VII

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La pelinaranja frunció levemente el entrecejo al ser tomada desprevenida por la repentina pregunta de su amigo. Se encontraba sentada en su escritorio frente a su laptop en busca de nuevas canciones que escuchar, una suave melodía era expelida por las bocinas conectadas al aparato, debido al volumen bajo pudo escuchar con perfecta claridad las palabras del castaño, no podría fingir que no le escuchó. Sabía que al darle la espalda él no podría ver su expresión, si es que eso de algo le ayudaba.

— Hani, ¿por qué siempre estás sola? — había inquirido él.

«¿Por qué siempre estoy...?» aquello no era algo que cuestionara en un día común, prefería simplemente no hacerlo, para ser precisos.

Por su parte, Taehyung se encontraba sorprendido por la pregunta que salió de sus labios tan repentinamente. Físicamente se encontraba sobre la cama de la chica, descansando con las piernas colgando del borde del colchón pero su mente se hallaba muy lejos de allí, en sus pensamientos flotaba sobre una nube, paseando entre ideas y asuntos que le causaban curiosidad, siendo estos últimos más numerosos que las primeras. Uno de esos asuntos era Jung Haneul, ella era un misterio para él, a pesar de que actualmente compartiera más sobre ella con él, parecía no ser nada con todo lo que guardaba para sí misma. Otro asunto sería por qué quería saber lo que ocultaba su amiga, ¿por qué le importaba tanto lo que pudiera no contarle? Taehyung sabía perfectamente que no debía indagar en la privacidad de los demás, ¿por qué entonces no podía contenerse cuando se trata de ella? Culpó con todas sus ganas a esa cualidad tan impulsiva suya que le hizo soltar esas palabras mientras deambulaba en su mundo imaginario.

— Porque así me gusta más. — respondió sonando indiferente, mas Taehyung no se estuvo convencido.

— Pero... — se incorporó. — ¿qué hay de tu familia?

Algo no encajaba del todo para el muchacho. A lo largo de su vida ha visto las expresiones de millones de personas al encontrar a su nuevo amante y la alegría que desbordan al estar en la compañía de otros; ¿entonces por qué hacían falta personas en la vida de Haneul? ¿Por qué parecía que a duras penas sí los tenía a él y a Inu? Esas y muchas más preguntas se producían en su cabeza sin entender la razón de su angustia. El pesado suspiro que abandonó los labios de la chica hizo estremecer su interior.

— Verás, Taehyung, — comenzó al girar su asiento de forma que lo observaba directamente a los ojos. — mis padres fallecieron cuando yo era una niña. — y con eso fue suficiente para que el oxígeno abandonara sus pulmones. Se sintió terrible por insistir en que ella saciara sus dudas tontas, era un tema delicado y quizás no lo ha superado del todo. Cómo se arrepentía de haber abierto la boca en primer lugar, si tan sólo el libro del Destino mostrara algo sobre la vida de Haneul... Kim Taehyung jamás pudo maldecir ese libro tanto como en ese momento. — No tengo hermanos o familiares cercanos, en ese tiempo tuve a mi abuela quien, por consiguiente, me recibió y cuidó de mí el resto de mi infancia. — hizo una pausa para tomar algo de aire, su mirada nunca dejó la del castaño. — Finalmente mi abuela enfermó, ya estaba mayor y cualquier enfermedad podía dejarla en muy mal estado; para cuando terminé la secundaria me vi obligada a vivir sola.

No sabía qué decir, no había palabra de aliento que pudiese ayudarle en un momento como ese, ¿qué podría decirle? Su mente maquinaba alguno qué decirle ¡pero si a duras penas podía formular chistes tontos para hacerla reír! Por más que pudiesen funcionar, no era el momento... «Estúpido, estúpido, ¡estúpido cupido!» Los milisegundos parecían ser horas y eso le causaba algo de ansiedad, debía pensar algo rápido, actuar rápido, debía...

Una vez más el castaño fue víctima de sus impulsos. Un momento estaba observando Haneul y al siguiente envolvía sus brazos alrededor del cuerpo más pequeño, cerrando sus ojos con fuerza y rogando a Edén por que no haya empeorado las cosas. Para ser el primer abrazo que había dado, sabía de adelantado que fue el peor, la posición era incómoda, no sabía cuánta fuerza debía aplicar en su agarre y estaba completa e indudablemente nervioso. Dentro de su cavidad torácica su corazón parecía querer romper todo a su paso y salirse, además de que su estómago pereció dar piruetas. Tras lo que parecieron años, un par de brazos delgados rodearon su cuello y sintió a Hani presionar su frente contra su hombro.

— Lo siento mucho.

— Está bien, — su murmullo fue acompañado por un trémulo suspiro. — está bien.

de un flechazo al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora