IX

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Haneul se sorprendió por lo rápido que se había aburrido de ese día. Tras la partida de Taehyung se dedicó a preparar algo de comer y estudiar para sus próximos exámenes, pensó que el tiempo habría pasado volando y que de seguro estaría cerca el anochecer, dándose cuenta entonces que a duras penas eran pasadas las cuatro. Decidió tomar una siesta que seguramente se convertiría en una sesión de sueño completa hasta el día siguiente pero para su mala suerte le fue imposible, sin importar cuánto se cubriera con sus sábanas, ni que cambiara su posición y mucho menos que contara ovejas saltando sobre una valla, nada le funcionaba.

«A ver cerebro, terminé mis deberes y no hay nada por hacer en la casa ¡¿qué quieres de mí?!» La pobre chica no halló más opción que deshacerse de sus sábanas y tomar sus llaves para dar un paseo no deseado. Mientras ajustaba las agujetas de sus zapatos en la entrada le echó un vistazo al pequeño cachorro que yacía dormido bajo la mesa de centro. Por un segundo pensó en llevarlo consigo y dejarlo que conozca el vecindario, desde que llegó no ha dejado el interior de la casa —porque Haneul no cree que el que haya salido al jardín trasero cuente como "dejar el hogar"—. «¿Cómo se supone que lo lleve si no tiene una correa?» Una luz pareció encenderse en su cabeza.


— ₊˚.༄ —


La caja registradora emitió un sonido característico al que utilizarían en una caricatura para niños cuando pagó por el nuevo collar y correa de Inu, con mucho esfuerzo y dedicación la pelinaranja evitó hacer una mueca al escucharla. Le agradeció a la chica detrás del mostrador con una sonrisa educada e hizo su camino hasta la salida del local. Llevaba en una pequeña bolsa plástica un collar rojo y una correa del mismo color. «Más vale que a Inu le guste el color rojo...» pensó. «¿Siquiera puede distinguir colores?» Negó la cabeza por sus preguntas tan tontas. Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que al salir le estamparía la puerta en el rostro a un muchacho. Sus ojos se abrieron en demasía al escuchar el golpe seco seguido de los quejidos del muchacho.

— ¡Lo siento tanto! — se apresuró en decir. — ¿Estás bien? — Haneul esperó recibir un par de gritos y que la llamaran imbécil por haber sido tan distraída, no obstante recibió un par de quejidos amortiguados por las risitas del rubio frente a ella, quien ejercía algo de presión en su frente con la palma de su mano.

— Mi cerebro sigue dentro de mi cráneo así que todo está bien. —aseguró con diversión, incorporándose. A pesar de que aun cubriese su moretón, el muchacho cuyo nombre desconocía le ofreció una sonrisa torcida. — Debería escribirle un reporte a los dueños del local y decirles que compraron el cristal de mejor calidad.

Una risa estuvo cerca de escapar de los labios de la chica, le pareció que no estaría bien reírse de aquello estando en esa situación por lo que la contuvo. — ¿De verdad estás bien?

— Sí, eso creo. — retiró su mano e inclinó su cabeza hacia adelante. — ¿Se ve muy mal el golpe?

— Sí.

Aquél monosílabo fue dicho sin haberlo pensado, la verdad era que no se notaba en lo absoluto que lo había golpeado a pesar de lo fuerte que se escuchó el golpe. Se sintió mal al segundo de haber hablado, ¿cómo no? El muchacho era un completo extraño, no podía hablar con él de la forma en que le hablaría a Taehyung en cualquier momento. Preparó su mejor disculpa —de nuevo— pero se detuvo al escuchar un suspiro proveniente de su contrario.

— Ahí va mi carrera de modelo. — se lamentó el rubio, de nuevo bromeando. «¿Por qué es tan gracioso?» pensó mientras reía. — Choi Junhee, un placer. — el rubio le extendió su mano, ofreciéndole otra sonrisa una vez más.

— Jung Haneul. — tomó su mano y le dio un apretón amistoso. No se acostumbraba para nada a entablar conversaciones con extraños.

— Qué coincidencia, los dos cielos lucen iguales.1  — señaló él, haciendo referencia a los rayos naranjas que coloreaban el cielo y sus pocas nubes y su cabello. Aquella comparación le sacó una sonrisilla dado que nunca nadie había dicho algo como eso. — Bien, Haneul, uh... ¿qué te parece si te invito un café?

Le parecía curiosa la facilidad de Junhee de socializar con alguien, pocos minutos han pasado desde que se han hablado por primera vez, de todas formas, parecía ser un muchacho agradable.

Uhm... lo siento, pero ya debo volver a casa, — arrojó su pulgar por encima de su hombro, señalando el camino que anteriormente recorrió para llegar a la tienda. En ese corto instante percibió un atisbo de su reloj de muñeca y por fin dándose cuenta de lo tarde que era. — debo darle de comer al cachorro que vive conmigo.

— ¿"El cachorro que vive conmigo"? — preguntó con diversión en su voz. — Está bien, no hay problema. Quizás puedas darme tu número y te invitaré a salir otro día, ¿te parece?

— De acuerdo. — se encogió de hombros.

Mientras el rubio rebuscaba en su bolsillo por su celular, Haneul trataba de hacer sinapsis y escudriñaba entre sus recuerdos dónde podría estar su celular. Dicho aparato era poco frecuentado por ella, solamente cuando compartía mensajes o alguna llamada con Hyunjin. «La última vez que recuerdo haberlo visto Taehyung estaba jugando con él... maldito incordio, ¿dónde lo habrá dejado? Tae... ¿a qué hora dijo que regresaría? Seguramente ni siquiera lo dijo, es tan desordenado a veces, aish.» — Haneul. — de no ser por el llamado de Junhee seguiría encerrada en su burbuja de pensamientos. Avergonzada, tecleó su número con rapidez y sin equivocaciones. Unas cuantas palabras más fueron compartidas entre ambos antes de que se despidieran con un par de pequeñas reverencias y la pelinaranja recorriera todo el camino de vuelta a su hogar.






1: El nombre de Haneul (하늘) significa cielo en coreano.

de un flechazo al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora