pensamientos, ganándose reproches de los verbos y conjugaciones escritos en sus apuntes, a los que ella les replicó con una mueca de hastío. Desvió un poco su mirada, solamente para observar a su amigo por el rabillo de su ojo, y en sus labios nació una minúscula sonrisa.

Le agrada que ya no debe pasar tanto tiempo sola.

Sacudió su cabeza un par de veces, tratando de volver a prestarle atención a los apuntes de su cuaderno, se le hacía muy difícil cuando lo menos que quería hacer era estudiar por lo que con un suspiro apartó su cuaderno y estiró sus piernas, «no va a pasar nada por un día que no estudie.» pensó, ignorando olímpicamente la voz de su consciencia gritarle la cantidad de días que no había estudiado.

— ¿Ya te aburriste? — inquirió Taehyung, mirándola desde su lugar sobre la hierba.

Ella enarcó una ceja. — ¿Cómo es que hace una semana me preguntabas si había terminado de estudiar?

— Porque ya aprendí que estudias hasta que te aburres y no terminas. — sonrió con la diversión tintándole la voz.

A continuación la muchacha suspiró. — Al menos la reputación de estudiosa me duró un rato. — y con su mala simulación de una expresión triste le sacó una risa al castaño. Como si fuese una reacción automática, ambos se incorporaron y tomaron sus pertenencias para comenzar a caminar, con pasos lentos se acercaron a la cafetería.

— Tenía en mente comprar algo en la máquina expendedora. — comentó Haneul.

Como era de esperarse, los ojos de Taehyung se iluminaron. — ¿Puedes comprar papas? Como las de la última vez. — ella no pudo evitar soltar una risa, desde que le había dado a probar aquellas papas fritas, el castaño no podía olvidarlas. Estuvo a punto de abrir la boca para responderle cuando un par de muchachos chocaron contra ella, haciéndola trastabillar; habría caído de no ser porque su amigo la tomó por los hombros.

— ¡Lo siento muchísimo! No te había visto, en verdad lo lamento. — se disculpó uno de ellos con una reverencia.

— No te preocupes, fue un accidente. — Hani le ofreció una pequeña sonrisa.

— Ten más cuidado la próxima, amigo, casi me dejas viudo. — bromeó Taehyung.

Los muchachos soltaron un par de risitas al ver la graciosa mueca de Haneul cuando escuchó la palabra «viudo». Se disculparon una vez más e hicieron una pequeña reverencia antes de seguir su camino. La chica se giró para mirarlo, estuvo a punto de recalcarle su mal uso de dicha palabra pero optó por hacer una pregunta importante.

— ¿Cómo pudieron verte? — murmuró con el entrecejo fruncido.

Una vez que comenzaron a caminar nuevamente, él habló. — ¿Recuerdas que una vez te hablé sobre un hechizo que me protege o algo así?

— Oh, ¿esa misma vez que intentaste asesinarme? No lo recuerdo.

— ¡Que ya te he dicho que lo siento! — Hani soltó una risa ante la frustración del castaño. — En fin, hay una poción que me hace difícil de percibir para los humanos, si bien de vez en cuando pueden verme, no pasará mucho para que me olviden nuevamente. — había un deje de melancolía que ella escasamente pudo percibir en la explicación de Taehyung, aun así sonrió nuevamente. — Parece que te estás juntando mucho conmigo ya que no te ven tampoco.

La sonrisa se le fue contagiada a Haneul, y simultáneamente codeó las costillas de Taehyung, una risa escapó de sus labios.

de un flechazo al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora